Eli Fernández y el canto como destino
La cantante presentará el disco “Canto soy”, realizado con financiamiento colectivo, esta noche en Cocina de Culturas. La artista pampeana estrenará su primer álbum desde que se lanzó como solista en 1998.
La vida de Eli Fernández siempre estuvo signada por el canto. Comenzó su camino artístico a los ocho años en su General Pico natal y al terminar la escuela decidió dejar Las Pampa y emprender su aventura cordobesa: llegó, como tantos, a estudiar en La Colmena y luego integró el grupo vocal Buenas y santas, acompañó a Héctor Tortosa, fue finalista del Pre-Cosquín y emprendió la gestación de su disco debut a través del financiamiento colectivo.
Ese largo camino se coronará esta noche, cuando finalmente presente ese trabajo que casi como un símbolo de ese recorrido se titula
Canto soy. Será en Cocina de Culturas (Julio A. Roca 491) desde las 22 y estará acompañada por un seleccionado de músicos destacados.
“Soy una agradecida de la vida por haber podido concretar este sueño que significa grabar un disco. Es realmente aprender muchísimo de cada cosa, inclusive hasta calmar las ansiedades para darle el tiempo de maduración que necesita la música”, resume sobre el largo proceso que significó llegar a la obra final.
Al recorrer Canto soy, se nota que hay una búsqueda minuciosa en cuanto al repertorio, en la que se entreveran perlas del folklore (Raúl Carnota, Hilda Herrera y Néstor Basurto, también productor del disco, son algunos de los nombres revisitados), sentidas incursiones en el tango y algunas composiciones propias. “Casi todas son canciones que me identifican y que me han acompañado a lo largo de los años. Por eso es la idea de Canto soy, el canto que me define, me acompaña, me protege; las canciones están pensadas de esa forma, cada una tiene un porqué”, explica.
Enseguida, cuenta una anécdota de cómo una canción puede marcar a un artista. “Zamba del chaguanaco
es un gran ejemplo. Yo la conocí cuando tenía 14, en una versión cordobesa por Mario Díaz y María Eugenia Acotto.
En ese instante fue una volada de peluca total, pero sentía que no era el momento para interpretarla. Cuando pensé en el repertorio para grabar, recordé esta zamba que fue un antes y un después en mi escucha musical”.