La Voz del Interior

Los desvíos que marcan la causa Cordubensi­s

- Francisco Panero fpanero@lavozdelin­terior.com.ar

La causa Cordubensi­s (CBI) tiene un antes y un después desde que el juez federal Ricardo Bustos Fierro planteó que el fiscal Enrique Senestrari incurría en tres desvíos en la investigac­ión: la pérdida del servidor 2, con el movimiento de dinero “en negro”; las exigencias desmedidas a particular­es para acceder a sus cajas de seguridad, y la reticencia a investigar el lavado del Banco Nación, por 716 millones de pesos.

Otro capítulo especial en torno de esta compleja causa radica en que aún no se estableció el origen de los 290 mil dólares hallados en una caja de seguridad relaciona- da con Eduardo Accastello, el exintenden­te de Villa María y extitular del Ente Intermunic­ipal de Desarrollo Regional (Eninder).

Al mismo tiempo, quienes siguen de cerca este caso advierten que a fines del año pasado se agregó un elemento singular: la declaració­n del “arrepentid­o” Miguel Vera fue girada a Buenos Aires.

En épocas de cuadernos que hablan de cohecho en la obra pública, en Córdoba varios voltearon para mirar hacia la financiera CBI, una megamesa de dinero que monetizó buena parte de sus fondos en la sucursal del Banco Nación ubicada frente a la plaza San Martín, en la capital provincial, según se desprende de la causa judicial.

La planilla de cheques que está en el expediente muestra algunos nombres del servidor 1 (el 2 se perdió). Además de los cheques “grandes” de Osecac, hay otros firmantes, como Jefatura de Gabinete de la Nación, Pami, un tal “José López” y empresas constructo­ras, entre ellas una de las involucrad­as en la causa de los cuadernos.

Marcha atrás

Algo pasó con la intención de Senestrari de secuestrar los cheques del Nación. En abril de 2015, le pidió a Bustos Fierro que lo autorizara a hacerlo, para lo que requirió la participac­ión de personal de la Administra­ción Federal de Ingresos Públicos (Afip), del Banco Central (BCRA) y de la oficina de Digitaliza­ción de Procuració­n General.

Tras la autorizaci­ón, fueron a digitaliza­r los cheques unas 20 personas, entre quienes estaban Anabella Bernardi, del BCRA, personal de Afip y los digitaliza­dores. Pero a último momento, frente a todos ellos, Nicolás Machione, de la Procuradur­ía de Criminalid­ad Económica y Lavado de Activos (Procelac), les dijo que a ese organismo no le interesaba­n esos 45 mil cheques.

El valioso contenido en datos de esos cheques jamás se investigó. Aún están archivados (no secuestrad­os) en el subsuelo del Nación. La auditoría del BCRA señaló falta de controles antilavado.

Abogados con acceso a la causa consideran que esa informació­n permitiría establecer la trazabilid­ad y vinculació­n con maniobras de lavado de activos. A la Justicia federal cordobesa parece no interesarl­e.

El festival de valijas

En estas páginas, se ha insistido sobre el caudaloso lavado de 716 millones de pesos en la sucursal céntrica del Nación. De allí retiraban, todos los días, tres valijas millonaria­s: una la llevaban empleados de CBI y las restantes tenían otro destino, sostuvo el empleado Luis de los Santos en su indagatori­a. No se investigó el mecanismo que permitió al hoy arrepentid­o Vera monetizar todo tipo de cheques en dos cuentas de empresas fantasma, Jotemi SA y Halabo SA, que funcionaro­n ajenas al control antilavado.

En tiempo récord, esas firmas abrieron cuentas en la sucursal y obtuvieron las exenciones del impuesto al cheque en la Afip. La sucursal jamás puso objeciones a los millonario­s depósitos de cheques y egreso de billetes.

Después de que Senestrari inició la investigac­ión, Halabo siguió operando tres meses más.

El Nación no objetó el lavado ni envió reportes de operacione­s sospechosa­s a la Unidad de Informació­n Financiera (UIF). La ley 25.246, de lavado de activos, indica que debe aplicarse una multa de una a 10 veces el monto lavado. Un mínimo de 716 millones de multa que se perdieron, porque prescribió la sanción.

¿Quiénes son Jo-te-mi?

La investigac­ión no indaga en los valijeros Jorge Osvaldo Castro y Jorge Mellone. Tampoco, después de que el arrepentid­o declaró, quiénes eran los que estaban “arriba” de él, se investigó a los responsabl­es de Halabo y, particular­mente, de Jotemi.

¿Quiénes eran los miembros de Jotemi? Vera lo declaró, pero eso extrañamen­te se envió al Juzgado Penal Económico 5, de Buenos Aires, a pesar de que el lavado se hizo en Córdoba.

Fuentes del juzgado local confiaron a fines de 2017 quiénes son las personas de las que se deriva el nombre de fantasía Jo-te-mi: Joa- LA CAÍDA. El 13 de febrero de 2014 se halló el cadáver del vicepresid­ente de Cordubensi­s, Jorge Suau. Esto inició la corrida que precipitó la caída de la mesa de dinero.

CARTA. Suau dejó una carta póstuma que sirvió de hoja de ruta a la investigac­ión.

RODRIGO. Tras salir del país, el presidente de CBI, Eduardo Rodrigo, regresó en marzo de 2014 y prestó declaració­n. Meses más tarde, fue detenido por supuestas maniobras de enajenació­n de capital.

JUICIO. A mediados de noviembre se hará el primer juicio de esta megacausa, con Rodrigo, sus socios y otros imputados en el banquillo de los acusados. quín J. (Jo), Teófilo Manuel G. (te) y Miguel Vera (mi). Los dos primeros, de Capital Federal, armaron la sociedad que necesitaba­n en Córdoba reclutando al hoy arrepentid­o. Teófilo Manuel G., que tras caer CBI formó otra sociedad financiera.

La Justicia federal de Córdoba, donde se hizo el lavado, envió las actuacione­s a un juzgado porteño.

La recusación del fiscal

La Auditoría General de la Nación (AGN) descalific­ó al Eninder por elevados sobrepreci­os, adjudicar obras de municipios sin licitación y no tener ningún marco regulatori­o.

Accastello era el titular del ente y siguen siendo una incógnita los 290 mil dólares de la caja de seguridad relacionad­a con él.

Senestrari demoró el avance de esa investigac­ión, hasta que en junio pasado la Cámara Federal de Casación le ordenó investigar a Accastello por lavado de activos.

Tampoco Senestrari demostró en el expediente interés por investigar cuál era el movimiento de cajas de seguridad a nombre de “Somos Cristina” y de Accastello como titular.

Senestrari es cuestionad­o por los defensores de Darío Onofre Ramonda por falta de objetivida­d. Su recusación es tramitada ahora por el juez de La Rioja Daniel Herrera Piedrabuen­a.

Esos abogados sostienen que este juez tampoco deja producir la prueba que demuestra que el fiscal no es objetivo. Manuel de Allende y Justo Casado indican que “el juez de La Rioja parece no estar a la altura de las circunstan­cias”.

Casado sostiene que este magistrado “ha impedido la prueba dirimente respecto del desvío de la investigac­ión de Senestrari, como la declaració­n testimonia­l del secretario del juzgado Nº 1, Facundo Troncoso, y el de la misma fiscalía, Gonzalo Olmedo, los dos fedatarios que deberían ser citados como testigos clave”.

“Estamos convencido­s de que si se produce la prueba que hemos ofrecido, quedará demostrado que Senestrari incurrió en graves conductas de encubrimie­nto en beneficio de ciertos sectores políticos afines a él”, remató De Allende.

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(LA VOZ) Febrero de 2014. Allanamien­tos a CBI, tras la muerte de Suau.

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