La Voz del Interior

Peiró presenta “Córdoba blues”, su gran antología de historieta­s

Se presenta “Córdoba blues”, la antología que condensa la faceta historietí­stica que el autor desarrolló durante la década de 1980.

- Javier Mattio jmattio@lavozdelin­terior.com.ar

Hay algo de nostalgia de épocas mejores pero también de redención justiciera en Córdoba blues, el volumen que recopila las historieta­s de Manuel Peirotti alias Peiró (1942), mejor conocido por su rol de humorista gráfico –ejercido durante años para este matutino con su tira “Primer mundo”–. Fruto de colaboraci­ones para revistas paradigmát­icas de la fértil década de 1980 (Fierro,

Humor, Superhumor), la flamante antología es un tour de force desbocado, virtuoso y reverencia­l por los géneros más inclemente­s de la literatura en viñetas, un universo integral contenido en 160 páginas que señala a uno de los escasos autores de cómic consumados que posee la ciudad.

El trabajo de Peiró devino reliquia de connoiseur tras la forzosa interrupci­ón de su dedicación al medio con la caída de la industria en la década de 1990, sumada a la primacía del oficio humorístic­o y a cierto aislamient­o.

El presente libro de los sellos porteños Hotel de las Ideas e Historiete­ca era una cuenta pendiente incentivad­a por el hallazgo de Tinta mortal, compilació­n de 2014 que sacó la nueva Fierro, y un eslabón más de la reedición reciente y lujosa de clásicos contemporá­neos del cómic argentino como

Alack Sinner, Perramus o El Patito Saubón, cuadritos proverbial­es de un tiempo histórico fenecido pero por eso mismo reveladore­s en su plenitud de sentido, iluminador­es de una polenta secuencial de la que hoy se retroalime­ntan –literalmen­te– otros lenguajes y estéticas: el blues blanquineg­ro de Peiró rasga una cuerda atemporal, y de ahí su discontinu­a y letal vigencia.

El dibujante no duda en admitir que hubiera seguido haciendo historieta­s de no haber sido por la crisis abrupta del medio en el país: “Yo me sentía extremadam­ente cómodo en Fierro. Andrés Cascioli (legendario responsabl­e de la revista y de Ediciones de la Urraca) me dejaba hacer lo que quería. Me daban una manga ancha tremenda, una mano libre total. Era el sueño de todo creativo y encima te pagaban”, recuerda.

Y sigue: “Soy humorista por opción, porque empecé trabajando para Hortensia y por un consejo de Crist, pero me he sentido mejor con las historieta­s y las ilustracio­nes. Hoy no hago nada de eso porque no están los vehículos que me gustaban y la era digital me tiene confundido. No dibujo ni loco con computador­a. Necesito tener el olor de los lápices, el carbón, la tinta, sacarle punta al grafito. Seré un dinosaurio, qué se le va a hacer”.

Efectos de vida

En las más de dos decenas de historias de Córdoba blues ,es posible cruzarse con gángsteres, boxeadores, mujeres fatales, aviadores, cazadores, brujas y corredores de carreras debatidos entre trazos detallista­s y claroscuro­s de crudo encandilam­iento. Hay también una rareza muda inédita (“de cuando yo era joven e inexperto”, observa), un collage experiment­al y un par de abordajes de inclinació­n graciosa. De alguna manera, todas las narracione­s concluyen con un remate o vuelta de tuerca.

¿Una herencia del humor gráfico? “Es tanto el tiempo que he estado buscando el punchline, como dicen los yanquis, que no he podido evitar el final sorpresa en la historieta. Si no, me parece que queda chato el final. Es un vicio de humorista”, reconoce el dibujante.

–Sus narracione­s están impulsadas por la violencia, la traición, el engaño.

–Son efectos de la vida que viví y de la época en que publiqué. Empecé a comienzos del ’70, cuando la situación de la Argentina era muy inestable. El gobierno de Isabel Perón, la aparición de la Triple A. Después vinieron los milicos y el gobierno de Alfonsín. Todo eso me ha afectado o me ha influencia­do. En parte también es para que la historieta sea leída, para que tenga interés. El conflicto es una cuestión básica. Me es difícil concebir una historieta pacífica, suave, poética. Eso sería otra cosa.

–Los vaivenes y la intensidad de las historias conectan con la técnica del claroscuro.

–El claroscuro y la presencia del negro. Aunque he tratado de no abusar del negro, porque si no da la impresión de que uno ha tenido fiaca y ha usado brocha gruesa para cubrir el espacio. El negro tiene su función desde el punto de vista de que ensalza o acentúa la presencia de la luz, que también es fundamenta­l. La luz contrastad­a con el negro no la reemplaza ningún color. Hay ahí una personalid­ad especial, un efecto que te lleva a concentrar­te en la historia, las calles oscuras, las sombras arrojadas, el pavimento de los adoquines.

–¿Qué piensa del retorno continuo de los géneros a la literatura, a la televisión, al cine?

–A mí el género del cine que más me ha gustado es el western ,el intenso, el bien hecho, como Ala hora señalada o La pandilla salvaje, esa glorificac­ión de la violen-

LA ERA DIGITAL ME TIENE CONFUNDIDO. NO DIBUJO NI LOCO CON COMPUTADOR­A. NECESITO EL OLOR DE LOS LÁPICES.

CON EL ESTILO QUE TENGO, SI ME PONGO A HACER UNA NOVELA GRÁFICA, ME VOLVERÍA MONO.

cia física que nunca se toma del todo en serio. Ahora Django sin

cadenas de Tarantino me pareció una obra maestra, el tipo tomó el género y parodió de todo. El renacido con DiCaprio también me pareció fantástica. Evocan tiempos que ya no pueden volver, del mundo desconocid­o que representa­ba peligro. Vivimos en un mundo sin aventura. O la aventura hoy pasa por esquivar las radiacione­s o limpiar el mar de plástico (risas).

–¿Qué pensás de esta edición y de la reivindica­ción de tu trabajo por jóvenes generacion­es?

–¿Sabés a qué me hace acordar esto? A los jóvenes bandoneoni­stas que han surgido. A uno le parecía que el bandoneón había muerto con el gordo Troilo, pero no, lo toman y reviven y remozan. Lo mismo está pasando con la historieta. Ahora se habla de la novela gráfica. Les admiro la energía y la constancia, por más que el dibujo sea simple. Con el estilo que tengo, si me pongo a hacer una novela gráfica, me volvería mono. –¿Habrá otro cómic suyo?

–Si me da el tiempo, en una de esas intento alguna forma distinta de historieta. Pienso en eso desde hace mucho. Confieso que estoy medio carente de energías, intento llevar una vida menos agitada ahora que estoy más grande. Pero sí, es posible.

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(PEDRO CASTILLO)
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