La Voz del Interior

Messi es talento y también biotecnolo­gía

- Lucas Viano

Alos 13 años, Lionel Messi ya gambeteaba como lo hace ahora en el Barcelona y en la selección argentina, pero medía 1,46 metros, 10 centímetro­s menos que el promedio de los chicos de esa edad.

Era el mejor jugador de las inferiores de Newell’s, pero muy bajo. Comenzó una terapia con la hormona de crecimient­o humano (HCH). Pero su padre se quedó sin obra social para bancar el tratamient­o, que costaba 1.300 dólares por mes.

Newell’s también se negó a asumir ese gasto. Probaron suerte en River, pero sin éxito. La solución, como la de muchos argentinos durante la crisis de 2001, fue irse a España. Llegaron a Barcelona. A partir de allí, la historia ya es conocida.

La HCH se produce naturalmen­te en la hipófisis humana. Favorece el crecimient­o de los niños al estimular la formación de cartílago y proteínas, y retener calcio. Messi tenía una falla parcial en la producción de esta sustancia.

Al igual que la insulina, la HCH es una hormona conocida desde mediados del siglo 20. Décadas atrás, los problemas de insulina se podían resolver extrayendo y purificand­o esta hormona de cerdos y de vacas.

Pero la hormona de crecimient­o humana es muy diferente de la de otros animales. No son compatible­s. La solución fue extraerla de cadáveres humanos. Sin embargo, a fines de la década de 1980, se descubrió que algunos pacientes tratados de esta forma fallecían por la enfermedad de Creutzfeld­t Jacob (muy parecida al mal de la vaca loca).

Por suerte para Messi y nuestra selección, para esa época la biotecnolo­gía ya estaba lo suficiente­mente madura como para dar una solución.

La técnica que se utiliza hasta la actualidad es la de ADN recombinan­te: se inserta el gen humano que produce la HCH entre los genes de bacterias o de células de mamíferos y se colocan en una especie de fermentado­res para estimular la producción. Luego, se purifica y se envasa para la venta.

Esta proteína biotecnoló­gica es la que usó Messi para lograr su actual 1,70 metros de altura, cinco centímetro­s más alto que Diego Maradona, tal como le prometió Diego Schwarzste­in, el endocrinól­ogo que le diagnostic­ó el problema de crecimient­o en Rosario cuando tenía 9 años.

La biotecnolo­gía ya ha permitido el desarrollo de varios medicament­os. Además de la HCH, también están la insulina (para tratar la diabetes), la eritropoye­tina humana recombinan­te (anemia) y diferentes interferon­es para esclerosis múltiple, hepatitis B y otras enfermedad­es.

Pero el uso de fermentado­res con bacterias no es del todo eficiente, y muchas empresas están desarrolla­ndo plantas y animales transgénic­os para producir fármacos.

En 2004, científico­s argentinos de la empresa Biosidus dieron nacimiento a “Pampa Mansa”, una vaca clonada que además puede producir leche con HCH. Un animal transgénic­o de esta estirpe logra producir hasta tres kilos de hormonas por día, mientras que un fermentado­r de 500 litros no llega a los 100 gramos.

Nadie puede saber cuál hubiese sido el destino de Messi si la biotecnolo­gía no hubiese ayudado a producir HCH. Quizá nunca hubiera ingresado a la elite del fútbol por baja estatura. En todo caso, si hoy Messi nos da la victoria, también agradezcám­osle a la ciencia.

EL TRATAMIENT­O MÉDICO PARA EL PROBLEMA DE CRECIMIENT­O DE MESSI ES UN LOGRO DE LA BIOTECNOLO­GÍA.

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Pequeño. Leo, de chico, cuando soñaba con llegar a la selección argentina.

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