La OEA ataca, Managua se resiste
MANAGUA. Encapuchados que salen tras los árboles, francotiradores sobre los edificios, viviendas ardiendo en llamas con niños gritando en su interior y personas abatidas en mitad de la calle con un tiro en la cabeza son parte de la nueva realidad de violencia que vive Nicaragua.
El país de lagos y volcanes que el Gobierno definía como “el más seguro de Centroamérica” se convirtió en los últimos dos meses en un territorio de extremo peligro, del que huyeron en estampida miles de turistas europeos y estadounidenses, amantes eternos del trópico y del surf.
“La vida nos cambió de un día para el otro, como quien voltea un calcetín”, dijo la docente universitaria Auxiliadora Martínez, al recordar la primera manifestación estudiantil que dio inicio a esta crisis el 18 de abril.
Lo que comenzó como una pequeña protesta de jóvenes contra una reforma al seguro social se convirtió en una imparable rebelión cívica, consecuencia de la violenta acción de la Policía y fuerzas de choque contra civiles desarmados, que ha dejado hasta hoy más de 200 muertos y casi dos mil heridos, según organismos de derechos humanos.
Las universidades y la mayoría de los colegios capitalinos suspendieron las clases y no saben cuándo las reanudarán. Dos universidades están rodeadas por barricadas y ocupadas por estudiantes armados con piedras y bombas caseras.
En los barrios orientales de Managua, hombres encapuchados y con fusiles de guerra hacen redadas. “Traen listas de los jóvenes que están en la protesta”, dice asustada una vecina del populoso barrio Schick, cuyos dos sobrinos fueron secuestrados.
Aferradas a los portones del cuartel policial conocido como El Chipote, decenas de mujeres esperan a diario por sus hijos o hermanos. Según organismos de derechos humanos, más de 70 jóvenes están detenidos aún en esas celdas sin proceso judicial.
Las redadas han provocado un éxodo de jóvenes. Frente a las oficinas de Migración, en Managua, las filas se extienden por varias cuadras. Muchos duermen en la calle y amanecen de pie bajo el sol para poder tramitar sus pasaportes por primera vez. La mayoría viajan WASHINGTON. El canciller de Nicaragua, Denis Moncada Colindres, tachó de “parcial”y “subjetivo” el informe final sobre la crisis en el país que presentó ayer la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh) y aseguró que no “es política de Estado la represión de las fuerzas sociales”.
“Nicaragua rechaza de forma integral el informe de la Cidh por considerarlo subjetivo, prejuiciado y totalmente parcializado”, dijo Moncada Colindres durante una intervención ante el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), con sede en Washington.
Moncada Colindres aseguró que el Estado trabaja para que “prevalezca la paz” y rechazó una de las conclusiones más duras que hace el informe de la Cidh, la existencia de un “patrón” de violencia contra los manifestantes por parte de la Policía Nacional en colaboración con grupos paramilitares.
En el informe se eleva a 212 el número de personas muertas en las protestas hasta el 19 de junio y calcula que, en ese período, al menos 1.337 personas han resultado heridas.
Además, según los cálculos de la Cidh, al menos 507 personas han sido privadas de la libertad.