La Voz del Interior

Entre el campo y el súper, el limón se pone más agrio

- Gabriel Esbry Cuentas claras gesbry@lavozdelin­terior.com.ar

Un pequeño productor de Tucumán cobra 3,10 pesos por cada kilo de limón que cosecha. Un ama de casa paga ese mismo kilo a 30,70 pesos cuando lo compra en un súper cordobés. El dueño de una chacra de Río Negro recibe 5,30 pesos por un kilo de manzana deliciosa, mientras que un vecino de Río Cuarto debe desembolsa­r 41 pesos por la misma cantidad de fruta. Un quintero del Cinturón Verde de la ciudad de Córdoba obtiene nueve pesos por cada kilo de lechuga criolla recién cortada de su huerta, y un estudiante de la UNC que alquila en barrio Jardín tiene que poner más de 65 pesos por kilo en la verdulería que está a la vuelta de su departamen­to.

En el primer caso, el de los limones, la diferencia de precios entre una punta y la otra de la cadena comercial es de nueve veces. En el de las manzanas, siete veces. Y en el de la lechuga, seis.

Algo no está funcionand­o bien en el trayecto que hay entre los centros de producción y los consumidor­es finales.

El relevamien­to de semejante distancia entre esos eslabones extremos surgen del último Índice de Precios de Origen y Destino (Ipod), que todos los meses elabora la Confederac­ión Argentina de la Mediana Empresa (Came). En mayo pasado, ese indicador registró uno de los picos más altos desde que se lleva el registro, con un promedio de diferencia entre las puntas de cada cadena de valor de 5,53 veces, pero con picos mucho más elevados, como los de los limones, las manzanas y la lechuga.

“En todos los casos, se observaron caídas agresivas en la compensaci­ón al productor, que se explican principalm­ente por la menor demanda de consumo y la normalizac­ión de la oferta. Las mermas en los importes de góndola, cuando las hubo, fueron mucho más moderadas”, señala la entidad empresaria en el informe.

Algo similar pasa en otros sectores también importante­s de la economía argentina. La Fundación Protejer estimó que apenas el ocho por ciento de lo que cuesta una prenda de vestir queda en la fábrica que la confeccion­ó. El resto del costo se lo llevan los impuestos que paga ese producto (50,3 por ciento), la logística y la comerciali­zación (9,1), los bancos que financian el circuito comercial

(12,7), la rentabilid­ad de la marca

(4,8) y la publicidad y el diseño (2,5). Si tomamos como ejemplo un jean de primera marca, que en cualquier shopping de Córdoba no baja de dos mil pesos, la fábrica que lo confeccion­ó apenas se queda con 160 pesos. Poco y nada.

Varios son los factores que ayudan a explicar este comportami­ento en los mercados minoristas. Algunos estructura­les, otros derivados de la coyuntura económica. Una carga impositiva realmente excesiva, la falta de regulación sobre los eslabones más concentrad­os, una fuerte suba de los costos productivo­s, altísimas tasas de interés que encarecen todo el proceso.

Todo contribuye a distorsion­ar el sistema de precios relativos en las distintas etapas por las que atraviesa un producto, lo que conforma un menú que se pone cada día más agrio. Igual que el precio del limón, que salió de Tucumán y llegó a la mesa de barrio Alberdi costando casi nueve veces más.

UN PRODUCTOR LIMONERO RECIBE $ 3,10 POR CADA KILO COSECHADO. UN AMA DE CASA LO PAGA

$ 30 EN LA GÓNDOLA.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina