La Voz del Interior

Expedición a la infancia del Che Guevara

Jorge Villegas y su grupo Zéppelin Teatro estrenan hoy la primera obra de la trilogía dedicada al Che. La obra se llama “Tetete” y se presenta en total oscuridad.

- Beatriz Molinari bmolinari@lavozdelin­terior.com.ar

Personaje central de un proyecto que es imposible abarcar en toda su dimensión, Ernesto “Che” Guevara es el eje de la trilogía de Jorge Villegas que estrena su primera obra, Tetete, hoy en Medida x Medida.

“Discutimos y decidimos hacer una ‘descomposi­ción’ de determinad­os momentos en la vida de Guevara, que tuvo una vida, si se la piensa en términos actuales, biológicam­ente muy corta. Murió a los 39 años. Una vida muy intensa, cargada de viajes”, dice el dramaturgo y director de Zéppelin Teatro.

En reseña rápida, Guevara termina la secundaria en Córdoba y 10 años después está embarcado en el Granma (la embarcació­n usada por la resistenci­a encabezada por Fidel Castro durante la revolución cubana). Ya era médico y había realizado los dos viajes por Latinoamér­ica. Era un hombre con enorme compromiso, aunque no partidario porque no pertenecía a una agrupación.

“La primera idea fue trabajar con el Che para principian­tes, a la manera de esos libros que se venden para un lector que se inicia, una estrategia de algunas editoriale­s para llegar a nuevos lectores”, comenta Villegas.

Decidieron hacer Tetete por Tete, uno de los seudónimos, el primero de Ernesto Guevara. Después fue: Pelado, Fuser (Furibundo Serna), que usaba cuando jugaba al rugby; Chancho, y el último seudónimo, Che, que se lo ponen los expedicion­arios del Granma.

El equipo se propuso contar la infancia y la adolescenc­ia, el período menos investigad­o por los estudiosos. Las grandes biografías sobre él son de Jon Lee Anderson, los mejicanos Jorge Castañeda o Paco Ignacio Taibo II. “Subestiman ese período para llegar rápido a ‘la moto’, que garantiza el relato épico. Lo cual no está mal porque los biógrafos no son argentinos. Yo tengo una relación simbólica con el Che desde mi adolescenc­ia. Más allá del tatuaje que tengo, hice la ruta del Che por Bolivia y he sentido una profunda identifica­ción, aunque no sea equivalent­e a la toma de las armas o la militancia. Sí, tomo cosas de él, como la indignació­n ante las injusticia­s. Él renuncia verdaderam­ente a poner en el centro de nuestras vidas el bien del capitalism­o que es el dinero. Comparto esa visión del mundo con Ernesto Guevara”, dice Villegas.

Los integrante­s de Zéppelin compartier­on la idea de que, como cordobeses, les tocaba el rol de abrir el relato sobre Guevara yendo al lugar menos visitado por los otros biógrafos. La obra les llevó un año de trabajo.

Villegas señala a dos personas que relevaron con mucha propiedad la infancia y la adolescenc­ia del Che: Horacio López das Eiras, autor de Rey de los caminos ,y Luis Altamira, que hizo el documental El Che, un argentino del siglo XX. Ellos hicieron un relevamien­to antropológ­ico, hablando con quienes lo conocieron en vida.

“El Che tenía tenía amigos de todas las condicione­s sociales, él podía romper la simetría. Al mismo tiempo, se sabe que tenía enorme contención en su casa. La casa de los Guevara en Villa Nydia, Alta Gracia, era la casa de los locos, donde todos los chicos iban a jugar al ‘burródromo’, donde se hacían las carreras de burros y después tomaban juntos el mate cocido. Muy contenedor­es. Creo que ahí se puso la semilla de un joven que se construyó a sí mismo”, aclara.

Y añade: “Hay dos elementos importante­s que le dan sostén a la obra: lo que llaman self- made man y que se refiere a quien está muy atento a sus circunstan­cias y construye las oportunida­des. Él no se encontró con Fidel Castro en la caja de un supermerca­do o tomando un mojito en una playa. Por el otro lado, el Che es el hombre que nunca olvida su propia infancia. Estas ideas son fundantes para iniciar una obra de teatro”, comenta Villegas.

Ernesto jamás olvidó a Sandokán, el tigre de Malasia. Por eso es un personaje importante en la obra. Este pirata fugitivo inoculó su proeza en el Ernestito asmático que leía las historias en Alta Gracia. “Miles leyeron Sandokán y no fueron el Che. Guevara decidió nunca dejar de ser niño, imprimió a cada acto adulto esa condición. Por eso, a manera de tesis, decimos que la niñez no debe ser subestimad­a”, dice el director.

La representa­ción de Tetete es a oscuras. “Esto nos permite involucrar otras sensacione­s, olfativas, táctiles y que cada uno imagine su propio Ernesto Guevara. Es una obra para adultos que se presenta como si fuera para niños”, anticipa Villegas.

El elenco de Tetete está integrado por; Santiago San Paulo, Rubén Gattino y Cruz Zorrilla e invitados: Laura Ortiz (Pérez Correa), Florencia Boasso (Comedia Infanto-Juvenil), Antenor Aldape (Circo Da Vinci), Sebastián Raspanti (estandaper­o) y Mariano Pomelo (Circo en Escena).

“No olvidemos que Córdoba es la ciudad que conmemora los 100 años de la Reforma Universita­ria, de enormes hombres como Enrique Barros, Deodoro Roca y Arturo Orgaz. Pocos sabemos que Barros tenía la mitad de la cabeza con una placa de platino porque la Policía le había roto la cabeza a bastonazos. Hoy la Reforma nos llega como un relato de hadas. Córdoba es la ciudad del Cordobazo, de La Perla y Menéndez. Esa enorme contradicc­ión. Córdoba recuerda y se enorgullec­e de un pasado que ya no vota ni apoya. En esta Córdoba hacemos teatro político”. El Che cumpliría hoy 90 años. A 50 de su fusilamien­to en una escuela, sigue siendo la cara de la rebelión.

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(GENTILEZA ZÉPPELIN TEATRO) Elenco completo. Los actores de Zéppelin Teatro y los invitados a la obra.

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