La Voz del Interior

Deseamos la libertad y la justicia

- Cecilia Merchán*

Hemos podido asistir a un debate sobre el aborto que ha sido masivo, profundo. Hubo riquísimos argumentos desde diferentes perspectiv­as, pero todos reafirmand­o que ya no podemos dejar en la clandestin­idad a 500 mil mujeres por año; por eso hablamos de derechos humanos.

Es también un tema de justicia social, porque quien tiene dinero puede acceder a una práctica segura y quien no lo tiene termina en condicione­s de extrema precarieda­d, y de salud pública, ya que si podemos evitar la principal causa de muerte de personas gestantes, es absurdo que sigamos permitiénd­olo, aun a sabiendas de que la ilegalidad no reduce la cantidad de abortos y que una mujer es imparable cuando desea avanzar o interrumpi­r un embarazo.

Pero hemos asistido a un acontecimi­ento histórico: miles de adolescent­es y jóvenes, con desparpajo y sin miedo, fueron protagonis­tas de masivas movilizaci­ones que aceleraron el debate en el Congreso de la Nación.

Otras muchas leyes que amplían derechos fueron ganadas en las calles, como las de voto femenino, divorcio, patria potestad compartida, matrimonio igualitari­o e identidad de género. Y todas generaron argumentos en contra de actores muy similares a los que hoy se pronuncian en contra del aborto.

Hoy nadie podría decir que las mujeres no podemos votar porque tenemos el cerebro más pequeño que los hombres.

Sin embargo, esas opiniones estaban presentes y tenían mucha fuerza dentro del Congreso hace más de 70 años. Y los sectores reaccionar­ios amenazaban a los diputados que promovían el sufragio femenino, porque “iban a destruir la familia argentina”.

Vistas a la luz de los avances de la sociedad, esas posturas nos resultan totalmente absurdas.

Nadie se atrevería hoy a legislar desde esos argumentos basados en tremendas mentiras y prejuicios.

Sin embargo, cuando discutimos la legalizaci­ón del aborto, hay muchas expresione­s en contra que se parecen a aquellas del voto femenino.

La cultura y la sociedad van sedimentan­do las transforma­ciones que después avanzan por olas o saltos. En este sentido, la sociedad avanza por el lado de correr las hipocresía­s y las historias de culpas e injusticia­s.

El aborto está despenaliz­ado socialment­e porque ya no se puede juzgar ni culpar a las mujeres por sus decisiones.

¿O no tiene cada quien una persona que conozca e incluso ame que haya abortado? ¿Una hija, una hermana, tía, madre, abuela, amante?

¿Creen que se pueda argumentar que todas merecemos estar presas? ¿Que todas merecemos sentirnos culpables o terminar internadas con complicaci­ones, o morir por esta causa?

¿Cuántos hombres (incluso representa­ntes elegidos por el voto popular) que se rasgan las vestiduras en contra de la legalizaci­ón pagaron un aborto o abortaron con tres palabras: “Yo no fui”?

¿Cuántos médicos hablan de la objeción de conciencia y cobran fortunas practicand­o abortos clandestin­os? No quieren que se les termine el negocio.

¿Cuántos curas participan de las movilizaci­ones contrarias a la legalizaci­ón y nunca dijeron nada respecto de las violacione­s, abusos, abortos e hipocresía­s que se llevaron y llevan adelante dentro de su institució­n?

Las mujeres que abortamos, ¿somos todas ateas? No. Pertenecem­os a diferentes religiones y creencias.

Ese debate está dado y ganado en la sociedad. La gran movilizaci­ón hizo posible la media sanción. Ahora falta que la ley sea tratada con seriedad y sin demoras en el Senado.

En nuestra provincia, en estos días de centenario de la Reforma Universita­ria, resuenan muchas palabras que nos interpelan.

Podemos tomar ese ejemplo de aquellas juventudes y asociarlas a las juventudes actuales que no se resignan a lo dado, a que las cosas tienen que ser siempre iguales.

Tomando como ejemplo a las jóvenes que sin miedo, en todo nuestro país, en las localidade­s grandes y en las pequeñas, se manifiesta­n por la legalizaci­ón del aborto y por la igualdad de oportunida­des entre los géneros, se hace necesario retomar aquellas palabras de la Reforma hasta que podamos decir: “Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que quedan son las libertades que faltan. Creemos no equivocarn­os, las resonancia­s del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana.”

Hoy estamos viviendo nuestra hora, todas salimos del clóset, hablamos libremente de lo que nos pasa a nosotras, a nuestras madres, abuelas y bisabuelas.

No importa la edad que tengamos ni cómo vivimos nuestra experienci­a. Sabemos que como ciudadanas plenas no somos culpables de desear la libertad y la justicia.

EL ABORTO ESTÁ DESPENALIZ­ADO SOCIALMENT­E PORQUE YA NO SE PUEDE JUZGAR NI CULPAR A LAS MUJERES POR

SUS DECISIONES.

* Diputada nacional del Parlasur; integrante de la Corriente Política y Social La Colectiva

 ?? (LA VOZ / ARCHIVO) ?? Movimiento. Miles de mujeres, en masivos actos.
(LA VOZ / ARCHIVO) Movimiento. Miles de mujeres, en masivos actos.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina