El Gobierno dice que el dólar se estabilizará
Horas antes de que se conoció la recalificación de la Argentina como mercado emergente, el nuevo presidente del Banco Central, Luis Caputo, consideró que el país está “en una transición a una mayor estabilidad cambiaria” y garantizó que el Gobierno mantendrá el tipo de cambio flotante.
El funcionario aseguró que la licitación de Lebac “salió un poco mejor” de lo que estimaban, ya que la refinanciación alcanzó un 60 por ciento del stock cuando se esperaba un 50, y estimó que en el futuro habrá una corrección de la tasa de interés que quedó en el 47 por ciento.
En declaraciones a varios medios de Buenos Aires, Caputo explicó que este nivel de tasa apunta a “cerrar los grifos” y a evitar que los pesos de las Lebac terminen en la compra de dólares. “Pero es sólo con el objetivo de que el mercado llegue a un equilibrio pronto y ahí corrija”, indicó.
El nuevo titular de la autoridad monetaria, que ocupa el cargo “en comisión”, dado que el Senado no trataría por ahora su designación, consideró que con su nuevo piso por encima de los 28 pesos “no hay atraso cambiario”. “Hoy tenemos el tipo de cambio real más alto de los últimos nueve años”, dijo.
También aludió a las críticas de los sectores productivos por el alto nivel de la tasa. “Estamos al tanto y nos solidarizamos con ese problema, pero en la situación en la que estábamos la semana pasada la prioridad era normalizar”, apuntó, y no descartó “medidas” regulatorias para aliviar esa carga que afecta sobre todo los redescuentos de cheques.
Preguntado sobre las metas de inflación, un terreno donde Federico Sturzenegger, el extitular de la entidad, nunca pudo cumplir con los objetivos autoplanteados, Caputo dijo que lo “más importante” es que desde este mes se cortó el financiamiento del BCRA al Tesoro. “Le pusimos fin a la maquinita. Es algo trascendental. Habrá una política fiscal y monetaria más equilibrada que la que había en el pasado”, agregó.
Dejó, sin embargo, una frase para la polémica que despertó críticas: “En el corto plazo estas cosas tienen costo, pero yo creo que de mediano y largo plazo no hay mal que por bien no venga, es lo mejor que nos pudo haber pasado. Esto nos obligó a ir a pedir el crédito al FMI y esto da mucha mayor certidumbre con el financiamiento”, agregó.
Mauricio Macri llegó a la presidencia de la Nación encabezando una coalición variopinta, denominada Cambiemos. El cansancio de una porción importante de la sociedad luego de 12 años de kirchnerismo y una excelente estrategia publicitarioelectoral, montada sobre la palabra que identificó a la alianza opositora, hicieron lo que parecía imposible: derrotar al peronismo a nivel nacional, sobre todo en la influyente provincia de Buenos Aires.
Ya pasaron 30 meses de aquel recambio institucional, que suele ser aire fresco para cualquier democracia.
Desde el primer momento de la gestión, el macrismo se quejó de la herencia recibida. Razones no le faltaron. Un déficit fiscal abrumador y una sociedad poco permeable a los ajustes eran una encrucijada pantanosa para cualquier gobernante que reemplazara a Cristina Fernán- “El mercado recibió bien las medidas”.
A mediados de mayo, el vencimiento de las Lebac aceleró la crisis financiera. Luis Caputo señaló que la meta del Gobierno es “cancelarlas en tres años”. Esa acción “está en el acuerdo con el FMI”. “Mi objetivo es hacerlo antes. Pero tenemos tiempo y para hacerlo necesitamos financiamiento”, agregó. “A pesar del rumor de no de MSCI, que afectó fuertísimo a la Bolsa y a los bonos, sacamos medidas que fueron bien recibidas por el mercado y por los analistas”, dijo. dez. Inclusive, si ganaba alguien de su propio espacio político.
En sus últimos dos años de mandato, la entonces presidenta no hizo nada que pudiera generar descontento social. Su apuesta fue llegar a la entrega del poder como fuera, sin importar las formas.
Como el elegido por la sociedad fue Macri, un “neoliberal indigerible” para Cristina Fernández, esta ni siquiera tuvo la nobleza de entregarle el bastón de mando.
Incapacidad
Es el pasado reciente, pero pasado al fin. A dos años y medio de ser depositaria de la confianza de un poquito más de la mitad de los votantes, la gestión macrista atraviesa su peor momento. Por no resolver la mayoría de los problemas que heredó y por la generación de otros, por su propia incapacidad.
En un contexto de caída de la imagen del Gobierno y de viejos males que se reavivaron (inflación, déficit fiscal y endeudamiento), algunos funcionarios macristas no tienen el mínimo decoro que se les puede exigir en medio de esta incertidumbre económica: hablar menos y hacer más.
Ayer, el nuevo titular del Banco Central, Luis Caputo, aseguró que la crisis financiera “es lo mejor que le pudo pasar al país”.
El funcionario se refirió a que las turbulencias de los mercados obligaron al Gobierno a tener que recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI), que, según la visión del funcionario, ahora es un organismo distinto, sin las exigencias de ajuste del pasado y que garantizará un financiamiento más “seguro” para el país.
Las declaraciones del presidente del Banco Central son desafortunadas por donde se las quiera leer o contextualizar. Son indefendibles.
Las turbulencias financieras aumentaron la inflación, y con ello la pobreza y el padecimiento de una gran porción de la sociedad.
Hasta los propios macristas más racionales admiten que se vienen meses de gran subida de precios, ajuste fiscal y menor crecimiento.
Es lo mismo que decir mayores padecimientos sociales.
Luis Caputo es un funcionario elegido por el Presidente, no por el voto popular. Pero al menos debería tener la precaución de cuidar más a su jefe político, que lo eligió para el cargo.
Porque sus declaraciones no ayudan al Presidente, en un contexto de recrudecimiento de la impaciencia social.
Es momento de hablar menos. Luego de 30 meses de gestión, para el macrismo son horas de alimentar la mesura y de transformar las promesas en hechos concretos.