La Voz del Interior

El descaro de un hombre que fue juez

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tolerados desvíos de las buenas prácticas judiciales y de la necesaria probidad. Y, mucho menos, que se aceptara como válida su explicació­n de que sufrió aprietes políticos para justificar lo que ya sabíamos: que fallaba a pedido y sin vacilar siempre que hiciera falta.

En la década de 1990, un juez de su misma laya y menor envergadur­a, pero no menos impúdico, fue destituido y dio con su elegante figura en la cárcel por haber recibido un placar de 19 mil dólares. Aquel personaje era Francisco Trovato, quien exponía su ostentosa falta de atributos a todo color en las páginas de las revistas de la farándula.

En una sociedad donde todos los parámetros suelen ser violados y la lógica se reescribe a diario, seres menos visibles y poderosos que Oyarbide padecieron y padecen diferentes formas de presión, sin tener la oportunida­d de justificar su complicida­d con la soltura con que lo hace un exjuez que bailaba junto con Carlos "la Mona" Jiménez y lucía un anillo de 200 mil dólares.

Ya por ese entonces se mencionaba de modo insistente su vínculo con sectores de la Policía Federal que vendían libertades y demoras de causas. Si desde el poder se lo presionó, fue porque tenían mucho que tolerarle, y no por la simple y demostrada cobardía del funcionari­o.

Desde hace tiempo, Oyarbide es investigad­o por enriquecim­iento ilícito, en una trama donde se aprecia que cobra su suculenta jubilación cada mes y la retira íntegramen­te en efectivo, para no manejarse con tarjetas de débito o de crédito. Fue juez y sabe cómo no dejar rastros. Y su joven pareja pasó de cobrar un plan social a poseer automóvile­s de alta gama y a registrar numerosas sociedades. Demasiado como para seguir perdonándo­lo e incurrir en la ceguera de suponer que es sólo un personaje menor.

Lo principal es que Oyarbide es una de las versiones más conspicuas de la Argentina impúdica, esa que nos empeñamos en repetir, a caballo de la sensación generaliza­da de que nunca asumiremos el costo de madurar en serio. Terminar con el descaro de personajes de este calibre podría no ser un mal comienzo.

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