Qué pensamos del aborto y qué reflejamos
Pocos temas en la historia del país han suscitado un debate tan apasionado, tan fundamental y tan dividido como el de la despenalización o legalización del aborto.
Desde su inicio, los periodistas y editores de La Voz nos encontramos con un desafío complicado. El primero, cómo compatibilizar nuestras creencias personales con el rol que tenemos como parte de un medio que debe otorgar la posibilidad de expresión a todos los sectores. No siempre fue fácil: hubo días de “miradas opuestas” con dos opiniones contrarias, otros en los que prevalecía la perspectiva a favor de la ley, y otros en los que sobresalió la contraria.
Las críticas –convertidas a veces en agresión verbal– llegaron de un lado y de otro, en especial desde quienes, sin seguir el recorrido cotidiano de nuestros contenidos en estos meses, creyeron que la mirada general de La Voz correspondía a lo publicado ese día.
El segundo desafío fue evitar las confusiones, los mitos y las menti- ras que rondaron el debate, algunas con el propósito deliberado de inclinar la balanza, aun con información errónea.
Una de las complicaciones fue cómo responder las “acusaciones” de parcialidad ya mencionadas, pero en especial las personales. Está claro que los periodistas, como ciudadanos, tenemos opiniones claras en cuanto al aborto. Y las hemos
QUE LOS PERIODISTAS EXPRESEN SU POSTURA NO IMPLICA RESTARLES ESPACIO A LOS QUE PIENSAN DISTINTO. ES UN DESAFÍO COTIDIANO.
expresado, tanto en este espacio como en las redes sociales. Pero de ahí a creer que esa es la postura de todos o que puede romperse el equilibrio que sostiene este medio, hay un largo trecho.
Claro que es muy difícil usar adjetivos neutros para calificar palabras como las del senador Rodolfo Urtubey, que anoche dijo que hay “violaciones sin violencia”.
Pensamos mucho antes de realizar la tapa de esta edición. ¿Tenía que ser sólo celeste? Debía reflejar al que gana, ¿aunque esto no sea un partido de fútbol? Optamos por la página dividida, como el país por este tema. Elegimos simbolizar una situación que, lejos de terminar, continuará. Hay una dualidad y pocos puentes. Es incómodo. Es la realidad.