La Voz del Interior

Extorsión, la otra apuesta de las “Pyme” delictivas

- Claudio Gleser Código rojo cgleser@lavozdelin­terior.com.ar

No andan poniendo una pistolaenl­acabezaa nadie. No encañonan a sus víctimas al sorprender­las cuando entran al hogar. Tampoco andan hiriendo ni golpeando.

A simple vista podría decirse que estos son los ladrones menos dañinos que hay, si se tiene en cuenta que no lastiman a nadie.

Sin embargo, lo de ellos es la tortura psicológic­a. Un tormento que aprendiero­n a instrument­ar y ejecutar y que va asociado a una cruel picardía delictiva.

Son las bandas dedicadas a cometer secuestros virtuales en Córdoba. Grupos con una ingeniería criminal que no pasa de moda y con base de operacione­s, por lo general, en cárceles.

Surgidas a mediados de la década pasada, estas organizaci­ones aprendiero­n a cometer extorsione­s telefónica­s a hogares al azar; y se perfeccion­aron.

Con celulares, el recluso finge ser un comisario o un médico que alerta a una familia sobre un accidente sufrido por alguien que no está en casa. Obtenida la atención de la víctima, el reo va extrayendo informació­n y da paso al engaño del “secuestro”.

El segundo paso implica que el familiar del supuesto raptado, sin cortar la llamada, debe juntar todo lo que tiene en casa (en el marco de una perversa maniobra) para correr a dejarlo tirado en una esquina de la ciudad.

Parece mentira que pasen los años y el ardid siga sin freno.

Hoy, estas bandas son verdaderas “Pyme” delictivas, en las que participan miembros de la familia y amigos. El encerrado concreta la extorsión; los que están afuera recogen el botín y se encargan de comprar los chips y teléfonos para meterlos a las cárceles.

Junto con la venta de droga al menudeo, las extorsione­s telefónica­s parecen haberse convertido en una fuente de ingresos para muchas personas privadas de su libertad y, sobre todo, para sus familias.

Esto volvió a quedar en evidencia días atrás, en Córdoba, tras la condena a 14 personas, entre ellas los dos cabecillas (presos) que integraban una compleja banda dedicada a secuestros virtuales. Hubo 28 damnificad­os, pero se calcula que el número de estafados sería el doble.

Eneljuicio­enlaCámara­3ªdel Crimen, hubo condenas de entre 3 y 11 años por asociación ilícita. En el juicio, sobresalie­ron seis mujeres con roles claves muros afuera.

“Habían montado un telecentro en la cárcel de Cruz del Eje”, graficó el fiscal Marcelo Hidalgo, quien destacó el nivel de violencia mental implementa­do por el grupo.

Claro que no todo es secuestro virtual desde las cárceles de Córdoba.

Desde hace un par de años, algunos presos, al ver que la gente está avivada de los falsos raptos, empezaron con estafas telefónica­s con los falsos premios. Y se perfeccion­aron. Las víctimas no deben salir de noche en camisón o pijama a pagar rescates, sino que deben correr de día al cajero a hacer transferen­cias bancarias para afrontar supuestos gastos. Pura farsa.

Que un auto, que un TV, que un crucero. El cuento va variando; el objetivo es el mismo. “Te engatuso y te saco todo sin ponerte una pistola en la sien”, parece ser el razonamien­to.

Queda el consuelo de que la víctima no pasa por una tortura psicológic­a, pero el perjuicio económico es altísimo.

Varias bandas ya fueron encarcelad­as (en las mismas prisiones donde ya operaban) y esperan juicio.

Córdoba no es una isla. Un informe del Banco Interameri­cano de Desarrollo señala que el 70% de las extorsione­s en América latina se gestionan desde las cárceles.

Por día, solía incautarse un promedio de 12 celulares en todos los penales cordobeses. Un fallo judicial, con justa razón, frenó las requisas vejatorias de los guardiacár­celes. La consecuenc­ia no buscada fue que los celulares volvieron a entrar.

La Provincia prometió, tiempo atrás, la compra de costosos escáneres para los presidios. Como toda promesa, quedó tapada por el polvo.

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(LA VOZ / ARCHIVO) “Pyme”. Desde prisión, parte de la banda extorsiona; en la calle, parejas y amigos van por el dinero.
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