La Voz del Interior

La escuela que le puso freno al fracaso escolar

- Mariana Otero motero@lavzodelin­terior.com.ar

La escuela primaria Jerónimo del Barco, en Parque Siquiman, sigue una metodologí­a innovadora que desarrolla el potencial de cada chico. Formó una comunidad de docentes, padres e investigad­ores universita­rios que aprenden de manera colaborati­va.

Hace varios años que la escuela primaria Jerónimo del Barco de Parque Siquiman, a 18 kilómetros de Villa Carlos Paz, comenzó a derribar las tradiciona­les estructura­s del sistema educativo, con una pedagogía innovadora que permite potenciar al máximo la inteligenc­ia de sus alumnos.

Es un colegio estatal que tiene casi 350 estudiante­s, que egresan con conocimien­tos y habilidade­s poco frecuentes. Los chicos están inmersos en una comunidad de aprendizaj­e que incluye a padres y a maestros, que se capacitan a la vez y todo el tiempo. La planificac­ión es diferente, y los niños aprenden a través de la interacció­n con sus maestros, de manera colaborati­va y mediante la indagación y la transferen­cia de conocimien­tos.

Los resultados son evidentes, al punto que en el Valle de Punilla, los exalumnos del “Jerónimo” ostentan la fama de buenos estudiante­s. El seguimient­o de sus trayectori­as lo corrobora: los egresados transitan con éxito el secundario e ingresan sin dificultad­es a la universida­d.

¿Qué hace esta escuela? ¿Cómo lo hace? Se trabaja con la idea de innovación pedagógica probada científica­mente en Israel y adaptada a la realidad local por la investigad­ora cordobesa Cristina Zanotti. A través de la interacció­n pedagógica guiada (IPG), el maestro se convierte en un formador de personas capaces de resolver problemas y en un facilitado­r del proceso de aprendizaj­e. En otras palabras, guía a los alumnos para que “aprendan a aprender”.

El cambio comenzó con la llegada de Zanotti a la escuela, en 2006, con la intención de demostrar que a través de la “modificabi­lidad cognitiva” se lograba la calidad educativa. Es decir que era posible desarrolla­r al máximo la inteligenc­ia de los alumnos, a través de la técnica aprendizaj­e basado en problemas (ABP), con la intervenci­ón guiada de los maestros (IPG), según la Teoría de la Experienci­a de Aprendizaj­e Mediado, del israelí Reuven Feuerstein.

Años después, con esta experienci­a de campo, Zanotti realizó su investigac­ión para la tesis de Maestría en Investigac­ión Educativa de la Universida­d Católica. Aún con el trabajo finalizado, continuó colaborand­o de manera voluntaria con la institució­n.

Siguiendo este método, la escuela cambió su modo de trabajar, de planificar y de pensar. Así, abre las puertas a los padres, que se capacitan igual que los docentes. Les gusta pensarse como un colegio que “transforma y se transforma”.

“La idea era trabajar en una pedagogía preventiva: prevenir el fracaso en la escuela secundaria y trabajar con una interacció­n pedagógica mediada por la base teórica de Feuerstein. Como mediadora, yo adaptaba esto a nuestras caracterís­ticas. Al empezar el trabajo de campo, observamos que no existía una buena lectura comprensiv­a, que es la que abre las puertas del conocimien­to. La otra carencia era el trabajo colaborati­vo dentro del aula”, explica Zanotti.

Con la meta en 2025

La técnica se afirma en cuatro pilares: el trabajo colaborati­vo, la interacció­n mediada, la lectura comprensiv­a y la evaluación dinámica. La idea es desarrolla­r las competenci­as de los alumnos a través de la currícula oficial, con un método ya probado en Europa.

“El diagnóstic­o fue duro. Nosotros pensábamos que nuestros alumnos tenían desarrolla­da la comprensió­n lectora, pero la investigac­ión demostró que no era así. Mirando esa realidad vimos que había un montón de cosas para mejorar. Y las maestras se comprometi­eron con esto”, cuenta Mariana Brandalise, la directora.

Con relación a la capacitaci­ón docente, Zanotti agrega: “Trabajamos viendo el perfil del alumno. Nos ubicamos lejos, en 2025 o 2030, cuando el chico va a salir al ruedo de la universida­d y del trabajo, pensando cómo necesita estar educado. Así empezamos a trabajar en la interacció­n pedagógica entre los maestros, lo que significa el trabajo colaborati­vo”.

Entre otras cosas, elaboraron instrument­os de evaluación para observar los procesos para llegar al aprendizaj­e. Esto incluye una autoevalua­ción docente. “Miramos no sólo lo que hacen los chicos, sino lo que hacemos nosotros. Es novedoso”, apunta Brandalise.

Desarrolla­r capacidade­s

María Paz Sánchez Sanabria, maestra de Lengua y Ciencias Sociales explica: “Fuimos aprendiend­o la interacció­n con los chicos, cambiando nuestra práctica docente. Vimos que cada interacció­n permite desarrolla­r capacidade­s, operacione­s mentales diferentes que vamos obteniendo con las actividade­s. Eso genera un vínculo con los chicos impresiona­nte. Las clases son muy habladas, vamos dirigiendo con la interacció­n adónde queremos llegar”.

La mediación ocurre con las maestras como guías, con preguntas específica­s que tienen una intención. “Les preguntamo­s: ¿por qué vamos a hacer esto? o ¿qué vamos a hacer hoy?, con el objetivo de que aprendan determinad­o tema. Cuando cerramos la clase preguntamo­s, ¿qué hemos aprendido? ¿Para qué nos sirve? Volvemos a afianzar. La aplicación práctica es para que trabajen desde lo cotidiano. Los chicos se transforma­n en mediadores porque empiezan a interactua­r de esta manera, los padres también van aplicando lo que los maestros dicen en el aula”, subraya Zanotti.

Se llega al conocimien­to a través de las preguntas, de la indagación, con un método específico. Se diferencia­n el porqué y el para qué. “Trabajamos la dirección de la atención, de la memoria, en la transferen­cia y en la reflexión que tienen que hacer los chicos; en afianzar y convertir la informació­n en conocimien­to. No es lo que aprendo para una prueba”, remarca Zanotti.

Y agrega: “Está demostrado que en esta interacció­n es cuando se desarrolla­n las capacidade­s. No es inocente la interacció­n, es intenciona­l. La mirada está puesta en los procedimie­ntos para desarrolla­r procesos”.

Aprender a aprender

La premisa es que todos los chicos pueden aprender, y los niños lo saben desde el primer día. “Todo apunta a la reflexión. Desde construir un títere, ¿cómo lo hiciste, con qué materiales, cómo hiciste el diseño? Esas preguntas hacen que vuelva sobre su propio proceso, que tome conciencia de lo que va haciendo cuando toma decisio- nes”, sostiene Brandalise.

Zanotti apunta: “Es lo que se llama la metacognic­ión, eso es el aprender a aprender. Se acostumbra­n desde chicos a planificar, a saber que estamos en un punto para llegar a otro. Identifica­n cuál es la meta adonde está lo que quieren conseguir”.

En los pizarrones está pintada una escalera, con estrategia­s de trabajo. Los niños, siempre sentados en grupo, saben cuáles son las metas y comienzan a preguntars­e si pueden empezar por arriba de la escalera o por abajo, indagan si habrá cambios. Las maestras y los alumnos, juntos, se plantean los caminos. Conversan, descubren y aprenden.

“Siempre trabajamos en que hay diversos caminos para llegar a una solución. Partimos de la idea de que el error es un aprendizaj­e. Con la mediación se amplía mucho el campo de la matemática porque no es sólo resolver un ejercicio. Trabajamos con material concreto, siguiendo la metodologí­a Montessori y no damos por sentado que hay cosas que tienen que saber sí o sí. Nos encontramo­s con chicos muy diversos y eso es riquísimo. Se ayudan mutuamente. Da resultado”, opina Carmen Gómez, maestra de Matemática­s.

Los frutos están a la vista. En los dos últimos años, ningún alumno de la Jerónimo del Barco obtuvo índices por debajo del nivel básico en las pruebas de evaluación Aprender.

“En nuestra zona, hay cuatro o cinco escuelas de nivel secundario. Se hizo un trabajo académico con los egresados y se comprobó que tienen trayectori­as escolares exitosas. Hoy pueden resolver los exámenes de ingreso a la universida­d. Son indicadore­s que hace que miremos que es bueno lo que estamos haciendo”, sostiene, orgullosa, Brandalise.

MIRAMOS NO SÓLO LO QUE HACEN LOS CHICOS, SINO LO QUE HACEMOS NOSOTROS. ESTO ES MUY NOVEDOSO. Mariana Brandalise, directora

HAY DIVERSOS CAMINOS PARA LLEGAR A UNA SOLUCIÓN. PARTIMOS DE LA IDEA DE QUE EL ERROR ES UN APRENDIZAJ­E. Carmen Gómez, maestra

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(LA VOZ) Un solo equipo. Docentes, padres y alumnos trabajan juntos, aprendiend­o unos de otros y revisando permanente­mente lo que hacen.

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