La Voz del Interior

El inmenso valor de la vida

- Norberto Ruffa* Fraternida­d religiosa

En los últimos meses, mucho se habló en nuestro país sobre la vida y la muerte. Dos acontecimi­entos destinados a todo ser humano.

Coincido con la ciencia cuando determina que la vida surge en el momento de la concepción, y creo que es partir de ese instante cuando el ser humano comienza a desarrolla­rse. Luego vendrán los diferentes procesos relacionad­os con el niño por nacer.

Esta definición científica no es aceptada por aquellos que consideran que la vida humana no aparece precisamen­te en ese momento. Hay entonces una serie de razonamien­tos que en algunos casos son producto de ideologías foráneas, que de alguna manera se oponen a ese enunciado científico.

Vienen de institucio­nes que responden a intereses comerciale­s y que apuntan de forma directa a la interrupci­ón del embarazo. Institucio­nes que también tratan de imponer una ideología de género que tiene como fin la destrucció­n de la familia argentina.

El derecho a la vida es un derecho universal que le correspond­e a todo ser humano. No es verdad que este tema es particular­mente religioso como algunos pretenden hacernos creer.

Además de ser científico es también legal, está reconocido en nuestra Constituci­ón en su artículo 19, cuando señala en toda su extensión con claridad que “la ley protege la vida del que está por nacer ”. De manera que este derecho está protegido por ley, por lo tanto nadie debe ser privado de la vida arbitraria­mente. La vida tiene un inmenso valor que debe ser reconocido y respetado.

El domingo 5 de agosto se realizó en la ciudad de Buenos Aires una multitudin­aria marcha, en donde miles de hombres, mujeres, jóvenes y niños cristianos salieron a manifestar a favor de la vida en forma pacífica, sin violencia y sin cometer desmanes. Fueron sólo una parte de los millones de argentinos que priorizamo­s la vida humana por sobre todas las cosas. Las sagradas escrituras dicen: “Entonces Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”, Génesis 2:7. La vida es creación divina. Es sagrada. Dios es el único que soberaname­nte puede darla y quitarla. El ser humano no debería tocarla.

Dios te bendiga.

* Pastor evangélico

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