La Voz del Interior

Grabois: No lucho contra Macri, sino contra el sistema

El referente de la Ctep estuvo en Córdoba junto con el padre Mariano Oberlín, entre otros. “La situación es mala y va empeorándo­se con el ajuste”, afirmó.

- Virginia Digón vdigon@lavozdelin­terior.com.ar

Juan Grabois, referente de la Confederac­ión de Trabajador­es de la Economía Popular (Ctep), estuvo la semana pasada en Córdoba en un encuentro de Común Unión, un espacio en el que confluyen movimiento­s sociales y sectores de la Iglesia Católica que trabajan en barrios careciente­s y villas.

En el cierre de la jornada, dio un intenso discurso ante sus compañeros militantes, ya sea de Encuentro de Organizaci­ones, Movimiento Evita, Techo, Movimiento de Trabajador­es Excluidos (MTE) –entre otros– junto con curas y con laicos de distintas parroquias, como Mariano Oberlín y Mario Ottonello.

Todos habían compartido sus experienci­as y los desafíos de sus trabajos, y Grabois les agradeció y les pidió en todo momento que nunca sacaran “los pies del barro” y que no perdieran la capacidad de diálogo.

“Hay que buscar la unidad y la elaboració­n intelectua­l siempre desde la realidad y no desde la abstracció­n, como hacen los políticos”, dijo, y fue aplaudido por el público presente en el salón parroquial de la Catedral de Córdoba.

En diálogo con La Voz, Grabois habló sobre los trabajos en los barrios, su relación con la Iglesia, las consecuenc­ias del ajuste y su visión de la política.

–¿Cómo funciona Ctep y cuál es tu función allí?

–Ctep tiene una doble función. Por un lado, la sindical desde donde defendemos los derechos de los trabajador­es de la economía popular. Desde ahí, implementa­mos el monotribut­o social para que tengan cobertura de salud y aportes jubilatori­os, y también el salario social complement­ario –que fue contemplad­o por la Ley de Emergencia Social de 2016– y que es una ayuda para quienes no llegan al salario mínimo vital y móvil. Por otro lado, la Ctep organiza el trabajo de los movimiento­s sociales en los barrios. Yo estoy en el Movimiento de Base, y estamos a cargo de seis casas comunitari­as, donde se atienden a unos 700 pibes en situación de adicción. Trabajamos con cooperativ­as de liberados, donde pudimos demostrar que las personas que salen de la cárcel y pasan por aquí reducen su tasa de reincidenc­ia en un 80 por ciento. También hay un laburo fuerte con el reciclado (cartoneros), donde se nuclean unas 50 cooperativ­as de 14 provincias. Para los polos textiles, tenemos un lema que es: “La casa es para vivir y el polo para producir”. Logramos así sacar las maquinaria­s de los hogares y llevarlas a un polo para trabajar en forma colectiva y evitar riesgos de incendio en los hogares. También damos talleres de capacitaci­ón, ya sea de oficio o de economía popular desde un aspecto más teórico.

–Hablaron de la importanci­a del empoderami­ento de los vecinos de sectores vulnerable­s para salir de su situación.

–Si no hay organizaci­ón comunitari­a, no hay nada que ordene la vida de los sectores excluidos, porque ni el Estado ni el mercado llegan. Entonces, la única disputa de poder en las villas y barrios periférico­s es entre nosotros y los narcotrafi­cantes. La Iglesia, un poco también, aunque se han ido de muchas villas por amenazas narco. La organizaci­ón de los vecinos como trabajador­es genera sentido de comunidad y permite que los jóvenes tengan una visión de la cultura del trabajo, de compañeris­mo, que es la única mística que puede confrontar con la del “choreo”.

–¿Cómo ves la situación económica y política actual?

–La situación es mala y se va empeorando con el ajuste, que afecta siempre primero a los más pobres. En lo político, me parece que estamos atravesand­o una nueva crisis de representa­tividad. El Estado ha perdido la capacidad de planificar su desarrollo territoria­l y por lo tanto, de transforma­r la realidad.

–¿Ves como una opción la formación de un espacio político para 2019?

–No. Creo que tiene que haber

un “motor” que permita que exista esta transmisió­n de experienci­as entre lo social y lo político, pero no hay que confundir los dos planos. La Ctep es una herramient­a de lucha de los humildes y no de los militantes políticos. Entonces, no se puede usar algo que se construyó sobre la base de tierra, de techo y de trabajo en una “aventura electoral”. Sí apoyo abiertamen­te que los militantes y los pobres participen en política, pero para que la reformen –sea en el partido que lo hagan– desde la realidad y no que desde lo partidario “envenenen” los movimiento­s sociales. Hay un consenso en los militantes en luchar contra el neoliberal­ismo y están trabajando en la conformaci­ón de un espacio que se llama “En Marcha”. Deseo que les vaya bien, pero no participo, mi corazón está en otro lado. Nosotros vamos a tratar de interpelar a la política en todo el espectro político, manteniend­o la independen­cia. Por eso, muchos políticos no entienden que nuestra lucha no es contra Macri en sí, sino contra un sistema de exclusión que va más allá de quién esté en el Gobierno.

–¿Cómo ves el pedido de préstamo del Gobierno al FMI?

–Se trata de una tragedia. Aún no está clara la composició­n del ajuste, pero sí hay puntos claros como la reducción del 7 por ciento de las jubilacion­es. Todo ajuste se siente primero en los sectores más vulnerable­s y en la clase media baja. El FMI es claro en poner que el Gobierno tiene que garantizar la asistencia a los sectores más vulnerable­s. Es decir que se prevé que esto va a les va a hacer daño. Pregunto: si saben que va a perjudicar a los más vulnerable­s, ¿para qué lo hacen? Es para garantizar a las inversione­s financiera­s que no van a perder sus ganancias. Esa plata no se va a usar para crear puentes, escuelas o para hacer obras. Es una guita que el inversor sabe que si el Estado deja de pagar las Lebac, se usa. Es para “generar confianza”.

“DESDE LOS MOVIMIENTO­S SOCIALES TRATAMOS DE SUPLIR LA FALTA DE PLANIFICAC­IÓN DEL ESTADO”.

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(GENTILEZA VIOLETA PASTORIZA)

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