La Voz del Interior

Los juguetes rabiosos de Macri

- Claudio Fantini*

Elisa Carrió lanzó contra el Presidente la peor descalific­ación que ha recibido. Ni el kirchneris­mo más delirante dijo de Mauricio Macri algo tan demoledor como lo que dijo su aliada. Nadie disparó sobre su imagen un proyectil más letal que el disparado por ella.

Si el Presidente dijo lo que Carrió dice que dijo, es un calculador inescrupul­oso y negligente. ¿Qué otra cosa puede decirse de un mandatario que impulsa un debate para jugar a dos puntas y el juego le sale mal porque le “habían dicho” que ocurriría otra cosa?

Según la diputada, Macri le contó que había habilitado el tratamient­o de legalizaci­ón del aborto porque estaba seguro de que ganaría el No.

De ser así, el Presidente mintió al país al afirmar que lo hacía, no por estar de acuerdo con la legalizaci­ón, sino porque era una necesidad histórica dar ese debate tantas veces negado.

Si es verdad lo que “Lilita” dice que Macri le dijo, entonces este actuó desde un oportunism­o hipócrita, queriendo quedar bien con Dios y con el diablo.

La diputada, que dice estimarlo mucho, lo describió como un demagogo que, para colmo, calculó mal el trayecto del debate. Ergo, de haber sabido qué rumbo tomaría, no lo habría habilitado.

Lo peor que le pasó al Presidente esta semana es lo que dijo de él la dirigente a la que el Gobierno se desvive por mantener cerca. Por suerte para Macri, buena parte del país seguía enredada en el debate de qué hacer con Jorge Sampaoli.

Por esas distraccio­nes recurrente­s es que el disparo de Carrió no terminó de destrozar la de por sí magullada imagen del Presidente.

El debate que lo destacaría en la historia, más aún si desemboca en la legalizaci­ón, se convirtió en un bumerán por obra y gracia de “Lilita”.

Es sideral la distancia ética entre el estadista que deja de lado su posición personal sobre un tema porque entiende la necesidad de debatirlo, y el hipócrita oportunist­a que juega a dos puntas. Sin embargo, como si alcanzara la desmentida balbuceada por Marcos Peña, nadie le exigió al Presidente que sea él mismo quien aclare lo dicho por Carrió.

Desde hace tiempo, la inteligenc­ia, la formación, el coraje cívico y la integridad de “Lilita” resultan eclipsados por las veleidades y el mesianismo que cada vez sobresalen más en sus poses y discursos.

Esa suerte de embriaguez que la hace actuar como sacerdotis­a del oráculo republican­o, recomendan­do a los argentinos decentes cómo actuar y señalándol­es el rumbo inexorable de la historia, la hizo ahora disparar una ráfaga letal sobre la imagen del Presidente.

Por suerte para Macri, buena parte del país sigue distraída esperando que Sampaoli tenga un rapto de dignidad y se eche a sí mismo. Esa distracció­n y la atención concentrad­a en la cotización del dólar no sólo taparon la andanada de quien parece el “juguete rabioso” de Cambiemos, sino otra pésima noticia: la renuncia de Alberto Manguel a la Biblioteca Nacional.

La agrupación política que tomó la gris decisión de reemplazar a un candidato de la calidad de Facundo Manes por un dirigente minimalist­a como Esteban Bullrich, ahora ni se inmuta al perder un funcionari­o con la talla intelectua­l y ética de Manguel.

Tan valiosa, que la oposición no cuestionó que viniera de Canadá y que el grueso de su obra haya sido escrita en inglés. Tenerlo en la Biblioteca era una de las pocas señales culturales importante­s que daba el Gobierno a la sociedad. Manguel tuvo la gentileza de justificar su renuncia en una enfermedad, pero parece claro que la razón es otra. Ese escritor sin ambiciones políticas tuvo con el Presidente el cuidado que no tienen sus aliados.

Más allá del oportunism­o que muestra buena parte de la oposición, de la oscura violencia piquetera y de los desvaríos ideológico­s de muchos dirigentes, a los zarpazos más desgarrado­res Macri los recibe de quienes, se supone, tendrían que ayudarlo.

Como la dirigente chaqueña que actúa como Silvio Astier, el personaje de Roberto Arlt que se volvió contra aquel a quien no tenía motivos para atacar.

Pero Carrió no es el único juguete rabioso. También están el empresaria­do que no invierte un centavo, los grandes banqueros que especulan y los productore­s rurales que no ceden un milímetro, ni siquiera por agradecimi­ento.

DESDE HACE TIEMPO, LA INTELIGENC­IA, LA FORMACIÓN, EL CORAJE CÍVICO Y LA INTEGRIDAD DE “LILITA” RESULTAN ECLIPSADOS POR SUS VELEIDADES.

POR SUERTE PARA MACRI, BUENA PARTE DEL PAÍS SIGUE DISTRAÍDA ESPERANDO QUE SAMPAOLI TENGA UN RAPTO DE DIGNIDAD Y SE ECHE A SÍ MISMO.

* Politólogo

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(LA VOZ) Elisa Carrió. Una aliada del presidente Mauricio Macri poco sutil.
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