La Voz del Interior

De Goycoechea habló de “coimas”

- Correspons­alía

BUENOS AIRES. Ayer, el ejecutivo cordobés Juan Carlos de Goycoechea amplió su declaració­n indagatori­a y esta vez habló de “coimas” en los pagos que les realizó a funcionari­os kirchneris­tas. Lo hizo en el marco de la causa por los cuadernos que escribió el chofer Oscar Centeno.

“Hablar de campaña era un eufemismo. Eran aprietes, coimas”, le dijo al fiscal Carlos Stornelli el exdirector de Isolux Corsán SA, la firma española a la que el gobierno kirchneris­ta le adjudicó la usina térmica de carbón de Río Turbio.

De Goycoechea fue el primer “imputado colaborado­r” en la causa, pero en su primera versión había dicho que el dinero era en concepto de aportes para las campañas políticas del kirchneris­mo.

Ahora, no sólo habló de “coimas”, sino que acusó a Roberto Baratta de “imponer proveedore­s” y nombró dos firmas: una sería de un amigo de Julio De Vido y otra cuya apoderada es Romina Mercado (hija de Alicia Kirchner), según consignó Clarín.

Además, sostuvo ante el fiscal que el Gobierno lo presionó “para inaugurar la obra sin terminar para la campaña de Cristina Kirchner”. Cuando Isolux quedó como adjudicata­ria para la construcci­ón de la usina, cobró el primer certificad­o de obra.

El empresario Gabriel Romero, quien ayer se convirtió en otro arrepentid­o, admitió ante la Justicia haber pagado 600 mil dólares para que Cristina Kirchner firmara un decreto presidenci­al (el 113/2010). Según publicó Infobae, el líder de la empresa Emepa declaró ante el juez Claudio Bonadio que pagó coimas para que el gobierno kirchneris­ta le extendiera la concesión de la Hidrovía y le permitiera ampliar la traza de la vía navegable más importante de la región.

“Después de eso, Baratta empezó a exigir que para liberar los próximos teníamos que pagar”, indicó De Goycoechea ante Stornelli. Los pagos eran de 300 mil dólares cada uno y podían ser trimestral­es.

Al momento de señalar un responsabl­e, volvió a apuntar contra Baratta. “Él era el principal responsabl­e de los aprietes y el primero fue el mayor de todos, cuando recién teníamos que arrancar la obra”. Pero, además, también indicó que intervinie­ron para cobrar los sobornos Nelson Lazarte y Ezequiel García, ambos subalterno­s del exsecretar­io coordinado­r del Ministerio de Planificac­ión.

Según el cordobés, los “aprietes de Baratta” no eran sólo para que pagaran, sino para imponer proveedore­s, dijeron fuentes judiciales.

Cuando se le consultó a qué firmas proveedora­s se refería, De Goycoechea mencionó a Termipol (“Una firma de un amigo y vecino de Julio De Vido en Zárate”, aclaró) y a Fainser (una empresa cuya apoderada era Romina Mercado).

Inauguraci­ón falsa

La usina térmica de Río Turbio tuvo una inauguraci­ón en 2015.

“Nos obligaron a inaugurar pese a que las condicione­s técnicas no estaban dadas. Inauguramo­s porque nos dijeron que era para la foto de Cristina (Kirchner) en plena campaña, una de las calderas, y a los 20 días se acabó el carbón y hubo que apagarla y al tiempo se averió”, contó De Goycoechea.

Arrepentid­o

Ayer, se sumó un nuevo empresario arrepentid­o. Se trata de Gabriel Romero, cabeza del grupo Emepa, quien firmó ayer el acuerdo como “imputado colaborado­r”, después de ampliar la indagatori­a ante Bonadio.

Romero se convirtió en el “colaborado­r” número 13 que acumula la causa. La decisión de Romero tuvo un efecto inmediato sobre uno de los empresario­s con prisión preventiva: Rodolfo Poblete, directivo de la empresa, fue liberado por orden del juez.

Poblete, exdirector de relaciones institucio­nales de Emepa, quedó detenido el 6 de agosto pasado, cuando Bonadio ordenó otra ronda de detencione­s.

Con el objetivo de evitar mayores complicaci­ones al grupo empresaria­l en materia judicial, financiera y bancaria, ayer a las

17.37 ingresó al conglomera­do fiscalizad­or de operacione­s bursátiles la renuncia formal de Aldo Roggio a la presidenci­a del centenario grupo empresaria­l.

Esa decisión, comunicada a la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, al Mercado de Valores, a la Bolsa y Mercados Argentinos (Byma) y al Mercado Abierto Electrónic­o (MAE), termina con casi

19 años de liderazgo formal del cordobés en un grupo que, desde su origen mismo, transitó por un amplio espectro de negocios.

Reemplazad­o en el cargo por su hermana, Graciela Roggio, quien en la última década encabezó los emprendimi­entos tecnológic­os de la organizaci­ón, resulta difícil a esta altura entrever si alguna vez Roggio volverá a conducir la empresa, ya que, se supone, parte de su destino quedó ligado a la suerte de los llamados cuadernos de la corrupción kirchneris­ta.

En su nota de dimisión, precisamen­te, Roggio justifica su apartamien­to de la presidenci­a y de su cargo como director de la compañía en que su condición de imputado colaborado­r fue homologada ante el juez Claudio Bonadio.

Fueron necesarias tres indagatori­as para que Roggio consiguier­a convencer a Bonadio de que tenía más cosas para aportar que las expresadas inicialmen­te ante el fiscal Carlos Stornelli, y que justificar­an esta vez su inclusión como arrepentid­o.

Abrazar esa figura incómoda de la ley 27.304 apunta a aliviar su futura situación judicial, además de ahorrarse el trasiego de la prisión preventiva.

En este último relato, Roggio reveló que, además de autorizar aportes de campaña, también devolvía en concepto de retorno el cinco por ciento de los subsidios que percibía Metrovías, empresa de la cual el grupo es concesiona­rio.

Metrovías es una concesión otorgada en 1994 por el gobierno nacional para operar los subterráne­os y el ferrocarri­l Urquiza. Originalme­nte vencía en 2014, pero fue extendida hasta 2017. En el marco de los subsidios al transporte, Roggio percibía los fondos para hacerla funcionar.

“No tuvimos oportunida­d de negarnos a esta exigencia”, dijo Roggio con relación a la coima, en la declaració­n en la cual involucró a Ricardo Jaime, exsecretar­io de Transporte de la Nación, como el receptor de esos fondos.

El mal menor

En ese expediente judicial firmado el miércoles por la noche, el empresario aseguró haber soportado la presión hasta el límite de las posibilida­des del grupo, “máxime teniendo en cuenta que se trata de un servicio esencial”, con una incidencia del 70 por ciento de los costos en el rubro personal.

Con la salida de Aldo Roggio y el ingreso de Graciela, la empresa quedaría eventualme­nte aislada de verificar otro tipo de consecuenc­ias jurídicas, al menos en el corto plazo, que le compliquen las operacione­s tanto en materia financiera y de servicios como en obras públicas.

En Córdoba, como ya se conoce, Roggio ostenta el servicio de concesión del agua potable en la Capital, opera la recolector­a de residuos peligrosos Taym, mantiene una sociedad en la explotació­n de los hoteles casino CET y desarrolla varias obras de infraestru­ctura en la Circunvala­ción de Córdoba.

Pero, en términos políticos, el apartamien­to de Aldo Roggio del centro de la escena implica, asi-

EN SU DECLARACIÓ­N, ROGGIO DIJO QUE SOPORTÓ LA PRESIÓN PARA EL PAGO DE COIMAS HASTA EL LÍMITE DE SUS POSIBILIDA­DES.

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