Papelones de exportación
Basta repasar los archivos para constatar los prontuarios que obran sobre el comportamiento de hinchas de fútbol cada vez que la selección argentina sale del país para disputar algún torneo de envergadura.
En realidad, son los mismos barrabravas que perpetran sus tropelías en los estadios argentinos y que le han dado rótulo a la violencia en el fútbol, un fenómeno que, a juzgar por los antecedentes, parece difícil de erradicar.
No se trata sólo de fanatismos exacerbados en aliento a una divisa, sino directamente de sujetos emparentados con el delito que se mueven con impunidad asombrosa y que en muchos casos manejan dineros de dudosa procedencia.
Los episodios registrados durante el Campeonato Mundial de fútbol, que se escenifica por estos días en Rusia, son una reiteración de los papelones a los que nos dejan expuestos estos revoltosos sin fronteras.
Una forma de exportar los malos comportamientos a los que estamos acostumbrados en las competencias de entrecasa del más popular de los deportes.
La prensa nacional e internacional, como así también las distintas plataformas digitales, divulgaron los incidentes protagonizados por hinchas argentinos antes del partido que el seleccionado nacional perdió con Croacia.
El Ministerio de Justicia de la Nación actuó esta vez con celeridad y logró identificar a los 24 sujetos que se trenzaron en una golpiza con parciales de Croacia. Según la cartera que conduce Patricia Bullrich, se trata de barras con antecedentes en materia de disturbios ligados a los clubes Huracán, San Lorenzo y Unión de Santa Fe.
Otro capítulo vergonzoso y repudiable estuvo a cargo de dos maleducados que se aprovecharon de la ingenuidad y del desconocimiento del idioma español de dos adolescentes rusas para hacerlas grabar videos con expresiones obscenas.
La “picardía criolla” se viralizó en las redes sociales y hasta motivó la indignación de la Embajada rusa en la Argentina. Uno de los “turistas” impresentables fue individualizado, obligado a pedir disculpas públicas y echado del Mundial. El otro irrespetuoso corrió la misma suerte, con una andanada de repulsa en las redes.
Hay medidas acertadas, pero que no nos salvan del ridículo. Los violentos que cobraron notoriedad por trompearse con sus pares croatas serán incorporados a la lista de restricción para que se les prohíba concurrir a los estadios argentinos por un lapso de dos años.
Ahora bien: si se sabe quiénes son y a los clubes que pertenecen (hasta sus rostros se difundieron en la web) ¿no había forma de evitar un nuevo escarnio para la imagen del país vedando su presencia en Rusia?
No es la primera vez que fanáticos argentinos son echados de un Mundial. Sería temerario intuir que estas personas son el reflejo de una sociedad en constante crispación.