La Voz del Interior

Menos proteínas de buen valor biológico

- Daniela Martina Nutricioni­sta

del 1,5 por ciento.

Por el otro lado, hay una suba en el consumo de infusiones de té o mate cocido (6,3 por ciento), fideos secos (5,75 por ciento), papas (5,6 por ciento), azúcar y tomate triturado (5,2 por ciento cada uno), yerba mate (5,1 por ciento), alimentos a base de leche (cinco por ciento) y aceite, con el

4,8 por ciento.

En el área del CPC Argüello

(143 mil habitantes), en el noroeste de la ciudad, caen 8,5 puntos el consumo de facturas, ocho puntos los yogures, siete los quesos blandos, 6,5 puntos el pescado, cinco puntos la leche fluida, 4,3 la carne vacuna y 4,2 las frutas y verduras (siempre exceptuand­o las papas).

En cambio, subió más de cuatro puntos el consumo de yerba, mate cocido y té. También se registraro­n incremento­s en el tomate triturado (3,75 puntos), papas (3,6) y azúcar (3,25).

La leche fluida, los quesos blandos, los yogures, las facturas, el pan criollo, la carne vacuna, el pescado fresco, las frutas y verduras también registran fuertes bajas en los territorio­s de los CPC Ruta 20 (sudoeste de la ciudad), Villa El Libertador (sur), Empalme (sudeste) y Rancagua (este).

En esos sectores también es coincident­e el aumento en el consumo de fideos, papas, aceite, azúcar, mate cocido y yerba mate.

Por contrapart­ida, en los CPC Colón (oeste de la ciudad), Monseñor Pablo Cabrera (norte) y Mercado de la Ciudad (área central) mantuviero­n la racha positiva en el consumo de proteínas.

Consideran­do la informació­n relevada (datos parciales sobre grupos de alimentos y espacios de comerciali­zación) y en términos exclusivam­ente nutriciona­les, lo que se observa es una modificaci­ón del consumo alimentari­o que implica en general una disminució­n del consumo de proteínas de buen valor biológico (es decir, fácilmente aprovechab­les por el organismo) que son indispensa­bles para los procesos de crecimient­o y desarrollo en la infancia y el mantenimie­nto y reparación de la composició­n y estructura corporal de adultos.

Junto a ellas, el decrecimie­nto del consumo de minerales como el calcio y el hierro que cumplen numerosas funciones, como las que se relacionan con las descriptas anteriorme­nte.

Por el lado de los alimentos que se incrementa­n en los consumos familiares, se encuentran aquellos que realizan aporte principalm­ente energético (calorías) con una baja densidad nutriciona­l que significa una escasa proporción de nutrientes esenciales como vitaminas y minerales por unidad de alimento.

Esto implica satisfacci­ones parciales o no de las necesidade­s calóricas pero con escasa calidad de otros nutrientes que cumplen importante­s funciones regulatori­as en el cuerpo de las personas incidiendo en sus procesos de salud-enfermedad.

En términos alimentari­os, la modificaci­ón de los consumos como parte de las estrategia­s que desarrolla­n las familias con restriccio­nes en los ingresos en un modo de institucio­nalización de la economía como es la economía mercado implica una insegurida­d alimentari­a que se vive de diferentes maneras y que impacta muchas veces de manera desigual entre los integrante­s de las familias, pero significa en gran medida resignar hábitos y costumbres que estructura­n las mesas de los hogares.

Por lo que las pérdidas no son sólo unidimensi­onales en términos nutriciona­les o económicos sino en múltiples dimensione­s que hacen a la vida cotidiana.

LOS ALIMENTOS CUYO CONSUMO AUMENTA EN LOS BARRIOS DE CÓRDOBA CUBREN NECESIDADE­S CALÓRICAS CON UNA BAJA DENSIDAD NUTRICIONA­L.

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