Normalidad, después de tanta irresponsabilidad
La filial Córdoba de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) parece encaminarse a recuperar cierta normalidad institucional después de la orfandad gremial que dejó a cientos de miles de cordobeses de a pie durante 10 días, en el recordado y desproporcionado paro de choferes del transporte público de pasajeros, sucedido hace poco más de un año en la Capital.
Las aguas siempre agitadas de uno de los sindicatos con mayor poder de fuego de la provincia –por la ventaja que supone paralizar un servicio esencial como el transporte– comenzarán a agitarse pronto.
Sucede que en noviembre, si se respeta lo decidido por la intervención nacional, se realizarán los comicios de los que deberá surgir una nueva conducción de la UTA Córdoba.
Esa elección, que siempre interesa a las administraciones municipales, está plagada de condimentos.
En nuestro Primer plano de hoy repasamos buena parte de las causas que mantuvieron viva la intervención de la UTA nacional. Además, adelantamos cuáles serían los próximos pasos de quienes lideraron aquella extensa huelga y pretenden, un año después, seguir teniendo influencia en el gremio.
La extensa protesta de 2017 no sólo impidió el traslado a miles de pasajeros. Expuso también la fragilidad
LA PROTESTA DE 2017 EXPUSO LA FRAGILIDAD DE LOS PODERES PÚBLICOS PARA DAR RESPUESTAS A LOS CIUDADANOS.
de los poderes públicos para dar respuestas a los ciudadanos ante desbordes.
Ni el municipio ni la Provincia pudieron, con sus herramientas legales, garantizar algo tan básico como la movilidad. El fracaso fue compartido.
Es bueno recordarlo: recién después de varios días, en que el intendente Ramón Mestre cargó en soledad con el costo del problema, en el Centro Cívico se percataron de que la situación ameritaba su participación.
Tanto, que aquel conflicto fue clave para la sanción de la ley de servicios esenciales, que recién volvió a desempolvarse hace algunas semanas en el marco de otra puja de proporciones: la que mantienen Epec y Luz y Fuerza.