Menos proteínas de buen valor biológico
del 1,5 por ciento.
Por el otro lado, hay una suba en el consumo de infusiones de té o mate cocido (6,3 por ciento), fideos secos (5,75 por ciento), papas (5,6 por ciento), azúcar y tomate triturado (5,2 por ciento cada uno), yerba mate (5,1 por ciento), alimentos a base de leche (cinco por ciento) y aceite, con el
4,8 por ciento.
En el área del CPC Argüello
(143 mil habitantes), en el noroeste de la ciudad, caen 8,5 puntos el consumo de facturas, ocho puntos los yogures, siete los quesos blandos, 6,5 puntos el pescado, cinco puntos la leche fluida, 4,3 la carne vacuna y 4,2 las frutas y verduras (siempre exceptuando las papas).
En cambio, subió más de cuatro puntos el consumo de yerba, mate cocido y té. También se registraron incrementos en el tomate triturado (3,75 puntos), papas (3,6) y azúcar (3,25).
La leche fluida, los quesos blandos, los yogures, las facturas, el pan criollo, la carne vacuna, el pescado fresco, las frutas y verduras también registran fuertes bajas en los territorios de los CPC Ruta 20 (sudoeste de la ciudad), Villa El Libertador (sur), Empalme (sudeste) y Rancagua (este).
En esos sectores también es coincidente el aumento en el consumo de fideos, papas, aceite, azúcar, mate cocido y yerba mate.
Por contrapartida, en los CPC Colón (oeste de la ciudad), Monseñor Pablo Cabrera (norte) y Mercado de la Ciudad (área central) mantuvieron la racha positiva en el consumo de proteínas.
Considerando la información relevada (datos parciales sobre grupos de alimentos y espacios de comercialización) y en términos exclusivamente nutricionales, lo que se observa es una modificación del consumo alimentario que implica en general una disminución del consumo de proteínas de buen valor biológico (es decir, fácilmente aprovechables por el organismo) que son indispensables para los procesos de crecimiento y desarrollo en la infancia y el mantenimiento y reparación de la composición y estructura corporal de adultos.
Junto a ellas, el decrecimiento del consumo de minerales como el calcio y el hierro que cumplen numerosas funciones, como las que se relacionan con las descriptas anteriormente.
Por el lado de los alimentos que se incrementan en los consumos familiares, se encuentran aquellos que realizan aporte principalmente energético (calorías) con una baja densidad nutricional que significa una escasa proporción de nutrientes esenciales como vitaminas y minerales por unidad de alimento.
Esto implica satisfacciones parciales o no de las necesidades calóricas pero con escasa calidad de otros nutrientes que cumplen importantes funciones regulatorias en el cuerpo de las personas incidiendo en sus procesos de salud-enfermedad.
En términos alimentarios, la modificación de los consumos como parte de las estrategias que desarrollan las familias con restricciones en los ingresos en un modo de institucionalización de la economía como es la economía mercado implica una inseguridad alimentaria que se vive de diferentes maneras y que impacta muchas veces de manera desigual entre los integrantes de las familias, pero significa en gran medida resignar hábitos y costumbres que estructuran las mesas de los hogares.
Por lo que las pérdidas no son sólo unidimensionales en términos nutricionales o económicos sino en múltiples dimensiones que hacen a la vida cotidiana.
LOS ALIMENTOS CUYO CONSUMO AUMENTA EN LOS BARRIOS DE CÓRDOBA CUBREN NECESIDADES CALÓRICAS CON UNA BAJA DENSIDAD NUTRICIONAL.