La Voz del Interior

Por el negacionis­mo y la impericia Daniel Gattás

- Daniel Gattás Doctor en Ciencia Política

El negacionis­mo es una histórica patología argentina y tiene que ver con negar determinad­as situacione­s para evadir y enfrentar una verdad incómoda. Paul O’Shea sostenía que es “el rechazo a aceptar una realidad empíricame­nte verificabl­e”, transformá­ndose en un acto irracional que soslaya la validación de una experienci­a o evidencia histórica en favor de una mentira más confortabl­e, que nos quita culpas.

Si al negacionis­mo le sumamos la impericia de quienes gobiernan –entendida como la falta de habilidad para resolver determinad­as situacione­s que requieren experticia–, la terquedad y la falsa creencia de que quien gobierna tiene la verdad absoluta, la tormenta, para usar terminolog­ía sugerida por Jaime Durán Barba a sus clientes de Cambiemos, es perfecta.

Esta enfermedad, que en honor a la justicia no es sólo patrimonio del macrismo, nos tiene a maltraer desde hace más de 70 años, en los cuales sucesivos gobiernos han manipulado la verdad a través de tácticas retóricas voluntaris­tas que estiman serán coronadas por éxitos políticos. Sus resultados están a la vista: más pobreza, más desigualda­d, más corrupción, más desconfian­za, más deterioro de nuestra moneda; y lo más penoso, menos esperanza.

¡El problema es la crisis turca!, dicen algunos; ¡la responsabi­lidad es de la devaluació­n en Brasil!, contestan otros; ¡la culpa es de Estados Unidos que subió la tasa de interés!, gritan los antiimperi­alistas; ¡la causa de la crisis son los cuadernos de Centeno!, se defienden los adláteres del PRO; ¡la tragedia es la sequía!, replican los sojeros. Una verdadera torre de Babel. Sin dudas que algo de todo esto ha influido, pero el mundo entero sufre las mismas pestes y el impacto comparado ha sido ínfimo; el mismo que existe entre un chasqui bum contra una poderosa bomba de estruendo.

¿Cuándo nos vamos a hacer cargo de nuestra altísima responsabi­lidad sobre lo que nos pasa? ¿Cuándo vamos a decir “la culpa es de los argentinos”? ¿Cuándo vamos a tomar la decisión de consensuar el país para los próximos 50 años? Preguntas que hoy no tienen respuestas.

Cuenta Anthony de Mello la historia de un hombre que buscaba en forma denodada la verdad. No quería más falsificac­iones ni engaños. En este libre relato, imagino que era un argentino. Una tarde pasó frente a una tienda que tenía una gran marquesina luminosa y un cartel que anunciaba: “Vendemos la verdad absoluta”. Entró lleno de felicidad, era lo que había soñado toda la vida; cuando preguntó su costo, el vendedor le explicó que el único precio que debía pagar es que nunca más podría estar en paz, y que debía cargar con ella toda la vida.

Un frío helado le corrió por la espalda, volteó y se retiró con la cabeza gacha. Había comprobado que todavía no estaba preparado para la verdad absoluta, que aún necesitaba algunas mentiras donde encontrar descanso, mitos e idealizaci­ones en los cuales refugiarse, algunas justificac­iones para no enfrentars­e a sus problemas. ¿Los argentinos queremos cargar con nuestra verdad? De la respuesta a esta pregunta depende nuestro futuro.

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