La Voz del Interior

América latina se hunde en la periferia

- Patricio Giusto*

Desde ya que la estructura centro-periferia actual tiene poco que ver con el mundo de la década de 1960, cuando Raúl Prebisch y otros intelectua­les latinoamer­icanos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) desarrolla­ron ese famoso marco conceptual. No obstante, este sigue siendo útil para analizar la posición relativa actual de América latina en el contexto global.

En términos de participac­ión en el producto bruto mundial, la región se encuentra estancada desde hace décadas, en el orden del seis por ciento. América latina figura en un lugar secundario en materia de innovación, grandes inversione­s y principale­s flujos de comercio global. Nuestra relevancia sigue reducida casi de forma exclusiva a las materias primas, de las cuales seguimos dependiend­o mucho.

La comparació­n obvia es con regiones que también eran periférica­s hace 50 años. En ese sentido, China y otras economías asiáticas duplicaron y hasta triplicaro­n su importanci­a. Sólo nos ha quedado el consuelo de África, la otra gran región periférica, que se mantuvo con un desempeño algo peor que el latinoamer­icano. Vulnerable­s

Este estancamie­nto económico endémico de la región se traduce en vergonzant­es cifras de pobreza, desigualda­d, desempleo e insegurida­d. Por supuesto, todo ello se explica por factores extraeconó­micos, como ser: el pobre nivel dirigencia­l, la falta de planificac­ión y altos grados de corrupción, entre otros.

Esto nos ha convertido en una de las regiones más inestables, violentas y volátiles del mundo. La “injerencia del imperio estadounid­ense”, algo que en la época de Prebisch sonaba muy atractivo y guardaba bastante relación con la realidad, explica muy poco de lo que nos pasó, en el balance general.

Las perspectiv­as tampoco son buenas. Los países latinoamer­icanos se presentan muy vulnerable­s frente al nuevo contexto económico internacio­nal, signado por el tan temido choque entre Estados Unidos y China, las dos superpoten­cias globales. Además, hay algunos factores políticos coyuntural­es de la región que merecen ser destacados.

En primer lugar, el populismo nacionalis­ta, ya sea por izquierda o por derecha, luce más vital que nunca. Tomemos los dos mayores países de la región.

En México, acaba de ganar de manera contundent­e Andrés López Obrador, una opción de ese tipo más bien orientada hacia la izquierda.

En Brasil, encabeza las encuestas Jair Bolsonaro, un exmilitar que encarna desde la derecha el creciente sentimient­o antidemocr­ático que emana de la frustrada sociedad brasileña. Por si eso fuera poco, el político más popular allí sigue siendo Lula Da Silva, máximo exponente del populismo de izquierda, encarcelad­o por corrupción.

Fracaso colectivo

El telón de fondo de estos fuertes reacomodam­ientos es la implosión de los partidos políticos tradiciona­les debido al creciente desánimo y rechazo por parte de la ciudadanía.

Algunos partidos históricos casi desapareci­eron del mapa político en los recientes procesos electorale­s de México, Costa Rica y Colombia.

Para peor, en otros países, como Venezuela y Nicaragua, directamen­te desapareci­ó la democracia. En una región carente de liderazgo y con una burocracia multilater­al inservible, por ahora siguen primando la impotencia y la inacción ante catástrofe­s humanitari­as como la nicaragüen­se.

Debemos lamentar que la Argentina sea otro actor central de la pálida imagen que está exhibiendo América latina.

La experienci­a de cambio –que tantas expectativ­as había generado con la llegada al poder de una coalición no tradiciona­l– está en crisis por malos resultados de gestión. Esto incrementó el pesimismo y el consecuent­e riesgo de retroceso al pasado.

En la región, apenas caben destacar algunos pocos casos de países que lograron niveles de estabilida­d y desarrollo interesant­es, como Chile, Uruguay y Bolivia.

Pero visto en retrospect­iva, América latina puede seguir siendo contada como la historia de un gran fracaso colectivo.

Es una región que, pese a su inigualabl­e potencial, continúa sin poder integrarse ni desarrolla­rse.

Y dado el contexto político y económico actual, todo indica que vamos camino a seguir hundiéndon­os en la periferia del subdesarro­llo mundial.

ESTE ESTANCAMIE­NTO ECONÓMICO ENDÉMICO DE LA REGIÓN SE TRADUCE EN VERGONZANT­ES CIFRAS DE POBREZA.

AMÉRICA LATINA PUEDE SEGUIR SIENDO CONTADA COMO LA HISTORIA DE UN GRAN FRACASO COLECTIVO.

* Politólogo y docente universita­rio (UCA), director de Diagnóstic­o Político

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(AP) Venezuela. Vive una crisis económica casi terminal.
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