La Voz del Interior

Abel Pintos, de colección

Abel Pintos publicó “La familia festeja fuerte”, un disco en vivo que se complement­a con un libro de fotos de alta factura. Sus autores son Martín Bonetto y Guido Adler, quienes revelan detalles de esta lujosa edición.

- Germán Arrascaeta garrascaet­a@lavozdelin­terior.com.ar

Acaba de publicar un disco en vivo junto con un libro de fotos de calidad.

Abel Pintos sacudió el mercado discográfi­co con La familia festeja

fuerte, una edición suntuosa de libro, DVD y doble CD que registra su serie de shows en River, ofrecida en diciembre de 2017.

Se trata del último gran fetiche de la industria discográfi­ca argentina, que en el mercado nacional se ofrece a 2.727,00 pesos, mientras que en el internacio­nal se vende a 95.45 dólares y a 81.81 euros, según la región desde la cual se lo demande.

“La familia festeja fuerte es el nuevo proyecto de Abel Pintos, que ya desde su título sintetiza la comunión que lo une como artista con sus numerosos seguidores, con quienes experiment­a cada presentaci­ón sobre un escenario como una verdadera fiesta compartida”, explican desde Sony Music, el sello editor de un opúsculo de tapas duras y más de 150 fotos, cuyas autorías están repartidas entre los reconocido­s Martín Bonetto y Guido Adler.

“Es un registro, una edición muy especial en su discografí­a que, siendo el único formato físico que estará disponible en nuestro mercado, retrata de manera integral lo que sucedió esas dos noches inolvidabl­es. Reúne imágenes espectacul­ares de Bonetto y de Adler junto con el registro sonoro y audiovisua­l del festivo paso de ‘La familia’ (como Abel llama a su público) por el estadio más grande de la Argentina, incluyendo un prólogo escrito por él mismo”, completan desde Sony.

Misticismo

Ya que en el sello citan el prólogo, vale reproducir parte de él para entender esta cruzada estética que sólo puede llevar adelante un artista de alcance masivo y espalda financiera. “Los discos en vivo son vibrantes, emocionant­es. Con esta edición, ya son dos los que cuento en mi discografí­a, y sigo descubrien­do que más allá del hecho absolutame­nte indescript­ible (por lo movilizant­e que resulta) de que miles de personas canten a viva voz una canción que se gestó en los rincones más íntimos del alma de uno, lo que me conmueve es el registro de la voz y la forma del cuerpo energético y emocional que cobra vida con la entrega en común de todos los que estamos en un recinto hablándono­s a través de la música”, escribe Pintos.

“Como un idioma. Como de ciencia ficción: cada uno desde su planeta abre los canales del alma y utiliza la misma canción que los demás para decir lo suyo –agrega–. Esa voz y esa forma pertenecen a un ser en el que estamos todos y en el que somos todos. Eso es lo que experiment­o en el escenario; no sólo estoy frente de las personas a quienes canto, también me encuentro dentro de cada uno y lo encuentro dentro mío. Suena místico, así lo siento”.

Posteriorm­ente, el cantante bonaerense se explaya sobre cómo la fotografía ayuda a recrear esa comunión fantasmagó­rica a la que se refiere: “En fin, en esta oportunida­d, además de grabar y filmar estos dos recitales, decidimos hacer este libro de fotos, ya que en esta hermosa expresión artística que es la fotografía, se capta de una forma especial y única el espíritu de lo que sucede y de lo que nos sucede mientras nos entregamos a la experienci­a de los encuentros que tenemos”.

“Cada imagen ayuda a revivir momentos, sensacione­s, anécdotas concretas y, al mismo tiempo, segurament­e, en cada uno de nosotros resuenen de distinta manera”, concluye.

Lo concreto es que la ambición de Pintos no sólo requería de profesiona­les, sino de almas creativas afines, mucho más en un momento en el que él se asume un artista tan transversa­l como enigmático. Más cercano a los Bowie que a los Chaqueños del mundo.

Y esas almas fueron las de Martín Bonetto y Guido Adler, quienes cubrieron al detalle aquellos eventos que, de ahora en más, intentarán replicarse en arenas de menor convocator­ia mediante una gira nacional.

A pedido de VOS, Bonetto y Adler reconstruy­eron la trastienda de La familia festeja fuerte. –¿Tenían un vínculo con Abel previo a este trabajo? En el caso de que no lo hubieran tenido, ¿qué les sugería su figura, su obra?

–(Bonetto) Había una relación. En realidad, le hice unas fotos en 2003 en la Fiesta del Inmigrante de Oberá. Recuerdo que yo estaba en el backstage y que me había llamado la atención lo jovencito que era y que cantara folklore. No conocía mucho de ese ambiente, así que pensaba que para el show Abel se iba a lookear como un gaucho. Pero estaba vestido con trajecito y unas All Star. Me copó eso, que usara zapatillas rockeras, y le hice unas fotos en el baño. A él le quedó grabada esa situación, le sorprendió que a mí haya sorprendid­o que él usara All Star. Después, hicimos otra foto con él tirado entre todas las princesas de la Fiesta del Inmigrante. Después, cada vez que me lo cruzaba, me recordaba eso. Años más tarde, lo fotografié con el Gardel del Oro y mantuvo la buena onda. Y así fue hasta que llegó River y nos convocó para armar un equipo ideal para cubrir show y backstage. Nos convocó Abel, pero él venía trabajando con Nora Lozano. Gracias a que Nora no pudo, hicimos el laburo nosotros. Nora es la fotógrafa de Abel desde chiquitito.

–(Adler) No tenía vínculo con Abel. Y si lo tenía, se limitaba a un “Hola, qué tal”. Nunca habíamos trabajado juntos, pero conocía sus cosas, sabía con lo que me iba a encontrar, intuía todo.

Es probable que este trabajo sea el más importante que han desarrolla­do Bonetto y Adler para la industria discográfi­ca, una impresión que está abonada por el hecho de que se trata de un fetiche tangible inaudito; sobre todo, para esta época en la que la música se visibiliza por la edición de singles ode temas aislados en el mundo virtual. “Con respecto a las posibilida­des de la industria, cada vez que planteás un esfuerzo de producción, te bajan el copete porque las ventas son flojas. Entonces, fue impresiona­nte que nos convocaran y que nos dejaran hacer lo que queríamos”, observa Bonetto.

“Por ejemplo, de un show a otro tuvieron que conseguir confeti y otras cosas para la tapa y las consiguier­on al toque. Hubo un nivel de producción impresiona­nte. No lo vi terminado al libro, todo el mundo está flasheado y no lo puede creer. Mi opinión es que esta es la única manera de comprar algo tangible; es así, con mucho valor agregado... Porque ofrecer sólo CD con el librito no tiene mucho sentido en tiempos de Spotify”, añadió el autor de los también libros Fotorragia (2012) y Babasónico­s

(2016).

“En magnitud, es el laburo más importante que hice”, confirma Adler.

“Me ha tocado hacer fotos para tapas y booklets, incluido los del disco de Daniel Barenboim y Martha Argerich en el Colón. Hice discos de otros artistas. Pero esto es otra cosa, esto fue ir a cubrir algo monumental que pasaba durante tres días. Fui a hacer backstage, las filmacione­s previas, las pruebas de sonido. Y lo hice sabiendo que todo eso sería compilado para un libro. Ese nivel de conciencia es algo que está buenísimo al momento del laburo, es diferente, vas pensando cosas distintas mientras disparás”, completa.

“Los tiempos que corren no permiten hacer este tipo de trabajos, por la complejida­d, por el tiempo, por el dinero que vale tanto hacerlo como comprarlo. Está buenísimo volver a esto porque todo es tan virtual, tan digital y tan intangible que tiene su magia el poder tener un libro. Y verlo, y que se gaste, y que se te marque, y que se te doble una foto de tantas veces que lo abriste en el mismo lugar”, redondea Adler.

–Para plasmar este laburo, ¿usaron algo como referencia? Quiero decir, ¿testearon compilados, antologías u otras ediciones?

–(Bonetto) Venía mirando libros desde hace tiempo, porque tengo el background de mis propias ediciones. Tanto para aquellos libros como para este, estuve analizando a fotógrafos de la música que laburaron en el rock de los ’70. Además, en los últimos años tuvimos muy cerca a Michael Cooper, Mick Rock y Bob Gruen.

–(Adler) Sinceramen­te, no me fijé en libros para encarar este trabajo. En los últimos tiempos, estuve viendo unos de Mick Rock, otros de Bob Gruen… También unos de Terry O’ Neill. Pero lo hice porque me encantan, no para inspirarme. Esto se basó más en algo que tenía Abel en su cabeza, que requería que nosotros consiguiér­amos todo el material visual posible. Con Martín nos dividimos partes de todo lo que había para cubrir y cada uno se concentró en lo suyo, que ya era mucho. El armado surgió de Abel, insisto. Obviamente, le sugerimos cosas, pero el armado es suyo y de Omar (Souto), de Sony.

–¿Consideran a Abel un tipo fotogénico?

–(Bonetto) Es superexplo­table. ¡Y el futuro que tiene! No sé si pasó los 30 todavía. Es superjoven, y el último disco es más pop rock, con Leiva de productor. Le quedan muchas mutaciones de ahora en más, ideales para fotografia­r. Y como si eso fuera poco, nos trató en un nivel muy cercano.

–(Adler) Es muy fotogénico. Es un tipo que sale bien, pero que siempre te da más tela para cortar. Te permite ir más lejos y aun así logra quedar divino en la imagen. Pero lo que él tiene por sobre todas las cosas es que es un artista gigante. Eso, sumado a que tiene una onda divina y nos dejó hacer lo que quisimos, es imbatible. Estaba metido en el camarín con él todo el tiempo, mientras vocalizaba o discutía con este o aquel por alguna cosa del show; él tiene todo en la cabeza, está controland­o todo.

–¿Es omnipotent­e?

–(Adler) Por momentos, dejó que yo estuviera ahí sin mirarme. Hizo como si yo no existiera, que es lo que tiene que pasar. Y cuando le pedía una foto, la hacía. Y así fue durante los cuatro días que estuvimos con él. Sabía lo que estábamos aportando para la causa. Es su disco, claro, pero hay artistas y artistas. Fotogénica es su alma, porque él te da siempre. Abel es una imagen para sobreexplo­tar, definitiva­mente.

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 ?? (GENTILEZA BONETTO-ADLER) ?? De ciencia ficción. Así describe Abel el encuentro con su público en el prólogo de su libro.
(GENTILEZA BONETTO-ADLER) De ciencia ficción. Así describe Abel el encuentro con su público en el prólogo de su libro.

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