Huellas de experiencia
Una manera de mirar y una manera de leer. Y una escritura que toma cuerpo después del encantamiento o el desconcierto que pueden provocar una obra o un libro. Hay confianza y entrega en el modo en que Mariana Robles va el encuentro del arte y de la literatura. Un ánimo abierto a las “huellas de experiencia” que cada cosa deja en los ojos o en el pensamiento.
Su último libro, titulado Escrituras rituales (Los Ríos Editorial), es un volumen que se mueve en varios frentes a la vez: hay textos que abordan muestras y proyectos vistos en distintos espacios de Córdoba (exposiciones de Nahuel Vecino, Nuna Mangiante, Rosa González, Lucas Di Pascuale, Eva Ana Finquelstein, Fabián Liguori, entre muchos otros), aproximaciones a autores pertenecientes a constelaciones poco visitadas (Héctor Libertella, Ricardo Carreira) e incursiones en obras literarias casi secretas y sus conexiones sutiles con otras formas artísticas.
El libro, que la autora presenta este jueves a las 18.30 en el museo Caraffa (Poeta Lugones 411) acompañada por Andrea Ruiz y Ciro del Barco, podría funcionar como registro de momentos singulares del arte, pero es también una inmersión en las derivas interpretativas de Robles, muy personales, y en su manera de construir tramas de sentido originales.
El ensayo hace combustión con la poesía en la mayoría de los textos que la artista visual reúne en Escrituras rituales. Mariana Robles viene construyendo una obra que desafía los límites entre las artes. En los últimos años publicó seis libros de poemas, y no ha parado de abordar géneros como la pintura, el dibujo, la cerámica y el bordado.
“Escrituras rituales es el resultado de un largo proceso en tiempos y espacios disímiles –cuenta–. Cada texto, artículo o reseña es la huella de una experiencia vital en el seno del arte y de la literatura. Su entramado se dispone entre las huellas de esa experiencia intensa, donde el lenguaje se acerca a la materia y tiende puentes. Otra deriva importante es la lectura y su posible tejido con la mirada, la corporalidad que crea e interpreta como gestora de mundos y realidades. La idea no es necesariamente la unidad o criterio teórico al que podrían reducirse todos los textos. Lo que se presenta puede ser leído desordenadamente, lo común es la figura de la lengua, la forma en que el habla ingresa al corazón de las obras”.
“Mis primeros textos sobre arte los escribí en 2004 –añade–, publicados en algún catálogo o leídos en alguna ponencia. Desde ese momento no dejé de hacerlo porque entendí que esa era mi mejor manera de mirar y también de leer. La escritura sobre arte me pareció desde entonces el ejercicio más valioso del arte contemporáneo porque la escritura desarma los supuestos estéticos, abre nuevos caminos y bifurca los antiguos. Creo que Escrituras rituales conserva eso, un yo arcaico e intuitivo y optimista frente al arte y sus posibilidades transformadoras”.
Perspectiva propia
Algunos textos dan cuenta de un viaje o de una visita a algún lugar, como si se incrustara un desvío, una experiencia que revela algo vinculado a lo que se está pensando y que después se engancha al relato central. La sensación que deja esa deriva es que la captación de una obra o del sentido de un libro se da siempre en determinadas condiciones “atmosféricas” o estados de ánimo. O sea que en otro momento la lectura o el contacto con la obra podrían ser distintos.
–¿Es algo que procurás que te pase? ¿Estás atenta a que esos
EL LIBRO ES UN YO ARCAICO E INTUITIVO Y OPTIMISTA FRENTE AL ARTE Y SUS POSIBILIDADES TRANSFORMADORAS.