La Voz del Interior

La miseria del hombre más rico en la historia moderna

- Pablo Leites Nativo digital pleites@lavozdelin­terior.com.ar

Poco más de un año atrás, apenas horas antes de anunciar al mundo que su compañía había comprado la cadena de supermerca­dos de productos orgánicos Whole Food por algo más de 13 mil millones de dólares, Jeff Bezos tuiteaba cándidamen­te para que le sugiriesen causas benéficas a las cuales donar dinero.

Por entonces, el fundador y CEO de Amazon era la segunda persona más rica del mundo y su patrimonio era calculado por Forbes en 83 mil millones de dólares.

En sólo 12 meses, casi duplicó ese número: este lunes se convirtió en la persona más rica de la historia moderna al contabiliz­ar 150 mil millones de dólares, cifra que supera lo que cualquier ser humano haya acumulado jamás. Incluso comparado con valores constantes y teniendo en cuenta factores como la inflación, nadie había llegado a tanto.

No se detendrá ahí. Los analistas estiman que las ventas durante el Prime Day –evento que consiste en 36 horas de ofertas en todos los países donde funciona Amazon y que arrancó este lunes– depositará­n al calvo empresario en un nuevo récord de riqueza individual. Este mismo martes, los trabajador­es de Amazon en España y en Alemania se declararon en huelga para exigir aumentos salariales y mejores condicione­s laborales.

A febrero de este año, Amazon empleaba a 566 mil personas en todo el planeta. Una fuerza laboral que ha sido noticia muy seguido por las pésimas condicione­s de trabajo. Empleados de depósito y empaquetad­ores que trabajan turnos de 11 horas y caminan más de 30 kilómetros por día en gigantesco­s almacenes; horas extras obligatori­as y a menudo impagas; vigilancia intensiva, incluso durante las pausas para ir al baño, y una política de despidos implacable son algunos de los “galardones” más oscuros de la firma de Bezos.

¿Y las donaciones? Más allá de su fama de tacaño y avaro, está claro que lo suyo no es la filantropí­a: su primer aporte de dinero sin retorno ocurrió en enero de 2018 y consistió en 33 millones de dólares (el 0,02 por ciento de su fortuna personal) a los dreamers (jóvenes inmigrante­s que ingresaron ilegalment­e a Estados Unidos cuando eran niños). Las respuestas a su pregunta en Twitter habían superado las 50 mil sugerencia­s.

Esa cifra no sólo es poco comparado con lo que otros magnates como Bill Gates o Warren Buffet donan anualmente, sino que en paralelo Bezos anunció que lleva adelante un plan para deshacerse de (vender) mil millones de dólares por año en acciones de Amazon, para destinar ese dinero al desarrollo de viajes tripulados a la Luna a través de otra de sus empresas, la aeroespaci­al Blue Origin.

Tampoco hay beneficenc­ia allí. Se estima que los tickets para viajar al satélite natural de la Tierra no serán ni gratis ni baratos: costarán entre 200 mil y 300 mil dólares. De rico, para ricos.

Con semejante nivel de inequidad, es difícil tomar en serio vaticinios como el que fue difundido esta semana por la consultora Price Waterhouse Cooper, en el que se asegura que los avances tecnológic­os y de la inteligenc­ia artificial no van a dejar sin trabajo a los seres humanos.

No sólo es el dueño de una fortuna imposible de dimensiona­r. Bezos es hoy la cara más reconocibl­e de un capitalism­o tan salvaje que no se detendría aun si su propia superviven­cia como sistema estuviese en riesgo.

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Bezos. El dueño de Amazon no se caracteriz­a por la filantropí­a.

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