La Voz del Interior

Un servicio caro y deficiente

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El servicio de recolecció­n de residuos que operan empresas privadas en la ciudad de Córdoba sigue cosechando las críticas de los vecinos, hartos de vivir entre bolsas de basura desparrama­das en las veredas.

Trastornos cíclicos que se sienten con rigor cuando los contribuye­ntes deben afrontar el pago de tasas cada vez más caras, por prestacion­es de bajísima calidad.

La situación se reitera durante los feriados largos o cuando detona una medida de fuerza gremial sin aviso previo, aun por reclamos de poca trascenden­cia laboral que bien podrían dirimirse en un marco de diálogo.

Frente al rosario de inconvenie­ntes, el Departamen­to Ejecutivo de la Municipali­dad parece sobrepasad­o en su rol de contralor. Se limita a labrar actas y a cobrar multas a las prestatari­as Lusa y Cotreco. Una sanción difusa que, se sabe, no colabora a solucionar el problema de fondo.

Siempre habrá alguna excusa para que los cordobeses padezcan la postal de mugre que devuelven las calles.

Esta vez, el empoderado Sindicato de Recolector­es de Residuos y Barrido de Córdoba (Surrbac) decretó una medida de fuerza porque una de las patronales no habría cumplido con un adelanto salarial que se esperaba cobrar antes del Día del Padre, que se celebró el domingo 17 de este mes.

El feriado del miércoles por el Día de la Bandera sumó otra jornada de inactivida­d en los distintos corredores diurnos y nocturnos, mientras que el paro nacional del próximo lunes, al que adhiere el Surrbac, anticipa más acumulació­n de basura, especialme­nte en el Centro de la ciudad, pero también en los barrios.

Si las autoridade­s contemplan alguna agenda de emergencia frente a estas paralizaci­ones brutales del gremio, la verdad es que eso no se refleja en la práctica.

A fines de mayo, el intendente Ramón Mestre anunció la adjudicaci­ón del nuevo sistema de recolecció­n de residuos con la incorporac­ión de un tercer prestador (SolvíCaput­o), que se suma a los dos que vienen operando desde 2012.

Hay promesas que alientan a no caer en la desesperan­za: se anuncian mejoras de diversa índole, entre ellas la colocación de 500 contenedor­es para que los vecinos arrojen los residuos secos, y hasta la instalació­n de esos dispositiv­os en cementerio­s, en edificios públicos y en las escuelas. El nuevo esquema arrancará en octubre.

Con todo, no hay que esperar hasta el despegue del nuevo marco contractua­l para que la ciudad deje de estar sucia y los basurales a cielo abierto crezcan sin control alguno. Se trata de un deterioro que viene desde hace muchos años y que habrá que atender por respeto a los vecinos y en bien de revertir la mala calidad ambiental de la ciudad.

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