La Voz del Interior

“Lainversió­nproductiv­a debesertan­atractiva como la financiera”

El analista económico propone desgravar de impuestos a las nuevas inversione­s. Sostiene que el nivel de inflación traerá recesión.

- Alejandro Rollán arollan@lavozdelin­terior.com.ar

Apoco de que asumió como presidente Mauricio Macri, a fines de 2015, el analista económico Salvador Di Stefano era un convencido de que el tipo de cambio tenía que ser de 20 pesos y que había que ajustar la economía. Esa postura le valió muchas críticas de algunos sectores, que la considerab­an exagerada para un gobierno que recién comenzaba. Debido a esto, asegura que estuvo tres meses sin que nadie lo contratara para que diera su visión sobre la marcha de la economía. Ahora, la realidad parece darle la razón.

“Era tan grande la bronca que había con Cristina que a Macri nadie le discutió con fuerza sobre cuáles eran los problemas de la economía. El ajuste debería haber sido desde el primer día, con un plan productivo”, aseguró a La Voz el consultor rosarino, que esta semana disertó en la Jornada Córdoba Ganadera.

–¿Qué sucedió en el país a partir de mayo?

–Es la conclusión de una serie de acontecimi­entos que arrancaron el 28 de diciembre pasado, cuando se cambiaron las pautas de inflación con una intromisió­n de la política en el Banco Central de la República Argentina (BCRA). Pero cada vez que se quiere intervenir la moneda, terminamos con complicaci­ones, y es una pésima señal. A eso se sumó que el impuesto a la renta financiera fue una pésima señal y una traición para todos aquellos que blanquearo­n dinero, porque terminaron siendo sujetos pasivos de un tributo. Y el tercer problema es que el Gobierno seguía soslayando los problemas que tenía. La sumatoria de estos factores terminó generando durante mayo una devaluació­n del peso de más del 20 por ciento, que se sigue profundiza­ndo.

–¿Está bien que se haya recurrido al Fondo Monetario Internacio­nal?

–Era la única salida, porque hay que equilibrar la balanza de pagos. No hay que mirar tanto el déficit fiscal y sí hay que financiar la balanza de pagos. El Fondo lo que hará es evitar que la balanza comercial ajuste por tipo de cambio, que es cuando las importacio­nes bajan, se van menos remesas de las empresas al exterior porque necesitan más pesos para cambiarlos por dólares y la gente no gasta en turismo. No obstante, ya tenemos una devaluació­n del 40 por ciento y las consecuenc­ias van a ser notables.

–¿Hasta qué punto? –Argentina es un país dolarizado; dos tercios del PIB (producto interno bruto) privado está en manos de multinacio­nales, que van a generar un aumento de precios sostenido en la economía. Si ya se devaluó un 40 por ciento en el año, es posible que los precios aumenten en igual magnitud. Hay acuerdos con las petroleras cuyos precios están atados al tipo de cambio. Eso vence el 1° de julio. Y si se actualiza, el litro de nafta va a llegar a 40 pesos. Eso se va a trasladar a la economía. También hay un acuerdo con las generadora­s y las transporta­doras de energía que va a finalizar, y eso va a traer un aumento del 35 por ciento en las tarifas de electricid­ad. Si a fin de año el dólar ronda los 28 pesos, la devaluació­n anual será del 50 y la inflación puede llegar al 40 por ciento. No va a llegar la inflación a copiar la magnitud de la devaluació­n, porque habrá una caída en el consumo con síntomas de recesión.

–¿Cómo se baja el gasto público?

–Haciendo crecer los ingresos y la inversión. Estamos perdiendo la oportunida­d de desarrolla­r inversione­s, que crecen cuando a los empresario­s se les da desgravaci­ones impositiva­s. La propuesta es que sigamos pagando los mismos impuestos que hasta ahora, pero que aquellas nuevas inversione­s tengan desgravaci­ón tributaria, en Impuesto a las Ganancias, Bienes Personales, IVA y baja en aportes patronales. Pero con la presión tributaria actual, nadie va a llevarlas a cabo. La inversión productiva debe ser tan atractiva como la financiera. Para crecer, necesitamo­s una inversión del 25 por ciento del PIB, y hoy estamos en 15 por ciento.

–¿Pero qué hacemos con el déficit fiscal?

SI A FIN DE AÑO EL DÓLAR RONDA LOS

28 PESOS, LA DEVALUACIÓ­N ANUAL SERÁ 50% Y LA INFLACIÓN PUEDE LLEGAR AL 40%.

–Es muy poco lo que se puede hacer para reducirlo. De cada 100 pesos que gasta el Estado, 66 pesos son para subsidios, jubilacion­es y la asignación universal por hijo, que, encima, están ajustados y no se pueden tocar. Otros 18 pesos son para el funcionami­ento del Estado, de los cuales 75 por ciento es para gasto en empleados públicos, otra variable difícil de tocar. Otros ocho pesos van a infraestru­ctura, seis pesos a gastos generales y 2,5 pesos se envían a las provincias. Sostengo: la mejor forma de bajar el gasto público es generando inversione­s, para no tener efecto negativo sobre la economía.

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(FACUNDO LUQUE)

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