“Las movilizaciones de mujeres son un fenómeno imparable”
Es el único varón del bloque kirchnerista, que votará completo a favor del proyecto. Dice que es un tema de salud pública y de desigualdad.
–¿Por qué está a favor del proyecto?
–Básicamente porque estoy convencido desde siempre de que el aborto no debe ser punible penalmente y de que no es un asunto de incumbencia religiosa, sino de salud pública y de desigualdad: la mujer que tiene recursos puede interrumpir su embarazo y la que no los tiene no. En ambos casos, en condiciones de inseguridad. Además, es una cuestión que hace a la autonomía y al empoderamiento de la mujer sobre su propio cuerpo. Hay que convalidar el proyecto sin cambios, tal como vino de Diputados, porque no sólo es una barbaridad la persecución penal, sino que además debe haber un acompañamiento del Estado. Es una norma de profundo contenido reivindicativo.
–¿Qué expectativas sobre el debate?
–Los tres jefes de los principales bloques nos pusimos de acuerdo en que debe ser de tratamiento abreviado, en dos comisiones, que son Asuntos Penales y Salud. No hace falta repetir la cantidad de exposiciones de Diputados. Tampoco creemos que el trámite deba ser exprés, pero sí no tan extenso, con el fin de llegar al recinto con una fecha máxima, del 11 de julio, atento a que el 15 empieza el receso. La actitud de la vicepresidenta, militante antiabortista, apunta a prolongar tiene y demorar el debate innecesariamente. El lunes nos reuniremos los jefes de bloque para replantear los giros a comisión. Si la señora vicepresidenta no los modifica, lo discutiremos en la sesión del miércoles.
–¿Por qué cree que Macri impulsó el debate?
–Hay dos cuestiones que son totalmente diferentes: una, la intención política del Gobierno, y otra, el desenvolvimiento de la realidad. Pese a la intención del Gobierno, la realidad muestra una movilización sin precedentes en la historia. El debate se hace no por la voluntad de los legisladores, sino por la movilización y por el reclamo de las mujeres, a lo largo y ancho del país. El sector del Gobierno votó mayoritariamente en contra, creyó que iba a ser un elemento de distracción. Pero la realidad es más rica que las intenciones.
–¿Qué cree que pasará si se aprueba la ley?
–Habrá un escenario de mayor seguridad jurídica para las mujeres. Será una transformación grande. Con el matrimonio igualitario pasó lo mismo: decían que se acababa el mundo y no pasó absolutamente nada. Hace muchos años, las minorías sexuales pedían la unión civil, que era rechazada por los sectores recalcitrantes, que después terminaron impulsándola en contra del matrimonio igualitario. Ahora, con el aborto legal, lo mismo: los que se oponen terminan impulsando la despenalización, a la que justamente se habían opuesto desde siempre. Estas son normas que expresan la mutación de los valores culturales.
–¿Qué cree que pasará si no se aprueba la ley?
–Hace unos meses nadie pensaba que saliera de Diputados. La movilización es determinante. Si no se aprueba ahora, tarde o temprano se va a aprobar. Es evidente que muchos de los cambios de postura que se produjeron en el Senado fueron consecuencia del volumen de la movilización y de la militancia de los colectivos de mujeres. Es el empoderamiento de la mujer en el mundo. Violencia de género, igualdad de derechos... es un fenómeno imparable. Nunca ningún derecho surge porque un grupo de sabios se reúne y le encuentra la racionalidad. Surge de la lucha popular.
–¿Es cierto que la Iglesia está presionando con fuerza para que no salga?
–Yo presidí la Comisión Bicameral de Reforma y Unificación del Código Civil y Comercial y, con respecto al tema de los embriones fecundados, me reuní con la Pastoral de Vida. Tuvimos una discusión franca. Ellos me decían qué es vida, y yo les decía que no pretendan decirnos qué son personas. Si usted define con claridad qué quiere y qué piensa, no hay presión. Y no es precisamente la Iglesia un ente que tenga capacidad de presionar en este marco de cambio cultural tan grande. Sí creo que los sermones dominicales a los senadores son una barbaridad. La Iglesia debería dedicarse a otra cosa.