El “déficit cero” como una regla de oro
No es la primera vez que la Argentina asume el compromiso de alcanzar el déficit cero en las cuentas públicas: ese mismo objetivo buscó la ley que el malogrado gobierno de Fernando de la Rúa impulsó en julio de 2001, también a instancias del Fondo Monetario Internacional (FMI).
En ese momento era ministro de Economía el cordobés Domingo Cavallo, convocado para sacar a la situación financiera del brete en el que la había puesto el rígido modelo del Plan de Convertibilidad, ya lejos del éxito mostrado para controlar la inflación.
A esa primera experiencia vernácula con el déficit cero los argentinos la vivieron en carne propia y es redundante recordar cómo terminó todo. Mejor asomarse un poco más allá de la propia nariz.
Un ejemplo paradigmático es el Pacto Fiscal firmado por todos los países miembro de la Unión Europea en 2012, que tiene entre sus “reglas de oro” el equilibrio presupuestario. Alemania y España tuvieron la audacia de darle a ese principio rango constitucional.
En el primer trimestre de 2018 los países de la muy desarrollada Eurozona lograron por fin quedar cerca del déficit cero: gracias a un fuerte crecimiento de los ingresos y un importante ajuste de los gastos, los datos globales indican un déficit presupuestario de 0,1 por ciento con relación al PBI.
Incluso, países como Alemania, Holanda y Lituania lograron superávits de hasta el 2,5 por ciento.
España, Portugal, Irlanda y Grecia representan la cara más traumática de la austeridad fiscal europea: tras haber elevado fuertemente el gasto público y el endeudamiento para enfrentar la recesión del período 2008-2009, esos países aplicaron desde 2010 severos ajustes, aunque en ese momento no se habló de déficit cero.
La disciplina fiscal impuesta por los organismos de crédito que actuaron de “rescatistas” provocó una retracción del Producto Interno Bruto (PIB) y un inevitable aumento del desempleo, que superó el 25 por ciento en España y Grecia y el 15 por ciento en Irlanda y Portugal.
Pese al amargo remedio, la economía irlandesa es la que mostró mejor capacidad de recuperación en todos sus indicadores. El déficit fiscal, mientras tanto, pasó del exorbitante 32 por ciento en 2010 al 0,3 por ciento a fines de 2017.
El otro extremo es Grecia, donde quedaron heridas económicas y sociales que llevaron su estándar de vida muy por debajo de los países europeos con mayor bienestar. Según datos de junio último, el desempleo es del 19 por ciento, por lo que el superávit del 0,8 por ciento de 2017 no significa que los griegos ya puedan relajarse.
En la región
En América latina, todos los países cerraron 2017 con déficits que van desde el 21,2 por ciento de Venezuela al modesto 0,2 por ciento de Barbados. Si los niveles de vida fueran mejores en esta región, el desdén por la disciplina fiscal estaría justificado, pero no es así.
El equilibrio de las cuentas públicas suena como una cosa de economistas ortodoxos y del FMI, pero hay un hecho que contradice esa lógica. El 21 de agosto pasado, Nicolás Maduro anunció a los venezolanos su compromiso de déficit cero con “una disciplina fiscal prusiana”. Aunque usted no lo crea.
EN LA ECONOMÍA IRLANDESA, EL DÉFICIT PASÓ DEL EXORBITANTE 32 POR CIENTO EN 2010 AL 0,3 POR CIENTO A FINES DE 2017.
EL 21 DE AGOSTO PASADO, NICOLÁS MADURO ANUNCIÓ A LOS VENEZOLANOS SU COMPROMISO DE DÉFICIT CERO.
No todo está perdido en materia de subsidios nacionales al transporte. No aún. Ese es el mantra que recitan tanto funcionarios provinciales como municipales que esperan que el gobierno de Mauricio Macri dé marcha atrás, al menos de forma parcial, con la decisión de cortar los aportes que desde 2002 la Nación realiza al servicio público de ómnibus.
En el caso de la provincia de Córdoba, se prevén para este año
3.600 millones provenientes del Sistema Integrado de Transporte Automotor (Sistau) y las Compensaciones Complementarias Provinciales (CCP) y por el gasoil a precio diferenciado.
El Sistau y las CCP suman unos
2.600 millones de pesos: el 49 por ciento al sistema urbano capitalino y el resto al interurbano. El gasoil a precio diferencial equivale a los otros mil millones. Cubren alrededor del 30 por ciento del precio del boleto.
Hoy, la situación es la siguiente: el 1° de enero de 2019 la Nación deja de enviar esos 2.600 millones, y son las provincias y municipios las que deberían cubrirlos, según anunció el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne.
El gobierno de Juan Schiaretti ya anticipó que cubrirá con fondos propios la mitad de ese monto, reformulando los sistemas de subsidios como el Boleto Educativo Gratuito (BEG), Boleto Social Cordobés (BSC) y Boleto Adulto Mayor (BAM) –que otorgan un cupo de viajes gratis mensuales–; y el Boleto Obrero Social (BOS), que ofrece un 50 por ciento de descuento. El pasaje tendría un precio liberado y un grupo de usuarios accedería a estos beneficios.
El problema está en el gasoil subsidiado, que en un contexto de aumentos semanales de combustibles no permite fijar un precio del boleto por un período determinado de tiempo.
No todo está perdido
Esta semana será clave en la negociación con la Nación por estos subsidios. Así coinciden fuentes consultadas por La Voz en el Palacio 6 de Julio y en el Centro Cívico.
En la Municipalidad hay un fuerte malestar con la decisión de Dujovne. El sistema urbano recibió 1.495 millones de pesos en 2017 y este año serían 1.741 millones.
Si esos fondos los debiera cubrir el municipio, tendría que destinar el 7,3 por ciento de su presupuesto anual. Y además del impacto económico y social, en el gabinete municipal miden el impacto político que tendría.
El “fuego amigo” de Macri obligaría a subir fuertemente el boleto –duplicando el precio actual– justo
EN LA MUNICIPALIDAD ASEGURAN QUE ES IMPOSIBLE HACERSE CARGO DE LOS FONDOS QUE LLEGAN AL TRANSPORTE URBANO.