Un oscuro estigma para la curia argentina
Si se sigue la tradición de tomar como punto de referencia el escándalo del cura Julio César Grassi, condenado a 15 años de prisión por abuso sexual infantil y corrupción de menores, la Iglesia argentina ya acumula desde 2002 hasta la actualidad 66 acusaciones por el mismo delito. Esto confirma el promedio de cuatro sacerdotes denunciados por año.
Como los registros oficiales sobre la cuestión son inexistentes, los datos surgen de una detallada investigación realizada por la agencia de noticias Télam a mediados de 2017, más el relevamiento de distintas fuentes judiciales aportada por la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico de Argentina, que puso en evidencia cuatro nuevos casos en los últimos meses. Tampoco hay estadísticas oficiales sobre la cantidad de víctimas de depredación sexual ejercida por miembros del clero, aunque Carlos Lombardi, abogado de la red, aseguró a La Voz que “hay cientos de casos”.
La Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico, que se constituyó en 2014 para acompañar a víctimas de delitos sexuales cometidos por clérigos de la Iglesia Católica, es un espacio donde confluyen experiencias, testimonios y asistencia legal y psicológica para esas situaciones. En un reciente encuentro realizado en la ciudad Paraná, la organización concluyó que “existe una red muy grande compuesta por entregadores, abusadores, cómplices y encubridores, todos miembros de la Iglesia”.
La Justicia argentina condenó penalmente hasta el momento a nueve curas investigados por delitos sexuales, que afectaron a menores. El otro dato significativo es que la propia Iglesia investigó con sus normas canónicas ocho casos, pero sólo en tres procedió a la expulsión de los sacerdotes, mientras otros tres curas fueron declarados inocentes mediante los procedimientos propios de la institución religiosa.
Grassi, por ejemplo, podría dar misa y ejercer sus funciones como cualquier cura si quisiera, pese a tener sentencia firme de la Corte Suprema de Justicia. Aunque Francisco reconoció desde el inicio de su papado la complicidad de la Iglesia con los curas pedófilos y se muestra sensibilizado con el tema, en su país de origen las sanciones aplicadas en el ámbito eclesiástico sobre los casos denunciados no satisfacen a la sociedad.
El criterio que prevalece en la Iglesia hasta aquí es trasladar de ciudad o de país a los curas abusadores, mientras que la decisión de acudir a la Justicia ordinaria corre por cuenta de las propias víctimas o de sus familiares. “Es difícil cuantificar la cantidad de casos que jamás salen a la luz, por el miedo o pudor de las personas afectadas”, señala Lombardi.
En la lista de curas denunciados por abuso sexual, hay 15 que jamás fueron investigados. Dos de esos sacerdotes murieron antes de que la Justicia indagara sus acciones.
Entre los hechos relevados, hay situaciones de ribetes muy llamativos. Ese es el caso de Luigi Spinelli, consejero del Instituto Próvolo de Mendoza donde al menos 25 chicos sordomudos fueron sometidos sexualmente durante por lo menos una década. Del paradero de Spinelli, que también había sido denunciado en Verona (Italia), no se tuvieron novedades hasta mediados de 2017, cuando se supo que había fallecido en 2016 en coincidencia con la divulgación pública del escándalo. Sin embargo, persisten las dudas, porque su cuerpo nunca apareció.
Rubén Pardo, exsacerdote de Quilmes que tenía VIH, falleció en
2005 tras ser denunciado por la violación de un chico de 14 años en
2002. Aunque nunca fue juzgado, la Justicia condenó al obispado de esa ciudad por encubrimiento y lo obligó al pago de una indemnización. Otro cura que tenía VIH, Héctor Pared, fue condenado a 24 años de prisión en marzo de 2003 por el caso de un abuso sexual en Florencio Varela, pero murió en septiembre de ese mismo año.
A propósito del escándalo que afecta a la Iglesia de Estados Unidos, los registros extraoficiales de Argentina también muestran hechos que tienen conexión con lo que ocurre en aquel país. Uno de esos casos es el del cura Atilio Jesús Garay, que llegó a ser candidato a intendente de la localidad entrerriana de General Campos pese a estar acusado de violar en forma reiterada a una chica en la ciudad norteamericana de Los Ángeles, en 2004. Ese es uno de los hechos que está sin condena hasta el momento.
El otro hecho que conecta a la Iglesia argentina con los casos que conmocionan al clero estadounidense es el de Richard Suttle, denunciado en 2008 por delitos
LA IGLESIA ARGENTINA YA ACUMULA DESDE 2002 HASTA LA ACTUALIDAD 66 ACUSACIONES POR EL MISMO DELITO.