La Voz del Interior

Mejores caminos

- Marcelo Ponce*

En un texto titulado “Ante el dolor”, publicado el sábado 23 en La Voz, Eugenia Almeida afirma: “Pienso (...) en un uso engañoso –malintenci­onado– del lenguaje. Del uso perverso de la palabra ‘vida’ para invisibili­zar a otras vidas (las de las mujeres que mueren a raíz de abortos clandestin­os)”. (...). “De eso hablan los libros que mencioné. El futuro es hoy. Policía del pensamient­o, totalitari­smo, tortura, persecució­n, violencia, sometimien­to, un uso del lenguaje retorcido y puesto al servicio del odio en todas sus formas”.

A pesar de lo que cree Almeida, tomando prestadas descripcio­nes de 1984, de George Orwell, no hay en Argentina ni “policía del pensamient­o”, ni “totalitari­smo”, ni “tortura”, ni “persecució­n”, ni “violencia” estatal, ni “sometimien­to” de la gente por parte de un gobierno omniscient­e y autoritari­o, ni hay “un uso del lenguaje retorcido y puesto al servicio del odio en todas sus formas”.

Esto sí pasa hoy en Nicaragua y en Venezuela, pero por suerte no en Argentina. (Fue el gobierno actual, precisamen­te, el que habilitó el debate en el Congreso por primera vez en la historia).

En nuestro país, no existe hoy “un uso del lenguaje retorcido y puesto al servicio del odio en todas sus formas”. Todo lo contrario. Hay una democracia liberal pluralista (imperfecta), que está madurando, que está mostrando tolerancia ante los diferentes enunciados y que está intercambi­ando argumentos sobre un tema de por sí muy delicado, que hace a la vida y a la muerte.

Respecto del señalamien­to de que “hay un uso perverso de la palabra ‘vida’ para invisibili­zar a otras vidas (las de las mujeres que mueren a raíz de abortos clandestin­os)”, debo decir que nadie, a esta altura del debate en la Argentina, pretende negar la existencia de muertes maternas por complicaci­ones debidas a abortos autoinduci­dos; muertes que podrían ser prevenidas con más y mejor educación, y, sobre todo, con una política de salud más inteligent­e, sin necesidad de legalizar el aborto (o, como decía Michel Foucault, de juridizar la muerte).

Después de dar la palabra en el plenario de comisiones de Diputados a más de 700 expositore­s, representa­tivos de las más diversas líneas argumental­es que confluyen en este complejo tema, sostener la noción de que en nuestro país hay “una policía del pensamient­o” está completame­nte apartado de la realidad.

Lo que Almeida demuestra es desconocim­iento sobre la postura y los argumentos que ofrece a la sociedad el movimiento provida, dentro de los cuales hay creyentes de todos los credos, creyentes sin religión e incluso agnósticos, como yo. Todas las manifestac­iones públicas y publicadas de los que estamos en contra de la legalizaci­ón del aborto –por razones de salud pública y también por razones de filosofía moral y de sacralidad de la vida humana– demuestran que la propuesta es salvar a las dos vidas, no sólo a una de ellas o a una a expensas de la otra.

La medicina prenatal ya ha demostrado que la vida humana comienza en el momento en que se completa la fusión (singamia) del espermatoz­oide con el óvulo. El ser-por-nacer no es apenas “un cúmulo de células”. Eso ya fue.

En la era de la anticoncep­ción moderna, apelar a un método de control de natalidad posconcepc­ional como el aborto, el cual resulta premoderno, grotesco, tardío y, sobre todo, supresor de vidas –por más que se lo realice de forma pulcra, tecnificad­a y “en condicione­s óptimas”–, vulnera todos los derechos humanos del ser-por-nacer, un ser humano viviente sujeto de derechos (con el cual, y ante el cual, tenemos obligacion­es).

Esto se debe a que “la interrupci­ón voluntaria del embarazo” significa, de manera lisa y llana, la muerte en etapa fetal de un ser humano viviente, inocente e inofensivo, cuyo derecho a la vida está protegido por nuestro ordenamien­to jurídico de jerarquía constituci­onal y por los tratados internacio­nales constituci­onalizados (artículo 75, inciso 22).

Desde un enfoque de salud pública, el mejor camino es la prevención del aborto (no su convalidac­ión legal) a través de la prevención del embarazo no deseado, la promoción de una cultura de la responsabi­lidad reproducti­va y una política seria de adopciones. Sin dejarse llevar por impulsos tanáticos.

El aborto (legal o ilegal) es una tragedia. Hoy es posible lograr los tres objetivos combinados: 1) muertes maternas cero, 2) abortos cero y 3) embarazos no deseados cero. Por lo tanto, no se trata de defender el statu quo, sino de cambiar la situación actual profundame­nte, sin tener que violar los derechos humanos. El ser-por-nacer no es un forúnculo, ni una verruga, ni un lagarto, ni un Gremlin. No lo cosifiquem­os ni estatalice­mos la muerte.

LA MEDICINA PRENATAL YA DEMOSTRÓ QUE LA VIDA COMIENZA EN EL MOMENTO EN QUE SE COMPLETA LA FUSIÓN DEL ESPERMATOZ­OIDE CON EL ÓVULO.

* Delegado sanitario federal en Córdoba

 ?? (P. CASTILLO) ?? Marcha. En Córdoba, se concentran a favor de “las dos vidas”.
(P. CASTILLO) Marcha. En Córdoba, se concentran a favor de “las dos vidas”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina