Becas que alimentan las esperanzas de crecer
que son chicos del campo. Tienen capacidades importantes”.
La otra barrera que debe superar Andrea es la del ciclo invertido. Ella egresó del colegio hace dos semanas y debe esperar ocho meses hasta que comiencen las clases en la universidad o en el terciario que quiera estudiar.
“Mi mamá insiste en que tengo que estudiar algo, es lo que voy a hacer, pero mientras voy a disfrutar de las vacaciones visitando a parientes o yendo a Mina Clavero. También tengo pensado trabajar”, asegura esta joven.
“Es común que en todo este tiempo los chicos que egresan desistan de estudiar. Los que se mudan a las ciudades terminan dedicados a los trabajos que consiguen. Ahora vamos a tener un egresado de un terciario en TurismoenMinaClavero,esevaaser otro logro para nosotros”, cuenta el profesor Rodrigo Alonso.
¿Cómo será pasar de vivir en la impávida montaña a la frenética ciudad? Andrea no esconde este temor, lo verbaliza. Le asusta no tener conocidos en Córdoba y la incógnita de una vida lejos de su familia, romper con esa vida de 17 años ligada a la Pampa de Achala.
La solución que ella encontró para todas estas trabas es cambiar de sueño. Para poder estudiar tiene planeado ir a Mina Clavero y seguir Magisterio. “Es la posibilidad que tengo ahora, pero apenas tenga la oportunidad, si la tengo algún día, me gustaría empezar Abogacía.
Minidoc. En LaVoz.com.ar conocé a Andrea y a toda la comunidad educativa de Los Cerros. Cómo viven y cuáles son sus desafíos, en un trabajo audiovisual especial que realizamos en la montaña.
Los docentes del secundario Los Cerros buscan por diversos caminos torcer el futuro de sus alumnos. Intentar que los chicos no abandonen el colegio y que completen sus estudios es el primero. Una vez que lo logran, como el caso de Andrea, los esfuerzos se centran en hacer un seguimiento de la vida posescolar e intentar conseguir becas para los chicos, para que se puedan mudar a la ciudad e iniciar una vida universitaria.
La escuela apuntó esta vez a la Fundación Sí, que desde 2017 funciona en Córdoba con la idea de romper con la distancia y las limitaciones de dinero para que alumnos de contextos rurales puedan seguir una carrera universitaria.
“Tenemos una residencia en barrio Parque Vélez Sársfield, frente al hospital Privado, donde hoy viven 30 chicos”, cuenta Manuel Lozano, uno de los responsables de la fundación.
Esta organización se encarga del techo, la comida y los apuntes de los chicos. Además, ponen profesores tutores para ayudar a los alumnos en su paso por la universidad y también hacen un cursillo de preparación para los ingresantes.
Lozano cuenta que el único requisito para ser beneficiario de la fundación es la distancia y la imposibilidad económica para costearse los estudios. Los nuevos ingresantes a esta residencia se definen en septiembre.
Esta casa tenía capacidad para 30 jóvenes, pero ahora se amplió y puede albergar a 44.
Beca universitaria
Por otro lado, en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), son conscientes de las dificultades que existen en diversos contextos sociales (rurales o de la ciudad) para que los alumnos que terminan el secundario continúen con una carrera de grado, por eso tienen disponible un sistema de becas para ingresantes.
Según explicó Leandro Carbelo, secretario de Asuntos Estudiantiles de la UNC, se otorgan 135 becas de este tipo por año.
El beneficio incluye una mensualidad de 1.200 pesos, la posibilidad de comer sin abonar en el Comedor Universitario, cursillos especiales de adaptación a la vida universitaria y un profesor tutor a cargo de seguir los avances en la carrera.
“Para acceder a esta beca no nos fijamos en el promedio. Se hace una entrevista socioambiental en la casa del solicitante y sobre la base de esto decidimos si puede ser beneficiario o no. Tenemos muchos casos de alumnos de contextos rurales, pero también de barrios marginales de Córdoba”, detalla Carbelo.