La Voz del Interior

Útero Lucas Viano

- Lucas Viano lviano@lavozdelin­terior.com.ar

La antropólog­a Alice Roberts se aventuró a crear una versión perfecta de ella misma tomando lo mejor de la naturaleza. Como el lobo feroz de Caperucita Roja, la “nueva Alice” tenía ojos y oídos más grandes para ver y escuchar mejor, además de una columna vertebral de chimpancé y piernas de emúes.

Para evitar el doloroso momento del parto, Roberts propuso una gestación al estilo canguro. Un corto tiempo en el útero, hasta que la cría sea del tamaño de un poroto, para luego continuar en el marsupio, la bolsita donde podrá vivir más de dos años alimentada con leche materna.

¿Qué pasaría si la gestación humana fuera como la de un marsupial?

Más aún: ¿qué pasaría si las mujeres pusieran huevos en lugar de llevar al futuro hijo dentro de su útero por nueve meses? ¿Sería el aborto un problema ético? ¿Descartar ese huevo humano generaría tanta controvers­ia como una intervenci­ón dentro del cuerpo de la futura madre?

Me apuro a decir que la respuesta quizá sea no. El útero de las mujeres es único. Testículos y ovarios, clítoris y pene. El útero es el único órgano femenino que no tiene su contrapart­e masculina.

La selección natural ha llevado a que las mujeres tengan este órgano especial y un embarazo de nueve meses, para un posterior y doloroso parto.

La escritora Natalie Angier, en su libro Mujer, una geografía íntima, cree que el útero humano es una magnífica invención. Es allí donde mejor puede desarrolla­rse y conservars­e nuestro complejo sistema nervioso. Quizá el útero, en colaboraci­ón con la placenta, ayudaron a que los seres humanos fuéramos inteligent­es.

Útero-placenta alimentan al embrión-feto y eliminan sus desechos. En el último trimestre del embarazo, el cerebro del feto se lleva casi tres cuartos de los nutrientes. ¿Qué pasaría si estuviera en el marsupio o dentro de un huevo? Útero y placenta nos hicieron y hacen inteligent­es.

El útero no fue un objeto de estudio por mucho tiempo, debido a que la mayoría de los anatomista­s y los médicos fueron hombres. Hipócrates creía que el útero humano tenía siete cámaras y estaba revestido de tentáculos.

En EE.UU., el útero es el órgano donde se realizan las dos intervenci­ones quirúrgica­s más frecuentes: cesárea e histerecto­mía, la remoción completa del útero. Esta última y polémica cirugía refuta la idea de que el útero define a la mujer como tal. Una mujer no necesita tener y nacer con útero para ser mujer.

Angier, una activa defensora del aborto, se pregunta quién es el dueño del útero: la mujer o el feto (o un “apoderado fetal”, como la Iglesia o el Estado).

Sin embargo, el útero está en sus cuerpos con sus alegrías y dolores. El útero se parece al corazón porque se dilata y contrae. Estos ritmos uterinos y cardiacos son quizá el origen de nuestro idilio con la música.

Cuando una mujer no está embarazada, el útero tiene el tamaño de un puño y pesa 60 gramos, pero crece como ningún otro órgano en el momento del embarazo. Puede llegar a pesar un kilo. Es flexible pero estable, y es un engranaje clave del sistema endócrino de la mujer.

Todo ello provoca cambios en el cuerpo de la mujer que persistirá­n para siempre. A pesar de que no define a la mujer, la presencia del útero la transforma.

Y es por este motivo que Angier plantea: “Es cruel obligar a una mujer a tener un hijo que no desea, empujarla vengativam­ente a los preparativ­os del organismo para el embarazo y forzarla a que quede marcada con todos los mecanismos psicológic­os de que dispone la evolución”.

¿QUÉ PASARÍA SI LAS MUJERES PUSIERAN HUEVOS EN LUGAR DE LLEVAR AL FUTURO HIJO DENTRO DE SU ÚTERO POR NUEVE MESES?

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Perfecta. La mujer perfecta tendría marsupio, según Alice Roberts.

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