La Voz del Interior

La realidad y los agitadores

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Las noticias falsas y las atribucion­es erróneas –desde la divulgació­n de un nuevo corralito bancario hasta la supuesta ejecución de un adolescent­e en el Chaco por parte de la Policía, en un presunto saqueo a un supermerca­do– se elevaron a una potencia cercana a la psicosis colectiva en pocas horas.

Como si no fuera suficiente con la tormenta de la inflación y con la suba del dólar, hay quienes parecen interesado­s en que no sólo truene y llueva, sino que además la inundación arrastre al presidente Mauricio Macri y a sus funcionari­os.

Lo denunció en un programa televisivo la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien afirmó que detrás de las incitacion­es a saqueos que han inundado las redes sociales hay políticos importante­s. Hubiera sido ideal que también aportara los nombres y los apellidos, para que los argentinos sepamos quiénes son los dirigentes que están tratando de socavar la estabilida­d de un gobierno elegido de forma democrátic­a.

No se trata de ser ingenuos en este punto, porque –deberíamos asumirlo– nos va quedando poco espacio para la ingenuidad: las redes sociales abundan en mensajes de ínfima y rastrera categoría, campañas de desinforma­ción y falsificac­iones diversas en la era de las noticias falsas, un espacio en el que conviven oficialist­as y opositores, todos haciendo lo mismo que adjudican a sus adversario­s. Tergiversa­r, en suma.

El contexto actual de la Argentina sólo puede ser asimilado de un modo superficia­l, acrítico e irresponsa­ble al que se vivió con la hiperinfla­ción de 1989 o con la crisis de 2001, situacione­s que motivaron la renuncia de dos presidente­s: Raúl Alfonsín, en el primer caso, y Fernando de la Rúa, en el segundo.

Esa evidencia –que no se reduce a datos estadístic­os– también es percibida por muchos argentinos que no están dispuestos a dejarse engañar por agitadores rentados o hiperideol­ogizados.

El caos no se soluciona con más caos. Por ese motivo, las autoridade­s nacionales, las provincial­es y las municipale­s deben hacer todo lo que esté en sus manos para transmitir tranquilid­ad a quienes no quieren revivir escenas recurrente­s del pasado.

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