La Voz del Interior

Una disputa impiadosa por la letra chica

- Edgardo Moreno Panorama nacional

Afuerza de torniquete­s, el equipo económico de Mauricio Macri logró inducir un par de semanas más estables en el mercado cambiario.

La atención del país político comenzó a aterrizar en el único escenario que no está en condicione­s de eludir: la necesidad de reducir el déficit fiscal.

Reapareció la política. No con los ornamentos de los grandes pactos que algunos de sus referentes sueñan con protagoniz­ar. Más bien con las reuniones de necesidad y urgencia a las que los obliga el país real.

Macri en persona encabezó algunos de esos encuentros. Intentó alinear al radicalism­o con el programa de ajuste comprometi­do con el Fondo Monetario Internacio­nal. Los dirigentes más críticos de la UCR –que se habían entusiasma­do con los documentos de sus asesores económicos con medidas alternativ­as a las que ejecuta la Casa Rosada– regresaron a sus distritos con la convicción de que los márgenes para ensayar heterodoxi­as son casi inexistent­es.

Gerardo Morales, ahora gobernador de Jujuy, habrá recordado los días en los que estaba sentado del otro lado de la ventanilla, en la gestión de Fernando de la Rúa.

Pero los sordos ruidos del radicalism­o masculland­o tras los muros no son la preocupaci­ón mayor. Más graves pueden ser las diferencia­s con María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta. Ambos recelan de las negociacio­nes de la Casa Rosada con el peronismo para acordar el ajuste.

Vidal sabe que es el blanco predilecto adonde apunta el peronismo. Su distrito es la ciudadela que la oposición debe cambiar de mano para reconquist­ar el poder. Macri no ignora esa verdad evidente. Ocurre que la política, después del acuerdo con el FMI, se ha transforma­do en una ardua e impiadosa disputa por las hendijas de la letra chica.

El Presidente ha delegado en Marcos Peña –el ideólogo de la triple reelección– la maniobra más delicada del ajuste: la que implica sumar en la reducción del déficit a los dos distritos administra­dos por dirigentes de su propio partido.

Con los gobernador­es justiciali­stas habla el ministro del Interior, Rogelio Frigerio. Y en ocasiones el propio Presidente, que consiguió imponer de inicio diálogos bilaterale­s con los jefes del peronismo territoria­l.

La alianza de gobernador­es justiciali­stas se adaptó a esa modalidad. Pero por otro lado le concedió libertad de acción a los legislador­es que maneja en el Congreso para que reclamen la inclusión como actores autónomos en la paritaria del nuevo Presupuest­o. Desde su paso por Boca, Macri ya reconoce cuando le envían La Doce.

En el peronismo, la proximidad del ajuste también ha reconfigur­ado las opciones políticas. La objeción in totum al acuerdo con el Fondo ha quedado como consigna práctica sólo en el kirchneris­mo. Un espacio argumental que todavía tiene dificultad­es para explicar los extravíos que ensayó en su relación con el mundo.

El último de los desaguisad­os conocidos es el juicio que se ganó el país por la estatizaci­ón irregular de YPF durante la pasantía de Axel Kicillof. Una demanda que supera con amplitud el juicio emblemátic­o de los fondos buitre ante el finado Thomas Griesa.

En el peronismo de los gobernador­es, la posición frente al ajuste se ha diversific­ado. No todas las provincias administra­das por el justiciali­smo tienen el mismo grado de solidez fiscal para enfrentar una discusión mano a mano con la Casa Rosada.

Es cierto que la elección de 2019 dejó de ser un horizonte imposible para el peronismo. No es menos real que el tránsito hacia ese objetivo implica ajustar ahora y competir recién después.

Es el escenario que las encuestas describen con alguna precisión. Hasta en Córdoba, un territorio que le fue siempre favorable, la imagen de Macri se ha deteriorad­o. Pero en ningún caso aparece un liderazgo opositor que capitalice esa caída.

Pese a eso, que el espacio de la negociació­n política se vaya ajustando a la discusión de la reducción del déficit es un punto a favor de la Casa Rosada. No sólo porque siempre imaginó al Presupuest­o como el verdadero pacto político. Sino porque corre contra la urgencia: necesita despejar las dudas de los técnicos del FMI sobre la viabilidad política del ajuste comprometi­do.

Si Christine Lagarde cumple el anuncio de otra visita al país la semana próxima, el Gobierno deberá demostrar algún avance político para garantizar la credibilid­ad de sus objetivos de ajuste.

Por las dudas, los técnicos del Fondo han recomendad­o mirar también la recomposic­ión de las cuentas públicas por la vía de los ingresos. En los borradores, incluyen una revisión de la política oficial de reducción de las retencione­s a las exportació­n. También por las dudas, el Gobierno dejó trascender que no prevé incumplir su compromiso reciente con las entidades del agro.

Es que para Macri la política de los acuerdos con los gobernador­es y en el Parlamento ha comenzado a ser excedida por algunos reclamos de corporacio­nes. Tras el último paro de la CGT, la Corte Suprema alertó sobre el presupuest­o para los jueces. Los rectores advierten sobre los recursos de las universida­des. La Mesa de Enlace de las entidades del agro llegó hasta el despacho del Presidente. Nadie deja de pelear por la letra chica.

Hubo un tiempo en que el Gobierno se esperanzó con una fórmula alquímica: el crecimient­o de la economía, sumado a los ajustes graduales, podía absorber el rojo del fisco.

Como suelden decir los abogados, ese debate del gradualism­o ya es a esta altura una etapa precluida. Fue una chance que había conquistad­o el oficialism­o en las urnas. Caducó por no haber sido ejercida a tiempo.

ANTES DEL REGRESO DE CHRISTINE LAGARDE, MAURICIO MACRI Y LA OPOSICIÓN PULSEAN POR LA REDUCCIÓN DEL DÉFICIT.

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