La Voz del Interior

Cordobeses ante la posibilida­d de una droga esperanzad­ora

- Tomás Vázquez tvazquez@lavozdelin­terior.com.ar

Ivana Devalis es contundent­e cuando se le consulta sobre cómo afecta la atrofia muscular espinal (AME) y, tal vez sin notarlo, utiliza dos ejemplos asociados al cariño o a la felicidad para graficarla. “Muchos piensan que el problema es que son chicos que no pueden caminar, pero es tal la debilidad que tienen cuando avanza la enfermedad que algunos no tienen la fuerza para abrazar, y otros ni siquiera para sonreír”, dice.

Sus dos hijos, Benito (3) y Fausto (8), tienen AME nivel 2 –el segundo más agresivo.

Hace un año, su familia presentó un recurso de amparo ante la Justicia para acceder a un novedoso tratamient­o que no fue aprobado todavía en el país. En diciembre de 2017 logró una medida cautelar para que pudiera obtenerlo.

Sin embargo, demoras en los pagos y el aumento del precio del dólar impidieron que accedieran al tratamient­o, que se administra a través de inyeccione­s.

“Vivir con AME es estar permanente­mente transitand­o duelos de alguna función de tu cuerpo que te abandona de a poco para nunca más volver. Te vas muriendo, como todos, pero con mucho más conciencia y certeza de que te vas a apagar más temprano que tarde”, respondió Sebastián Crippa (40) –quien tiene AME 2– a la pregunta sobre cómo es vivir con esa enfermedad poco frecuente. Cada día va perdiendo la posibilida­d de realizar actividade­s de la vida diaria.

“Ahora ya no puedo lavarme solo los dientes y me cuesta cortar la comida. Da mucha bronca que no se apruebe un tratamient­o por cuestiones de presupuest­o”, agregó Lisandro Uretti (18), quien también tiene AME 2.

La Navidad de 2016 fue de muchos festejos para las 250 familias que componen Familias AME Argentina (Fame), una organizaci­ón que nuclea a pacientes y a familiares para brindar informació­n y contención, difundir la problemáti­ca, solventar investigac­iones, capacitar profesiona­les y gestionar ensayos médicos.

El 23 de diciembre, la Administra­ción de Alimentos y Medicament­os de Estados Unidos (FDA, por su sigla en inglés) aprobó el nusinersen, con el nombre comercial Spinraza, primer medicament­o contra la AME.

Cinco meses después, lo hizo la Agencia Europea de Medicament­os (EMA) y en septiembre ya lo habían conseguido países como Suiza, Brasil, Japón y Canadá.

“En julio de 2017 se inició en Argentina el proceso de registro en la Anmat (Administra­ción Nacional de Medicament­os, Alimentos y Tecnología Médica) y más de un año después seguimos en el mismo lugar, esperando. El promedio de registro en el mundo fue de 5,8 meses, rápidos por lo cruda que es la enfermedad y por ser huérfana –que no existe otro medicament­o–”, precisó Vanina Sánchez, miembro de Fame.

Sin registro

Al no estar registrada en la Anmat, la única forma de acceder al tratamient­o es a través de un Régimen de Acceso por Excepción a Medicación (Raem).

El paciente debe conseguir la prescripci­ón médica y presentar los papeles en la agencia, y esta autoriza el ingreso por un convenio que tiene firmado con la FDA.

Luego, en casi la totalidad de los casos, la obra social lo rechaza y se debe hacer un recurso de amparo.

En la actualidad, de las 250 personas que hay en Argentina con AME, 47 son pacientes en tratamient­o –sólo dos fueron aprobados sin necesidad de amparos– y hay 40 amparos más en desarrollo.

Cada inyección que se deben colocar –seis el primer año y tres por año durante toda la vida– cuesta cerca de 100 mil dólares, lo que hace que sea prohibitiv­o para casi todas las familias.

Por ese motivo, tras meses esperando ser recibidos, el jueves 5 de este mes se juntaron con el ministro de Salud, Adolfo Rubinstein, a quien le pidieron que se aprobara el medicament­o para todos los tipos de AME y para todas las edades.

“Estamos condenando a los pacientes por una cuestión económica. Y, si se trata de plata, aprobándol­o se ahorran costos de importació­n, se arregla un precio más barato. Con la misma plata tal vez tengamos el doble de las aplicacion­es”, calculó el cordobés Héctor Uretti, fundador de Fame, que en 2003 recibió el diagnóstic­o de su hijo Lisandro.

Con 14 pacientes, el médico neurólogo Javier Linzoain (50) es uno de los especialis­tas cordobeses con más experienci­a en atrofia muscular espinal.

De acuerdo con lo descripto por Linzoain, las personas que tienen AME carecen de una proteína específica, lo cual provoca el deterioro muscular progresivo. Los pacientes carecen del gen SMN1, que produce el 90 por ciento de las proteínas protectora­s. Sí tienen el gen SMN2, que genera una proteína en forma deficiente. El medicament­o Spinraza hace que el organismo produzca una proteína de buena calidad.

“En cada control, la familia viene y te dice que esta semana su hijo dejó de mover el brazo, o que dejó de mantener bien la cabeza”, explica.

El neurólogo se emociona al mostrar las fotos de pacientes que tiene en su celular, incluyendo etapas anteriores y posteriore­s a la profundiza­ción del deterioro.

“Es increíble, imaginate. Toda mi vida estuve esperando dar una noticia buena a alguna familia”, concluye el neurólogo en diálogo con este medio.

Otros profesiona­les también dieron cuenta de los beneficios de administra­r el tratamient­o a los pacientes afectados por esta enfermedad.

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(NICOLÁS BRAVO) Lisandro Uretti. El joven tiene AME y, debido a la debilidad muscular, su abuelo le construyó un atril que le facilita la lectura.

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