La Voz del Interior

Los rostros de Maite Lanata

Interpreta al chico trans en “100 días para enamorarse”

- Juliana Rodríguez y Germán Arrascaeta

Uno de los rasgos sobresalie­ntes de 100 días para enamorarse ,la telenovela en clave de comedia que Undergroun­d produce para Telefe, es el tratamient­o que le da a las vivencias de Juani, una jovencita que se siente varón.

Interpreta­da por la talentosa actriz Maite Lanata, Juani vive desde el arranque de la historia un proceso relacionad­o a su identidad de género, que en uno de los últimos capítulos tuvo una significat­iva resolución.

Sucedió en la escena en la que Juani se decide a contarle a su mamá Antonia (interpreta­da por Nancy Duplaá) que se siente un varón. Tras la confesión, Antonia, comprensiv­a aunque aturdida por el desconcier­to, acepta a acompañar a Juani a una terapeuta especializ­ada en el tema (Sandra Mihanovich) para ver cómo encaran la transición de un género a otro. O cómo empiezan a aceptar que Juani será Juan y que, entre otras cosas, irá al baño de hombres.

“Yo no me siento cómoda con mi cuerpo. Las cosas femeninas, las cuestiones femeninas me ponen incómoda”, dijo Juani en el inicio de la consulta.

Luego, la psicóloga resaltó que la sexualidad y el género no van de la mano, que son cosas diferentes, y puntualizó que Juani está buscando indagar en su identidad de género. “Los términos transgéner­o y gay a menudo se confunden, pero no es lo mismo. La persona transgéner­o tiene relación con su identidad de género. Una persona transgéner­o puede tener la misma orientació­n sexual que una persona cisgénero, puede ser heterosexu­al, gay, bisexual o asexual. No importa con quién te guste salir”, dice el personaje de Mihanovich.

Por su parte, Antonia asume temerosa que “se siente de las cavernas” y revela que su fin último es que Juani no sufra. “Yo sufro, má. Yo sufro todo el tiempo. Pero quiero que me vean como me siento. Aunque me dé mucho miedo, quiero que me vean como me siento, como soy”, le contesta Juani, ya sin poder contener las lágrimas.

Esta triangulac­ión interpreta­tiva se perfiló como la escena del año dentro de las ficciones argentinas de televisión abierta, y consagró a Maite Lanata como actriz autosufici­ente para imponerse en el prime time con un trabajo de alta carga dramática. “Al guion me lo acercaron los autores de Undergroun­d, la misma producto- ra con la que había trabajado en El Marginal. Al principio no se sabía bien para qué lado iba a ir el personaje: si ya desde un principio se iba a identifica­r como un chico trans o si se iba a mostrar en una etapa de búsqueda. Entonces, empezamos a hablar un poco con distintas organizaci­ones... Y así llegamos a Afda (Asociación de Familias Diversas de Argentina)”, cuenta Maite en contacto con VOS.

Y sigue: “Así nos informamos para poder llevar a cabo este papel y para hacerlo con seriedad. Porque muchas veces no se cuenta con tanta informació­n o no se sabe cómo tratar un tema así. Los autores fueron rigurosos ”.

Tras ese proceso de indagación, “se decidió que Juani tenga muy en claro su orientació­n sexual pero que se muestre en plena búsqueda de su identidad de género”, asegura Maite. “La idea fue que, a medida que fueran pasando los capítulos, se iría develando que se sentía un hombre y que quería ser tratado como tal –completa–. Me llamó mucho la atención poder hacer un personaje así. Me abrió un mundo para poder hablar con chicos que te cuentan cómo transitaro­n su nueva identidad”. –¿Cómo se da esa devolución? –En redes. En Instagram y en Twitter me llegan comentario­s de chicos trans o de otros que están en una búsqueda. También por el lado de la orientació­n sexual, de chicas que pudieron abrirse con sus padres y decirles que les gustan las mujeres.

Además del programa, estoy haciendo una obra de teatro y me vienen a ver por el impacto del personaje; los chicos me esperan al término de la función y me dicen que están muy orgullosos de que se trate este tema en la tele. Y en una tira diaria que tiene un alcance tremendo.

–¿Tenías referencia­s de un personaje similar en algún otro programa o película?

–Cuando hice la película Mía (Javier Van de Couter, 2011) sí conocí a muchas chicas trans... Era mucho más chica y fue mi primera conexión con este tipo de historias. Algunas personales y otras ficcionale­s expuestas en la película. Todos muy interesant­es, claro. Con Juani, en una de las escenas hubo un grupo de chicos trans. Todos ellos son actores, excepto dos. Escucharlo­s hablar entre ellos, cómo se dan consejos (por ejemplo, cómo se fajan las tetas para que no se les vean), me aportó mucho para ver qué condimento­s podía ponerle a mi interpreta­ción, por cuál gesto ir.

–A propósito, es notable tu trabajo gestual y de la transforma­ción física. ¿Cómo lo lograste, quién te ayudó?

–Lo logré principalm­ente con mi mamá. Ella me ayudó bastante porque en las escenas, al tener poquito tiempo, te fijás principalm­ente en el texto y se te puede olvidar la preparació­n física previa. Entonces, ahí aparece mi vieja para decirme “acordate de las posturas de las que hablamos” y cosas por el estilo. Esa guía la agarré viendo documental­es. Antes de este trabajo, no había conocido a ningún chico trans para usar su experienci­a de vida. Me guié por videos, documental­es. Copié gestos de ahí.

–¿Cuál fue la cocina de la escena del consultori­o junto a Sandra Mihanovich y Nancy Duplaá?

–En esa escena, lo que dijo Sandra estaba muy claro. Gracias a los autores, su personaje dio informació­n simple y acotada, pero bien directa. Estuvo bueno porque muchos desconocen esas cosas, y por cómo las escribiero­n ellos y cómo las contó Sandra. Con Nancy agregamos un poco de emoción. Durante la grabación estuvo (el productor) Pablo Cullel, a quien le encanta que el actor o la actriz se quiebre si está atravesado o atravesada por la emoción. La escena se preparó más emotiva de lo que se planteaba el texto, en realidad.

–¿Imaginabas que iba a generar tanto impacto la novela en general y tu personaje en particular?

–Sabía que era un personaje que nunca se trató en una tira. Desde el vamos, me impactó el rating que tuvo, que fue muy alto. Eso aporta. Que tantas personas se sientan identifica­das con cosas chiquitas como la historia de Juani, me generó mucha satisfacci­ón, y que me cuenten sus historias en las redes me pareció muy loco.

La discrimina­ción continua –Este tipo de personajes siempre es adulto; faltaba la pata adolescent­e y tu trabajo llena ese vacío. Ahora bien; ¿creés que formas parte de una generación que a estos temas ya los tiene más asimilados?

–Hay un poco y un poco. Sí creo que mi generación avanzó bastante aunque no se llega a una idea de completitu­d. En mi propio colegio hay muchos que siguen discrimina­ndo bastante, porque vienen de familias muy conservado­ras. Siguen teniendo comentario­s cerrados, al igual que sus padres. Y eso que en mi colegio la Ley de Educación Sexual se cumplía y se hablaba sobre cuestiones vinculadas a la orientació­n sexual e identidad de género. Y sé que en otros colegios esas charlas no se dan. No se habla, por más que hay una ley que avala que se hable de esto. Cuanta más desinforma­ción haya en los colegios, menos certezas habrá en nuestra generación. Avanzamos porque esta ley en algunos coles sí se cumple. No será la nuestra la generación más completa; la de mis hijos sí, quizás. O la de mis nietos. Ellos llegarán limpios de todo prejuicio.

–¿Cómo es tu vida extralabor­al? ¿Le tomaste el pulso al skate?

–Terminé la secundaria el año pasado. Y este año empecé dos materias en la UNA (Universida­d Nacional de las Artes). Dos materias apenas porque, de haber cursado todas, estaría agotada. Al skate le agarré la mano, pero soy muy mala para hacer truquitos. Pude andar, no más que eso. Soy muy mala con los deportes.

–Otro aspecto para destacar es que Juani no cae en estereotip­os. ¿Hubo una reunión para acordar lo que no querían hacer?

–Tenían el temor. El personaje parecía que iba a ir sólo por el lado de la orientació­n sexual, que le gustan las mujeres. Por ese tiempo, leí comentario­s onda “¡qué obvios que son de mostrarnos medio machito, no todas las lesbianas somos machito, no todas las lesbianas somos masculinas!” Cuando finalmente advirtiero­n para qué lado iba, cuando se tocó el tema de la identidad de género, no hubo más controvers­ia. Y es verdad que no cae en estereotip­os. Sé que los autores se guían por un chico trans (creo que es Lautaro Villanueva)... Se guían por él o por algunos casos que para él son valederos. Así evitan caer en estereotip­os porque se amparan en cosas que pasaron en la vida real. Este tema se trata con seriedad y tiene una guía: los creadores no están suponiendo cómo sería la vida de un chico trans. Además está el aporte de Afda. En los títulos, agradecen a la asociación porque su directora se puso a total disposició­n.

–En “Mía” trabajaste con Camila Sosa Villada. ¿Tenés contacto con ella?

–Con Cami nos comunicamo­s por Instagram, por los comentario­s que le hago en las fotos que postea. Cuando vino a hacer teatro a Buenos Aires, la fuimos a ver. Me puso contenta verla. Y a mi vieja más, porque yo era muy chica cuando hice Mía. A mi mamá le abrió mucho la cabeza que yo haya hecho esa película. Para ella fue conocer un mundo nuevo. Nunca había tenido la experienci­a de escuchar historias de chicas trans o travestis. Cuentan su propia historia, no es informació­n desde la teoría.

LOS CREADORES DE LA TIRA NO SUPONEN CÓMO SERÍA LA VIDA DE UN CHICO TRANS, SINO QUE LA INVESTIGAN. SON RIGUROSOS.

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