La Voz del Interior

Lucha libre en el barro, a la espera de la pelea que vale

- Virginia Guevara Panorama provincial

Desde hace dos semanas, los cordobeses son espectador­es de una atronadora pelea política que incluye, por parte del mestrismo, denuncias de vínculos políticos con el narcotráfi­co en una provincia cada vez más insegura tras 19 años de gobierno de Unión por Córdoba, y un contraataq­ue peronista que apunta a negociados municipale­s con la basura en una ciudadcada­vezmássuci­ayalos módicos resultados obtenidos en los seis años y medio que el radicalism­o lleva en el poder municipal.

Una lucha en el barro, en la que cada bando tira con lo que tiene a mano a los fines de confirmar lo obvio: Ramón Mestre se erigió de hecho como el retador del poder provincial, y el peronismo contribuye con entusiasmo en la consolidac­ión del intendente como adversario de cara a 2019. Unos y otros actúan como si la alianza entre el radicalism­o y el PRO no existiera más.

Con el caso Hak, el relevo en la Secretaría de Seguridad y las intrigas en torno al arsenal policial como trasfondo, el mestrismo llevó la delantera a la hora de las acusacione­s. Pero cada declaració­n explosiva fue retrucada, cada comunicado tuvo su réplica y cada tuit recibió una descarga del mismo tenor. El espectácul­o es tan entretenid­o como inconducen­te: se amontonan las causas judiciales que descansará­n luego en el Fuero anticorrup­ción –ya nadie en la Provincia habla de disolverlo–, y se reproducen desde espacios oficiales las mismas versiones que dinamitan entre los ciudadanos la siempre escasa confianza en las institucio­nes.

Mestre se ocupa cada día de no quedar fuera de la pelea. Juan Schiaretti se cuida de no entrar él personalme­nte en la superficie fangosa, pero manda a los suyos.

El gobernador se reserva para la verdadera batalla política, que este año no se librará en Córdoba, sino en Buenos Aires, a medio camino entre la Casa Rosada –donde Mauricio Macri iniciará desde esta semana la negociació­n con los gobernador­es peronistas por el reparto de los pesares que trae consigo el ajuste fiscal– y el Congreso Nacional, donde los legislador­es que responden a esos gobernador­es develarán la duda que embarga al sistema político y a la economía entera: si todavía hay alguna posibilida­d de negociació­n entre Cambiemos y el peronismo.

No hay otro tema en todo el escenario nacional.

No hay candidatur­as hasta que se resuelva esa contienda en torno de un recorte de 300 mil millones de pesos comprometi­do con el Fondo Monetario Internacio­nal. No hay 2019 hasta que ese ajuste esté definido, y luego vendrá el trabajo que ningún político quiere hacer: ejecutarlo en medio de una campaña electoral.

Tampoco hay otro gobernador peronista con más peso que Schiaretti en esa discusión determinan­te, en la que se juega buena parte de la sobrevida de Cambiemos. No se observan diferencia­s de tamaño entre la oportunida­d y el riesgo que esa circunstan­cia representa para Schiaretti, que hasta ahora cosechó del macrismo calificati­vos como “dialoguist­a”, “racional” y “republican­o”.

Entre el intenso petardeo de la semana pasada, hubo un único dardo que se sintió fuerte en el Panal. Fue el que lanzó la diputada Elisa Carrió con un planificad­ísimo descuido: “Schiaretti tiene que apoyar, si no, no tiene obras”. En la Provincia lo interpreta­ron como un mensaje directo de Mauricio Macri, y para que no queden dudas de que el gobernador tomó nota, fue la diputada Alejandra Vigo la encargada de responder: “chantaje”, “apriete”, “métodos de la dictadura”, bramó la esposa de Schiaretti. Hasta hace pocas semanas, una palabra se imponía sobre todas las demás en la relación entre el gobernador y el Presidente: “gobernabil­idad”. Es precisamen­te lo que hoy está en dudas.

La experienci­a indica que mucho de lo que terminan tomando como propio “los gobernador­es” surge del despacho del gobernador de Córdoba.

Schiaretti fue clave para que Macri sentara a 23 provincias a firmar el Consenso Fiscal en noviembre pasado, y las condicio- nes iniciales que el peronismo planteó como base de discusión del ajuste también fueron las diseñadas desde el Centro Cívico cordobés: que el recorte empiece por los fondos nacionales que siguen benefician­do a porteños y bonaerense­s del Conurbano por encima de todos los demás argentinos. Cambiemos se encamina a aceptar esos condiciona­mientos, asumidos ya por Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, que se aprestan a hacerse cargo de Edenor y Edesur y a recibir menos subsidios al transporte, aunque aún resisten el traspaso de Aysa.

Schiaretti no será el único cordobés en esa negociació­n por el ajuste. Para evitar que los gobernador­es digan una cosa y los legislador­es voten lo contrario en el Congreso –eso ocurrió con la ley antitarifa­zo que Macri vetó–, Cambiemos prevé la participac­ión legislativ­a en la discusión. Mario Negri es el jefe de la bancada oficialist­a en Diputados, ya es parte de la estrategia macrista ante las provincias y avisa que no peleará en el barro cordobés, pero que nadie en la alianza entre el radicalism­o, el PRO y la Coalición Cívica ungió como candidato a gobernador a Ramón Mestre. Negri disputará esa candidatur­a en nombre de Cambiemos y también sabe que en la negociació­n por el ajuste tiene su riesgo y su oportunida­d. Las disputas por venir son las trascenden­tes.

LA EXPERIENCI­A INDICA QUE MUCHO DE LO QUE TOMAN COMO PROPIO "LOS GOBERNADOR­ES" SURGE DEL DESPACHO DE JUAN SCHIARETTI.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina