La Voz del Interior

Le pidió que le cuidara la casa del country; ahora creen que le robó

Está imputado, no detenido, un médico muy allegado a la familia damnificad­a. A él le dejaron las llaves durante un viaje. Se sospecha que el acusado habría “entregado” la casa. Buscan a otros tres cómplices.

- Denise Audrito Correspons­alía

Son tres los buscados por el robo en el country. Está imputado, no detenido, un médico amigo de la familia que –se sospecha– habría “entregado” la casa.

Rodolfo “Pucho” Balerdi y Ricardo Cristian “Chicho” Barrotto se juntaban a cenar casi todas las semanas en Río Cuarto. Todos los considerab­an muy amigos. Hasta ahora.

A mediados de julio, Barrotto –integrante de una de las familias más tradiciona­les de esa ciudad– viajó a un crucero con su esposa y sus hijos. Le dejaron la llave de su casa a Balerdi para que se las cuidara. Ambos viven en el country

San Esteban.

Mientras los dueños de casa viajaban, la empleada doméstica des- cubrió que habían entrado a robar y, entre otras cosas, se habían llevado el DVR, la central de monitoreo donde se graba lo registrado por las cámaras de la vivienda.

Pero fue la filmación de una casa vecina la que reveló lo más inesperado.

Según aseguraron fuentes judiciales, en la grabación se ve que el auto de Balerdi se acerca a la casa el 17 de julio pasadas las 21. El hombre, reconocido médico de la ciudad, les da la llave a tres personas que ingresan en el lugar. Balerdi se retira y vuelve unas dos horas después a buscarlos para sacarlos del country.

Según los vecinos, era una noche fría y lluviosa, por lo que no había mucho movimiento en el barrio.

Más allá de la prueba de las cámaras, habría otras personas que vieron el auto blanco frente a la casa de Barrotto.

Al country San Esteban se ingresa con una tarjeta magnética, que sólo tienen los propietari­os, o por invitación. En el portal de acceso, a los invitados les preguntan el nombre, el número de documento y a qué casa van.

Los investigad­ores presumen que los delincuent­es ingresaron escondidos en el auto blanco del amigo del propietari­o.

La causa

El caso es investigad­o por el fiscal Javier Di Santo, el mismo que tuvo a su cargo durante muchos años el caso del homicidio de Nora Dalmasso, aún impune.

Di Santo no dio detalles, pero confirmó la imputación contra Balerdi como “partícipe necesario de robo calificado por el uso de llave retenida”.

Indicó que no se dictó orden de prisión por interpreta­r que no hay riesgo de fuga.

Balerdi no tiene antecedent­es. Es especialis­ta en diagnóstic­o por imágenes y trabaja en la sección Rayos del Instituto Médico local. Jerónimo Trebucq, su abogado, confirmó que el lunes hizo una presentaci­ón ante el fiscal, pero a su cliente aún “no lo han citado personalme­nte”.

“No tenemos ninguna novedad porque no tenemos acceso al expediente, por el momento no tenemos nada para informar”, afirmó.

El country San Esteban está sobre la ruta provincial 1 a la altura del kilómetro 4,3, detrás de la Villa Golf Club, al oeste de la ciudad de Río Cuarto.

Lo que Barrotto denunció es que le robaron unos 60 mil dólares, algo de dinero en pesos y su colección de armas.

La familia es muy conocida de Río Cuarto. Su fortuna se inició por la compra de miles de hectáreas a los ingleses en las zonas por donde pasó el ferrocarri­l. “Eran años de una gran sequía, el abuelo compró las estancias de la zona de Villa Valeria y Del Campillo por chauchas y palitos, pero las trabajaron y se hicieron millonario­s”, comentó un amigo de la familia.

Las versiones dan cuenta de que en la fría noche del martes 17 de julio, los ladrones ingresaron al domicilio de Barrotto con llave.

Pero, en el interior, tuvieron que romper puertas para ingresar a una cava donde Barrotto guardaba las armas de colección. Serían seis las robadas, algunas antiguas, valiosas, bien conservada­s (una es un arma larga y otras de puño).

Los delincuent­es también violentaro­n la caja fuerte donde estaban guardados los dólares.

Todo parece indicar que quienes entraron sabían perfectame­nte dónde estaban los elementos de valor.

Habrían estado unas dos horas en la casa, tiempo en el cual también habrían aprovechad­o para atacar la heladera, tomar y comer.

El sábado último, la Policía realizó un allanamien­to en el domicilio del médico sospechado, pero no habría hallado allí lo que buscaba.

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(LA VOZ) Sospecha que duele. Dentro del “country” San Esteban se escribe esta historia de insegurida­d.

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