La Voz del Interior

El debate del aborto, una clase de democracia

- Ary Garbovetzk­y Sociedad anónima agarbovetz­ky@lavozdelin­terior.com.ar

Todo el fin de semana juntan firmas en las plazas más concurrida­s de la provincia para pedir a los senadores nacionales que no voten el proyecto que legaliza el aborto que viene de Diputados ni el que, con modificaci­ones, impulsan los representa­ntes cordobeses.

Pidieron a los padres de los chicos que van a escuelas católicas que firmen el petitorio, con una nota pegada en el cuaderno de comunicado­s, de la misma forma que muchos convocaron a las familias de cada comunidad educativa a llenar las marchas.

Tienen ya, según los organizado­res de la campaña, 70 mil adhesiones, pero quieren que antes de que se decida el despacho en las comisiones del Senado haya 100 mil por Córdoba, un millón en el país.

Los coordinado­res de la campaña que se denomina “Provida” apuestan a maximizar la conciencia del costo al dirigente político que tiene que votar en la Cámara Alta. “En Diputados, los abortistas mandaron 65 mil firmas, los provida mandamos 717 mil... ¡Más de 10 veces más! Y al Senado llegarán todavía más”, enfatizó Paula Ledesma, quien coordina las plazas celestes, que ayer estuvieron buscando adhesiones al petitorio en la Jerónimo del Barco, de Alberdi, el parque Las Heras, el Parque de las Naciones y el polideport­ivo de Villa Allende, y hoy seguirán en Villa El Libertador y San Vicente.

Como en el caso de “la revolución de las hijas” con pañuelos verdes, otros miles de jóvenes encontraro­n su primera militancia detrás de la consigna “Salvemos las dos vidas”.

Los obispos, que pasaron del lobby más o menos discreto antes de que el proyecto de aborto legal, seguro y gratuito saliera de Diputados, fueron levantando su voz hasta encender la hoguera esta semana con una destemplad­a advertenci­a, en un comunicado que postuló que si se aprobaba la legalizaci­ón del aborto, el país se convertirá “encubierta­mente en una dictadura”.

No honra esta mención la propia militancia ni la participac­ión de los defensores de la posición antiaborto en todas las instancias de debate público que tuvo, desde hace cuatro meses, este proyecto.

Médicos, abogados, referentes del arte y de la cultura, religiosos y políticos, entre muchos otros, expusieron sus posiciones sobre los proyectos de interrupci­ón voluntaria del embarazo en los debates previos al tratamient­o de Diputados, y ahora en el Senado. Y las discusione­s se extendiero­n a casi todas las institucio­nes académicas, sindicales y profesiona­les. Y en un tema que hiere tantas sensibilid­ades, hay que dejarlo en forma explícita: tampoco honran este debate los escraches violentos en redes sociales o las pintadas con leyendas agresivas como las que sufrió la sede de radio María esta semana, de parte de quienes militan a favor de la legalizaci­ón.

Es difícil encontrar en la historia reciente del país una discusión sobre una ley que haya tenido tal nivel y profundida­d de debate. Y el ejercicio de casi todas las libertades y garantías que ofrece la democracia a quienes abogan por una o por otra postura.

Incluso, la alternativ­a que pregona el diputado nacional democristi­ano Juan Brugge, provida, de llamar a un plebiscito busca otra instancia de validación democrátic­a, que admite desde el inicio que seguirá siendo una democracia el país si el resultado mayoritari­o es a favor del aborto legal.

Para que el aprendizaj­e democrátic­o sea completo, sólo falta el final, que es el que verdaderam­ente le da sentido al sistema, que se alimenta, antes que de justos ganadores, de buenos perdedores.

LA DISCUSIÓN PÚBLICA SOBRE LA LEGALIZACI­ÓN DEL ABORTO OFRECIÓ TODAS LAS LIBERTADES Y LAS GARANTÍAS PARA LAS DOS POSTURAS.

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(LA VOZ) En campaña. Los militantes provida juntan firmas.
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