La sagrada comunión del cine local
Viernes 8 de junio. Atardece. Estamos junto al equipo técnico de la película Los hipócritas en un descampado de Villa Allende, combatiendo el frío con café en vasitos térmicos.
Tras tres años de desarrollo, dos semanas de preproducción y cuatro semanas de rodaje, el proyecto cierra su etapa más difícil: filmar todas sus escenas. Resta un tramo largo y meticuloso concerniente a la posproducción, pero quienes se dedican al cine saben que rodar la última toma es la coronación de una epopeya que puso al límite las capacidades físicas y mentales.
Los directores Carlos Trioni y Santiago Sgarlatta gritan “Corte” al unísono y estallan los aplausos. Completaron sin fisuras el plan de rodaje. Los técnicos bajan las defensas y la fatiga es ahora una acumulación de lágrimas resquebrajando el cristal de una pecera. Cada abrazo posee la espontaneidad de lo sagrado; esa conjunción humana que se propuso idéntico objetivo: crear una obra de arte. Y la película ya está filmada. Majestuosamente filmada.
La asistente de montaje, Maru Aparicio (directora de Las Calles) nos permite espiar algunas escenas sin editar. Sgarlatta y Trioni decidieron filmar su ópera prima bajo una puesta en escena muy particular: tomas sostenidas con mucho desplazamiento de cámara y coreografía.
Pocas veces se aprecia en los encuadres un montaje interno tan fluido y funcional al nudo dramático de cada escena. Hasta los cambios de foco demuestran conciencia absoluta del tiempo narrativo. Hay que decirlo pese al riesgo de elevar las expectativas: Los hipócritas asoma como una revelación del cine local.
De lo poco que se ve, sorprende la actuación de Santiago Zapata, figura clave que transitó la movida cinéfila desde ese boom bautizado como “nuevo cine cordobés”, euforia superada para que ahora el oficio se despliegue sin la molestia del sticker.
En esta ocasión, Zapata encarna a Nicolás, un camarógrafo que trabaja filmando bodas y se siente profesionalmente frustrado. Durante una pausa del rodaje, mientras el equipo de arte comandado por Florencia Wehbe prepara el próximo escenario bajo una gama de violetas y amarillos, la pregunta va para Zapata.
–Para reflejar el hastío de tu personaje no recurriste a ningún tipo de sobregesticulación, como poner los ojos en blanco o resoplar.
–Más cine veo y más me convenzo de que las buenas actuaciones pasan por la mirada. Eso me lleva a concentrar la atención acá (dice señalando sus ojos con los dedos en ve) y no complementar con gestos innecesarios. Hubo, además, un trabajo minucioso en la composición del personaje, ensayos previos y la vigilancia de Soledad San Martín en dirección actoral.
Al elenco lo completan figuras como Eva Bianco, Ricardo Bertone y Marcelo Arbach. El proyecto llegó a tener en set 15 actores y 150 extras. Sucede que Los hipócritas transcurre durante un casamiento de alta alcurnia, más cercano a un pacto económico que a una promesa de amor.
En este contexto de glamour e interés miserable, Nicolás filma por accidente algo indebido. Los hipócritas será una película decidida en su género: thriller con pinceladas de humor negro. Las bodas en el cine siempre funcionan como un teatro de mentiras e impostaciones.
Tanto los directores como la productora ejecutiva, Estefanía Gulino, sabían que era un proyecto ambicioso que no podía quedarse a medio camino, que necesitaba una manufactura elegante para que la imagen desprenda el aroma de un evento social ostentoso ocultando la podredumbre del poder.
“No le teníamos miedo pero sí respeto –se sincera Estefanía–; sabíamos que era complicado y había que animarse. Si lo pensaba, no lo hacía. Se necesitaba plata, éramos un total de 33 técnicos y bueno... hubo complicaciones con el Incaa”.
Nada menos que el Instituto
“LOS HIPÓCRITAS” SERÁ UNA PELÍCULA DECIDIDA EN SU GÉNERO: THRILLER CON PINCELADAS DE HUMOR NEGRO. LAS BODAS EN EL CINE SIEMPRE FUNCIONAN COMO UN TEATRO DE MENTIRAS.