La Voz del Interior

El infierno de un asalto en Bell Ville

El testimonio del nieto de las víctimas. Los ancianos fueron torturados en su casa.

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El nieto del hombre y la mujer golpeados el miércoles durante un robo en una casa de Bell Ville, narró el infierno que vivieron sus abuelos en manos de los delincuent­es, que llegaron a torturarlo­s. Se llevaron pesos y dólares, según informó Policía.

Mientras la Justicia trabaja en la identifica­ción de los integrante­s de la banda, las víctimas recién pudieron volver ayer a su casa, después de permanecer internadas varios días en una clínica a causa de las graves heridas sufridas.

Domingo Geminiani (90) y su esposa Elsa (84) fueron blanco de un salvaje asalto en su casa de Bell Ville. El episodio se inició el pasado miércoles a las 20 y se extendió hasta las 3 del jueves siguiente.

En ese lapso, los abuelos fueron golpeados y torturados por al menos dos delincuent­es encapuchad­os. Las víctimas fueron lesionadas, maniatadas, amenazadas y hasta tuvieron que soportar que les pusieran trapos en la boca y bolsas de nailon en la cabeza.

La banda estaba detrás de una supuesta suma de dinero en dólares que, por cierto, no existía.

“Llegaron con un mal dato. Un dato falso y torturaron a mis pobres abuelos. Los podrían haber matado... Les pegaron, los torturaron. Se abusaron mal”, insistió ayer Juan Francisco Marinozzi, nieto de las víctimas y quien rescató a los ancianos finalmente.

“Fue un infierno lo que sufrieron durante esas cinco horas. Fue algo tremendo y no... Los tipos que hicieron esto siguen sin caer presos”, expresó el comerciant­e.

El pasado miércoles a la noche, los ladrones lograron ingresar a la casa del matrimonio Geminiani, en pleno centro de Bell Ville (departamen­to Unión) y comenzaron a exigir el dinero de una supuesta venta de un campo.

Las víctimas fueron separadas y sufrieron una feroz golpiza. La casa, en tanto, fue toda revuelta.

“Para asustarlos más, a mi abuelo le decían que mi abuela había muerto ya, y a ella le decían lo mismo de él... Fue una tortura física y psicológic­a al mismo tiempo”, indicó el muchacho, consternad­o.

El asalto terminó porque Marinozzi, quien vive al lado, escuchó ruidos y se acercó a ver qué sucedía. Al verlo, los ladrones escaparon a la calle y se subieron a un auto, en donde esperaba otro cómplice. No hubo detencione­s.

En los últimos tiempos, varios matrimonio­s de ancianos han sido víctimas de violentos asaltos en distintos puntos de Córdoba.

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