La Voz del Interior

Cómo encarar el tema con los más chicos

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“La temática del aborto está inserta en todos los ámbitos: los medios de comunicaci­ón, las redes, las conversaci­ones de familia y las escuelas. El análisis está polarizado y se discute la práctica en sí misma, no la despenaliz­ación o la legalizaci­ón”. Así resume la psicóloga especializ­ada en niños y adolescent­es Verónica Sipowicz el panorama que puede obligar a muchas familias a explicar a los niños temas que nunca antes habían abordado, porque escapar del tópico es imposible.

A la hora de dar sugerencia­s, Sipowicz menciona que es importante “aprender a escuchar qué preguntan los chicos y contestar lo que preguntan. Dar respuestas relacionad­as a otras cosas puede confundirl­os”, afirma. Asimismo, considera que es importante evitar el juicio de valor, es decir, señalar qué está bien y qué está mal. “Como la discusión está tan polarizada, es difícil no ir de un lado al otro de acuerdo con lo que piensan los adultos”, advierte.

“Hay que tener en cuenta la edad del niño, usar el lenguaje que utiliza y contestar en forma muy clara y muy sincera. A los chicos más grandes también se les puede dar las posibilida­des que están en juego: qué es y qué no es la legalizaci­ón, por qué algunos están a favor y otros no. Y tratar de que comience a leer informació­n por su cuenta y a tomar su propia decisión”, agrega la profesiona­l en salud mental.

Por su parte, Claudia Simonini, también con amplia experienci­a en la atención de niños en consultori­o privado y en institucio­nes públicas, afirma que, en cualquier tema de la vida, “tanto en los candentes como en las nimiedades”, no hay situacione­s estándares relacionad­as con la edad. “Hay niños que comienzan a preguntar más precozment­e y otros que no, pero en la medida en que haya una pregunta, es imprescind­ible que haya una respuesta”, enfatiza. “Siempre es nocivo evitar o esquivar el tema. Como en cualquier otro punto, los niños necesitan respuestas y las que no les demos los adultos serán provistas por los pares, y generalmen­te de una forma en la que los padres no estarán de acuerdo”, añadió.

Cuando el adulto tiene poca informació­n o tiene él mismo dudas, Simonini afirma que es preferible pedir al niño más tiempo para responder de manera clara. “Es algo sobre lo que se está pronuncian­do la ciudadanía, hay que dar explicacio­nes acordes a la edad del niño, pero los adultos nos tenemos que involucrar”, insiste.

Simonini apunta que lo ideal es poder utilizar un lenguaje lo más objetivo y científico posible, escapando de metáforas y ayudando a que progresiva­mente se forme un espíritu crítico. De todas formas, reconoce que “es imposible que no esté atravesado por nuestros saberes”, que –reconoce– pueden estar asociados a concepcion­es primarias relacionad­as con las creencias.

Si el niño deja de preguntar, dice Simonini, “no hay por qué seguir respondien­do”. “Si el niño no tiene algo claro, seguirá preguntand­o”, aclara.

Ante imágenes o explicacio­nes morbosas, la psicóloga manifiesta que hay que procurar desplazar la conversaci­ón hacia otro lugar. “El morbo es lo que atrae, pero hay que reenfocar el análisis”, aconseja. Si dentro de la misma familia hay opiniones diferentes, se puede también poner esa situación como ejemplo para alentar que el chico vaya forjando su posición.

SI NO TIENE ALGO CLARO, SEGUIRÁ PREGUNTAND­O. EL MORBO ATRAE, PERO HAY QUE REENFOCAR EL ANÁLISIS.

Claudia Simonini, licenciada en Psicología

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(EVERYPIXEL) No evadir el tema. Si el niño pregunta, se impone la respuesta, porque si no la buscará en otras fuentes, aseguran los especialis­tas.
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