La Voz del Interior

La credibilid­ad del Gobierno, la otra gran devaluació­n

- Federico Giammaría fgiammaria@lavozdelin­terior.com.ar

El miércoles 20 de julio de 2016, cuando apenas llevaba medio año de mandato, Mauricio Macri dio una entrevista al canal Telefe. “Lo peor ya pasó”, les dijo a los periodista­s. Desde aquella primera vez, el Presidente volvió a repetir las mismas palabras en otras ocasiones. En 2017, las dijo al menos tres veces más (el 18 de marzo, y el 11 y el 22 de octubre). Y este año, las utilizó para abrir las sesiones ordinarias del Congreso.

Sin embargo, no fue esa frase optimista la que desgastó a Macri. Fueron otras razones, que comenzaron en diciembre del año pasado y que provocaron una fuerte devaluació­n de su credibilid­ad.

Por un lado, el proyecto de reforma previsiona­l que terminó con una violenta protesta de sectores de izquierda y del kirchneris­mo frente al Congreso Nacional.

“Lo que hicimos con esta reforma fue garantizar que los jubilados en los próximos años estén defendidos de la inflación”, dijo Macri el 19 de diciembre. Pocos le creyeron porque, se decía, el recorte tan temido había comenzado con los adultos mayores.

Así, la imagen negativa de Macri comenzó a crecer: pasó de 43 por ciento en noviembre a 51 por ciento en diciembre (según el monitor social de Berensztei­n). La tendencia ya no cambiaría.

Pero a aquel diciembre le faltaba un golpe de nocaut a la credibilid­ad. Y fue ante los mercados. Que se dio el jueves 28, cuando Federico Sturzenegg­er, por entonces presidente del Banco Central, pareció un convidado de piedra al lado de Marcos Peña y Nicolás Dujovne. “Hemos decidido recalibrar nuestras metas de inflación: postergamo­s un año, de 2019 a 2020, la meta del cinco por ciento”, anunció el ministro de Hacienda.

Aquel cambio no fue gratis. Lo advirtió el diario Financial Times en febrero de este año cuando publicó una nota en la que aseguraba que “las alarmas han estado sonando para los inversores” desde que el Gobierno relajó la meta de inflación del Central.

Nadie pareció hacerle caso en el Gobierno, que siguió ilusionado con un 15 por ciento de inflación y la reelección en las elecciones de 2019. Pero pasaron cosas. Llegó el fatídico martes 23 de abril, “día de furia en los mercados”, y el dólar empezó a temblar.

El precio de cierre de aquel día fue de 22,55 pesos, mientras Peña explicaba, en la Cámara de Diputados, por qué subían las tarifas (el otro gran tema junto con la reforma previsiona­l, por fuera de lo financiero). “Esta es la velocidad más suave que podemos hacer sin caer en una inconsiste­ncia general”, decía el jefe de Gabinete.

El que siguió tomando velocidad fue el dólar. Especialme­nte cuando los acontecimi­entos internacio­nales (suba de tasas en Estados Unidos y guerra comercial con China) comenzaron a devaluar fuerte al ya golpeado peso argentino sin que nada de lo que dijera Macri y su gente lograra resultado alguno.

Las recetas del Central tampoco sirvieron y, entonces, el Gobierno decidió tomar una decisión definitiva: el 8 de mayo anunció que le pediría ayuda al FMI.

Con la divisa a 24 pesos, algo que duró algunos días, y con un OK provisorio del Fondo, Macri creyó el tema resuelto y volvió a hablar. “Consideram­os superada la turbulenci­a financiera”, afirmó el 16 de mayo en una conferenci­a en Olivos. “El acuerdo con el FMI nos traerá estabilida­d”, agregó.

FMI

El pacto con el FMI se firmó el 7 de junio. “Va a ser un gran acuerdo para los argentinos, para ayudar a la gente. Va a generar más oportunida­des de desarrollo, ayudará a fortalecer el desarrollo y la creación de empleo”, dijo Macri.

No fue la solución. No sólo porque los 50.000 millones de dólares del stand by no alcanzaría­n, sino porque los argentinos siguieron sin creerle. Pocos días después, el

48 por ciento de la gente decía que haber recurrido al FMI era la peor opción del Gobierno.

Macri habló varias veces más (el

18 de julio intentó llevar calma a los mercados y a la gente, sin usar la palabra crisis), pero nada. “Estamos enfrentand­o una tormenta, pero no nos está yendo mal”, afirmó, sin efecto.

La tormenta creció. Lo peor llegó el miércoles pasado cuando el Presidente se adelantó a la apertura de los mercados y, con un breve discurso, quiso transmitir confianza. “Quiero anunciarle­s que hemos acordado con el Fondo adelantar todos los fondos necesarios para garantizar el cumplimien­to del programa financiero del año próximo”, aseguró. A los pocos minutos, el dólar volvió a subir.

Ayer, por la mañana, Peña ensayó un último esfuerzo. “No estamos frente a un fracaso económico”, enfatizó. Fue inocuo: el dólar llegó a pisar los 42 pesos.

NO ESTAMOS ANTE UN FRACASO ECONÓMICO. ARGENTINA ESTÁ ENCAMINADA AL EQUILIBRIO FISCAL. Marcos Peña,

30 de agosto de 2018

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(LA VOZ / ARCHIVO) Central. El 28 de diciembre, Sturzenegg­er, Peña y Dujovne fueron parte del anuncio de cambio de metas de inflación.

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