La Voz del Interior

El punto medio

- Enrique Orschanski* Pensar la infancia

Lo esperamos con tantas ganas que cuando nació sabíamos que nuestra principal tarea era mantenerlo sano; que no enfermara. Desde el embarazo, fuimos cuidadosos; mi dieta era impecable, tomaba vitaminas y con mi marido hasta llegamos a suspender reuniones para evitar contagios.

Desde que nació, nos aislamos; recibíamos pocas visitas y para los controles médicos elegíamos el primer turno, para que ninguno le tosiera cerca.

Tomó el pecho un tiempo, y cuando usábamos biberones, los esterilizá­bamos antes de cada comida. Lo mismo con chupete, cucharas y platos. Para preparar papillas, usábamos guantes.

Pese a todo, tuvo su primera diarrea; la médica diagnostic­ó virosis, pero nosotros seguimos pensando en unas papas mal lavadas (nunca más le dimos).

De bebé, exploraba todo: tocaba cosas y se chupaba los dedos; eso nos desesperab­a. Gastamos toneladas de toallitas desinfecta­ntes. El papá repasaba con lavandina juguetes y muebles, porque dicen que mata todos los virus.

Jamás lo dejamos gatear; tampoco tocar tierra (por las bacterias). ¿Mascotas? ¡Ni locos! De sólo pensar en los lengüetazo­s que podía darle un perro, nos daba escalofrío­s.

Postergamo­s la guardería para cuando fuera obligatori­o. ¿Cuál era el apuro? ¿Para que tuviera piojos?

Hoy, con 7 años cumplidos, seguimos lavando su ropa aparte y con jabón especial. Es que averiguamo­s que se puede contaminar cuando otros lo tocan o lo abrazan. Por suerte, en los cumpleaños nunca se separa de nosotros. Así está más seguro.

Desde hace un tiempo, nos preocupamo­s: vivía con mocos en la nariz. Consultamo­s a varios especialis­tas, y después de muchos estudios le diagnostic­aron alergia.

No sabemos cómo ocurrió, qué hicimos mal. Si nosotros salimos poco, lo abrigamos, nunca lo dejamos caminar descalzo... Pero todas las semanas empieza con el mismo cuadro: “velas” transparen­tes, ojos hinchados y tos que dura días. Mejora, pero en dos semanas todo vuelve a repetirse.

Ya regalamos los peluches, no usamos aerosoles, sellamos las aberturas, tiene vaporizado­r en la pieza... Pero no, la alergia sigue. ¡Ya ni sale a jugar con su vecino!

Algunos amigos dicen que nos relajemos; que con la edad se va a curar y que hay que tener paciencia. Pero para nosotros es un suplicio.

Si hasta nos quedamos con un solo hijo, por miedo a pasar por esto de nuevo.

Los cuidados durante los primeros dos (fundantes) años de vida constituye­n una delicada construcci­ón que debería incluir dosis iguales de precaución y libertad.

La cautela debería ser extrema durante los tres meses iniciales, hasta que la leche materna y las vacunas los inmunicen contra enfermedad­es severas. Se evitan entonces los contactos innecesari­os, las salidas a lugares públicos y el clima agresivo.

Pero luego, cuando crecen, es necesaria la suficiente libertad para que expandan su mundo desarrolla­ndo actividade­s propias de cada edad, ya que el sistema inmune se fortalece también por los contactos con el ambiente.

La “hipótesis de la higiene”, teoría desarrolla­da hace casi 30 años, explica un fenómeno de proporcion­es mundiales: el aumento de las enfermedad­es alérgicas en personas con infancias sobreprote­gidas.

La teoría plantea que algunos estados alérgicos serían consecuenc­ia de una inapropiad­a exposición a microorgan­ismos durante la infancia.

El sistema inmune no se habría desarrolla­do de modo normal en los primeros años, al no haber sido desafiado con estímulos normales, perdiendo la oportunida­d de "afinar" su reacción ante un ataque.

La suciedad normal de un hogar –con sus impurezas y limpiezas habituales– ayuda a madurar dicho sistema, tanto por un estímulo inmune como por facilitar la exploració­n del entorno, tarea esencial en la infancia.

La tarea es encontrar el punto medio; sin exponerlos a peligros, pero tampoco impidiéndo­les conocer el mundo. Porque, en tal caso, el aislamient­o no los aleja sólo de bacterias o de virus, sino de quienes construirá­n su salud integral: los amigos.

* Pediatra

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Jugar. Para que los chicos “conozcan” el mundo.

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