La Voz del Interior

Buscando un ancla para estabiliza­r Daniel Alonso

- Daniel Alonso dalonso@lavozdelin­terior.com.ar

La jornada cambiaria de ayer condensó las que, hasta ahora, vienen siendo las horas de mayor pánico en la gestión de Cambiemos. Y es probable que hoy sea también otro día duro.

La corrida, que arrancó allá por abril, se siente a gusto aquí, donde tiene alimento seguro: se lo provee la tremenda desconfian­za de los inversores que se agiganta a medida que el Gobierno insiste en su mala praxis y en exitosos fracasos de comunicaci­ón.

La cáscara de la saga verbal que arrancó el martes 28 con el presidente Mauricio Macri expuso un déficit tanto o más preocupant­e que el fiscal.

Ni el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne; ni el jefe de Gabinete, Marcos Peña; ni el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, pudieron escapar a la trampa de una oratoria plagada de lugares comunes, aunque este último dejó dos señales.

La primera, sobre la prescindib­ilidad de los funcionari­os, que muchos la adosan a la suerte de Peña; la segunda, sobre la tesis de los errores no forzados, a esta altura un consuelo para un diario de anécdotas.

Como sea, en la retórica de Cambiemos, la “tormenta” volvió a tomar la forma de un violento tornado y en el “barco agujereado” están buscando un ancla para evitar el naufragio. Hasta anoche no había aparecido.

Desde que arrancaron las apuestas contra el peso argentino, quienes nos prestaron plata para suturar la herida siempre abierta de las cuentas públicas están pidiendo una hoja de ruta clara y detallada sobre cómo será el ajuste fiscal y, además, la viabilidad política para llevarlo a cabo.

El Gobierno se abrazó al Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) y creyó que con ese padrinazgo iba a atravesar el viento sin documentos. Tuvo, incluso, ciertos días de sosiego en los que coqueteó con la idea de sortear solito el vendaval esquivando al peronismo.

Volvió a perder tiempo. Y el tiempo, como lo describió Benjamin Franklin en Consejos a un joven comerciant­e, en 1748, también es dinero.

“Ya está claro que la tasa de interés (ayer fue llevada a un surrealist­a 60 por ciento) no es el ancla, y preocupan las consecuenc­ias políticas y sociales. Semejante transferen­cia de ingresos coordinada por el mercado requiere un esquema de estabiliza­ción”, advirtió la economista Marina Dal Poggetto, de Eco Go Consultore­s, quien viene alertando hace rato sobre los efectos de un círculo vicioso que intoxica a la política y a la economía.

“Sin estabiliza­r lo financiero, no habrá estabilida­d en la economía y tampoco política. Hay un retroalime­ntación continua”, explicó.

Hasta algunas medidas consensuad­as con el FMI están en duda, por su impacto coyuntural. Una de ellas es el famoso desarme de Lebac, que provocó un excedente de pesos entre empresas y fondos de inversión que, vaya novedad, se volcó a la compra de dólares.

Las horas por delante son cruciales. Dujovne anunció que sacó pasaje a Washington para renegociar con el Fondo. Se especula que, entre las nuevas ofrendas, llevaría la propuesta de un déficit ahora cercano a cero para el año que viene, en un paquete que podría incluir cambios en el cronograma impositivo.

Todo se sabrá el lunes, pero el fin de semana no habrá descanso. Si no se encuentra el ancla, habrá que fabricarla contrarrel­oj.

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