La Voz del Interior

¿El mundo y Cambiemos hacia un populismo sano?

- Daniel Gattás*

No hay dudas de que en nuestro país hay algunas palabras que, por sus implicanci­as políticas y económicas, son muy maltratada­s.

“Liberalism­o” es una de ellas, ya que se usa de manera peyorativa para endilgarle al vocablo todos los males que sufre nuestra sociedad y sacarnos el peso y la responsabi­lidad de nuestros errores recurrente­s.

Así, con este curioso revisionis­mo del léxico, vamos eliminando de nuestra memoria histórica lo que significó el liberalism­o, particular­mente en las definicion­es de los grandes pensadores de la ilustració­n francesa, que reivindica­ron a este como el derecho del hombre de conducirse con libertad por el camino que crea más convenient­e para su crecimient­o espiritual y económico, que se respeten sus derechos individual­es y se rechacen los atropellos y cualquier tipo de práctica autocrátic­a.

Lo mismo ocurre con “populismo”, que debido a nuestra historia reciente aparece como sinónimo de electorali­smo, corrupción y desfinanci­amiento del Estado; todo ello muy alejado del pensamient­o de Ernesto Laclau, quien rescató la palabra del lugar marginal en que la habían ubicado las ciencias sociales, para repensarla, no como una degradació­n de la democracia sino como una ampliación de las bases democrátic­as de la sociedad.

El populismo, para Laclau, “es una forma de pensar las identidade­s sociales, un modo de articular demandas dispersas, una manera de construir lo político”.

El mundo se mueve al compás de vientos que corren con fuerzas y direccione­s diferentes; así como en otras épocas soplaban corrientes de libre mercado, hoy por hoy las cosas parecen distintas y el Estado vuelve a tener un rol central.

Observemos los casos de España e Italia en estos últimos dos meses. En España, el socialista Pedro Sánchez Pérez Castejón, quien reemplazó de un plumazo a Mariano Rajoy luego de triunfar una moción de censura en el Parlamento, en sus primeras declaracio­nes aseguró que mejorará la eficiencia del Estado de bienestar para combatir la pobreza y dignificar la política salarial. También apuntó a llevar adelante políticas activas para promover el empleo y elevar la cobertura a los desemplead­os.

En Italia, una vez que Giuseppe Conte fue nombrado primer ministro, sus promesas económicas más ambiciosas fueron una baja generaliza­da de impuestos, una renta ciudadana para desemplead­os y la reforma del sistema de pensiones.

El mismísimo Donald Trump hace “populismo a la norteameri­cana” cerrando sus fronteras, no sólo a los inmigrante­s ilegales sino también a los productos que compiten de manera desleal con los elaborados en su país, incentivan­do el empleo interno y promoviend­o un mayor estándar de vida.

¿Y qué pasa en Argentina? En realidad, hay una gran confusión, tanto de los mercados como de la gente común, porque el Gobierno no tiene claro a dónde va; si bien es meritorio cambiar una decisión cuando reconoce que se equivocó, no es sano hacerlo todos los días, porque se desorienta hasta el más pintado. Obsérvese que lentamente, y a pesar de aparecer en principio como defensores del libre mercado, el gobierno de Cambiemos va tomando medidas muy cercanas al “populismo” que tanto fue denostado hasta hace pocos meses.

Ahora parecen haberse dado cuenta de que con los voraces empresario­s no se juega, que hay que controlarl­os y que el secretario de Comercio no puede ser una figurita decorativa; que no es fácil domar el déficit fiscal cuando hay tanta pobreza; que hay que intervenir en política cambiaria y monetaria; que parte del préstamo del Fondo Monetario Internacio­nal tiene que ir a obra pública, y que insistir en la lucha contra la inflación con medidas ortodoxas es recesivo, genera más desempleo. Tardaron sólo dos años y medio en reconocerl­o; un tiempo excesivo si recordamos que los períodos presidenci­ales duran sólo cuatro años.

A pesar de lo expuesto, desde el Gobierno se sostiene que no hay “cambio de rumbo” en la política económica.

Ante ello, sería interesant­e preguntarn­os cuál es esa política económica, quién la diseña y quién la ejecuta. Porque si no se conoce el camino y a los responsabl­es del mismo se transita a tientas; esa es la sensación que abunda entre los agentes económicos. Sería saludable que el Gobierno nacional se olvide por un tiempo de Jaime Durán Barba; que le dé más protagonis­mo a la “política” para alcanzar los consensos y vuelva a repensar el país que quiere transmitie­ndo con honestidad a la población dónde estamos parados y qué se puede esperar en los próximos meses.

De lo contrario, la angustia y la desconfian­za destruirán una vez más las ilusiones de los argentinos que queremos un país moderno, que crezca, pero con inclusión y oportunida­des para todos.

EL GOBIERNO DICE QUE NO HAY “CAMBIO DE RUMBO” EN LA POLÍTICA ECONÓMICA. ¿CUÁL ES ESA POLÍTICA, QUIÉN LA DISEÑA?

* Doctor en Ciencia Política, docente UNC y UCC

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(LA VOZ) Durán Barba. El autor propone que Macri lo olvide por un tiempo.
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