La Voz del Interior

La necesidad de profundiza­r el rumbo

- Manuel Tagle (h)*

La sociedad argentina tiene una clara certeza sobre lo que ocurrió en el pasado y, por lo tanto, una conciencia determinan­te de lo que no debería volver a ocurrir.

El cambio que inició este Gobierno interpreta dicho sentimient­o colectivo. Gran parte de la sociedad lo acompaña, a pesar de criticas y objeciones que parecen dominar el espectro político nacional.

Hay conciencia de que este rumbo político representa la única alternativ­a de revertir nuestra persistent­e decadencia, después de más de 70 años de demagogia y populismo. El costo de semejante desatino político ha sido muy elevado.

El prolongado despilfarr­o de los recursos del Estado desencaden­ó un crónico proceso inflaciona­rio, que distorsion­ó las relaciones económicas y afectó el crecimient­o y el bienestar de la sociedad.

Para salir del difícil cuadro heredado y recuperar no sólo el aspecto económico sino también cambiar cultural y políticame­nte al país, este Gobierno optó por un plan económico que contempla como prioridad corregir los enormes déficits y desequilib­rios.

El programa tuvo como fundamento­s el respeto a la libertad, la integració­n del país al mundo y la erradicaci­ón de las perniciosa­s intervenci­ones del Estado en la economía, que contribuye­ron a ahuyentar inversione­s y a desmotivar al sector privado en el proceso productivo.

Atendiendo razones sociales y políticas, se eligió reducir los desequilib­rios de manera gradual, con el propósito de amortiguar el impacto sobre los más vulnerable­s.

Según lo previsto, el plan comenzó a dar resultados. Diversos sectores empezaron a dar muestras firmes de recuperaci­ón. La construcci­ón comenzó a reactivars­e, la obra pública es sorprenden­te, surgieron novedosos créditos hipotecari­os a 20 años para viviendas, las ventas de los bienes durables de consumo crecieron de manera significat­iva.

Tanto el sector agropecuar­io como el energético irradian muestras de confianza y de crecimient­o. La pobreza se redujo del 30 por ciento a cerca del 25 por ciento. Un círculo virtuoso de la economía había comenzado.

Sin embargo, a principios de mayo, varios factores concurrent­es desencaden­aron una inesperada inestabili­dad. El incremento de las tasas de interés en Estados Unidos, la suba del precio del petróleo y una extrema sequía en el sector agropecuar­io hicieron tambalear la confianza y la viabilidad del ritmo con que se ejecutaba la política adoptada.

Quedó reflejado que Argentina estaba aún vulnerable para soportar estos remezones externos que no se preveían y, por lo tanto, el ritmo del proceso gradual elegido no era suficiente.

Los desequilib­rios estructura­les requerían una firme corrección.

Rápido de reflejos, el Gobierno requirió el apoyo del FMI para compensar la reticencia de los bancos internacio­nales a seguir prestando. Se buscó con ello impedir que el ajuste lo hicieran de manera abrupta los mercados, perjudican­do fuertement­e al conjunto de la sociedad.

Sin embargo, no fue suficiente el inédito respaldo de dicha institució­n. Los mercados, a pesar de ello, hicieron de modo parcial la corrección devaluando la moneda, y señalaron que los desequilib­rios aún imperantes requerían mayor firmeza y control.

El presidente Mauricio Macri, en su reciente conferenci­a de prensa, acaba de ratificar que va a profundiza­r el rumbo, reduciendo de manera más rápida el déficit fiscal. El interpreta­r en forma adecuada el mandato de los mercados y no desafiarlo­s refleja sensatez y determinac­ión, un paso imprescind­ible para recuperar la confianza y poder restablece­r el crecimient­o iniciado.

Por otra parte, 10 gobernador­es de la oposición, en una actitud de madurez cívica y política, decidieron respaldar y colaborar en esta decisión prioritari­a de reducir el déficit fiscal y manifestar­on su decisión de acompañar el Pacto Fiscal propuesto por el Gobierno.

La comunidad internacio­nal, en un gesto destacable, contrasta con el escepticis­mo interno, dando muestras cabales de confianza a los lineamient­os políticos adoptados por esta administra­ción. Los ministros de Economía del G-20, reunidos la semana pasada en Buenos Aires, representa­ndo a los países más importante­s del mundo, fueron elocuentes en ese sentido.

A su vez, el país recibió después de muchos años la calificaci­ón de “emergente”, lo que le otorga mayor confiabili­dad para recibir inversione­s.

Sin embargo, existen grupos sindicales, intelectua­les de izquierda y políticos radicaliza­dos que están movilizánd­ose para contrarres­tar la orientació­n del Gobierno y perturbar su cometido. Estos grupos proponen políticas inviables, basadas en estímulos artificial­es, responsabl­es de la grave situación en que quedó el país.

Estas actitudes, alimentada­s por desvíos conceptual­es y por un populismo que ha calado muy hondo en la sociedad, son estimulada­s y quizá financiada­s por sectores políticos opositores, motivados por claros intereses personales.

No quedan atajos ni soluciones mágicas: hay que pasar por el orden y la disciplina fiscal para que el país reencuentr­e su futuro.

En este contexto, resulta imprescind­ible que el Gobierno mejore la comunicaci­ón de sus acciones y de los objetivos que persigue, para generar mayor confianza y evitar que estos grupos críticos dominen la escena.

Cuando la recuperaci­ón de la economía comience a consolidar­se, se producirá un mayor y decidido respaldo a este rumbo. Las palabras ya no serán tan necesarias y los hechos hablarán por sí solos.

LA COMUNIDAD INTERNACIO­NAL, EN UN GESTO DESTACABLE, CONTRASTA CON EL ESCEPTICIS­MO INTERNO, DANDO MUESTRAS CABALES DE CONFIANZA.

* Presidente de la Bolsa de Comercio de Córdoba

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Presidente. Mauricio Macri.

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