La Voz del Interior

Nahir, la primera menor de 20 años condenada a cadena perpetua

Nahir Galarza se convirtió en la mujer más joven de la historia criminal argentina en recibir una condena a prisión perpetua. Pese a la difusión que tuvo el caso, en proporción son muchos menos los crímenes de mujeres contra varones.

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Desde ayer, la joven entrerrian­a de 19 años, Nahir Galarza, ostenta un oscuro récord: ser la mujer argentina más joven de la historia en ser condenada a prisión perpetua por un tribunal del país, al menos desde que está en vigencia el actual Código Penal.

Se trata de la adolescent­e que fue juzgada por haber matado de dos balazos a quien era su pareja, Fernando Pastorizzo (20), crimen que se produjo el pasado 29 de diciembre en la ciudad de Gualeguayc­hú, Entre Ríos, y que ahora, seis meses después, ya tiene fallo en primera instancia.

Por lo inédito de las circunstan­cias (una joven victimaria y un joven víctima, que eran pareja), el asesinato generó una inusual repercusió­n durante estos meses, lo que provocó que cada alternativ­a de esta causa se convirtier­a en noticia nacional.

Ayer, llegó el punto final, al menos en lo que respecta al juicio ordinario celebrado en los Tribunales de Gualeguayc­hú.

Los jueces dictaminar­on que Nahir era culpable del delito de homicidio doblemente calificado por el uso de arma y la relación de pareja, y le impusieron la pena más dura que el Código Penal establece para este tipo de episodios: prisión perpetua.

La nueva ley de ejecución penal determina que aquellas personas que son condenadas a prisión perpetua por las circunstan­cias previstas en el artículo 80 (si se mata a un hijo, a un padre, por alevosía, por relación de pareja, entre otros agravantes) la libertad condiciona­l recién será otorgada al cumplir los 35 años de prisión.

En la práctica, significa que la joven cuando cumpla ese tiempo de encierro podrá comenzar a solicitar la prisión condiciona­l (no se activa de manera directa al cumplir ese plazo, sino que antes se realizan una serie de peritajes).

En las redes sociales, el caso generó un amplio debate, ya que desde diferentes grupos y posturas particular­es se pretendió equipar lo sucedido con la epidemia social de los femicidios.

Es decir, se aducía, de manera simple y general, que este crimen habría puesto al descubiert­o que las mujeres también matan a sus parejas varones.

Sin embargo, esta polémica lejos está de tener asidero en la realidad, al menos desde una comparació­n estadístic­a. Es que la cantidad de femicidios multiplica varias veces a los casos inversos.

Por ejemplo, el año pasado en la provincia de Córdoba se registraro­n 23 crímenes de varones contra mujeres agravados por femicidio, mientras que en el mismo lapso se anotaron cuatro episodios de mujeres que mataron a sus parejas varones, según se investiga a nivel judicial.

Sin las partes

Ni Nahir ni sus padres estuvie- ron ayer presentes en la sala para escuchar la lectura de la sentencia que terminó por condenarla.

En cambio, los que sí escucharon el veredicto y lo festejaron fueron los padres de Fernando.

Es que el caso terminó por convertirs­e en una batalla judicial en la que cada una de las coartadas defensivas terminaron por derrumbars­e.

En el juicio quedó comprobado que los dos disparos fueron intenciona­les y no accidental­es (“Jamás vi o me enteré de que a una persona se le escaparan dos tiros de manera involuntar­ia”, dijo Javier Azcué, técnico en balística de la Policía de Entre Ríos); que no hubo un atenuante de violencia de género (él no la maltrataba ni el ataque de balazos se debió a una defensa de ella ante una posible golpiza) y que Nahir y Fernando eran novios, lo que terminó por agravar la acusación contra ella y enfrentarl­a a la condena más dura.

Una de las estrategia­s de la defensa apuntaba a que no se trataba de una pareja consolidad­a, sino que mantenían una relación circunstan­cial.

“No éramos novios, nunca fuimos. No conozco a sus papás ni salgo con sus amigos. Sólo nos veíamos de madrugada para tener sexo”, dijo Nahir durante una de las audiencias.

Esto tenía como objetivo plantear un posible escenario de homicidio simple y no agravado por el vínculo, algo que finalmente el Tribunal descartó.

El arma con la que la joven mató a Fernando era una pistola nueve milímetros propiedad del padre de ella, que es policía.

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(GENTILEZA CLARÍN) Controvers­ia. El caso que terminó con la condena de la joven de 19 años generó una inusual polémica, sobre todo en las redes sociales.

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