“Es importante que la grieta por el aborto se cierre o se modere”
Para el analista, la polarización ya es tendencia en el país. Dice que para los asesores de Macri, los enojados podrían volver a votarlo.
El analista político Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría y una de las miradas más lúcidas y desapasionadas en su campo de estudio, había destacado en junio que el presidente Mauricio Macri no sólo habilitó el debate por la legalización del aborto en la Argentina, sino que “alentó a muchos de sus funcionarios a tomar posición a favor”. Ya entonces, Fraga creía posible que el primer mandatario quisiera la prolongación de la discusión y que una media sanción de diputados sería funcional a esa estrategia, algo que pareció confirmarse después.
En diálogo con La Voz, hace un balance de lo que este hito está dejando en términos de costo político y de convivencia social.
–Ya casi al final del debate parlamentario por la legalización del aborto, ¿cree que hubo espacios políticos favorecidos y otros que salieron perdiendo por esta discusión?
–En primer lugar, el debate sobre el aborto generó una nueva grieta en la sociedad argentina, que se superpuso a la generada entre kirchnerismo y antikirchnerismo, aunque no exactamente igual. Desde el punto de vista político, el kirchnerismo y la izquierda apoyaron la despenalización en forma homogénea. En tanto, en el peronismo no kirchnerista las opiniones estuvieron divididas y quizás algo más volcadas en contra de la despenalización. Dentro de Cambiemos, la UCR estuvo dividida casi por mitades: la Coalición Cívica más en contra que a favor, al tiempo que en el PRO fueron mayoría quienes están contra el aborto. Pero los votantes del PRO son los que más en contra están. En algunos sondeos, dos de cada tres tienen esta posición, y en otros llegan a tres de cada cuatro.
–¿El debate sumó un desgaste para Macri? ¿Cree que impactará en las próximas elecciones?
–El problema político para Macri es que, habiendo convocado al debate sobre el aborto, no ganará un voto sobre el centro-izquierda, que es el electorado que más lo apoya, mientras que parte de sus votantes están enojados con él, como se vio el lunes 30 de julio, en la marcha de los pañuelos celestes hacia la Residencia Presidencial de Olivos. Sin embargo, hay asesores del Presidente que creen que ese voto “enojado” no tendrá otra alternativa que volver al PRO si la elección vuelve a polarizarse con Cristina.
–¿Fue un debate maduro?
– El debate derivó en otra grieta, porque las posiciones se fueron radicalizando, como ha sucedido con la política en los últimos años.
–¿Marcó una diferencia respecto de las formas habituales de tratamiento? ¿Exhibió estrategias de alianzas y negociaciones novedosas?
–La novedad política fue el alcance del corte “transversal” que se dio en Cambiemos y en el PJ antiK. Se asemejó a lo que sucedió en el gobierno de Alfonsín con la ley de divorcio. Otro dato surgió de ver a los grandes centros urbanos con ideas más progresistas apoyando la despenalización, y el interior, más conservador, rechazándolo. Pero esto no es nuevo, responde a tendencias preexistentes. Las legisladoras no votaron más por la despenalización que los legisladores, algo inesperado para algunos, pero no para quienes observaron la composición de las movilizaciones en las calles. Fue en la movilización social que se generó donde se evidenció que el debate tenía un impacto importante para la sociedad. El uso del celeste y el verde terminaron de perfilar una identificación, pero con un enfrentamiento subyacente.
–Si no se aprueba el proyecto, ¿cree que haber estado tan cerca podría ser un antecedente para que vuelva a tratarse?
– Si el proyecto es rechazado, los sectores que impulsaron la despenalización volverán a intentar su aprobación. Este tipo de causa se mantendrá en el tiempo, pero también es cierto que el alto nivel de movilización social alcanzado –por ambas partes, ya que el movimiento de los pañuelos celestes presentó más de un millón de firmas a favor de su posición en el Congreso– no es fácil de mantener en forma permanente en ninguna de las dos posiciones. Las iglesias han jugado un rol en la articulación de la posición contra la despenalización. En contra del proyecto han estado católicos, evangélicos, judíos y musulmanes, aunque en algunos casos hubo disidencias. Hacia adelante, es importante que la grieta que se abrió se cierre o, por lo menos, se modere.